LUZ DE DÍA

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¡HOLA, HOLA, HOLAAAAA!

Dios mío, esta pareja de verdad me ha abierto el corazón y ha dejado salir todos y cada uno de los sentimientos que se me ocurrían colocar en una historia.

Empecé a escribirlo una noche, y al día siguiente ya tenía listo este one-shot. Sip, sólo es un one-shot, muy aparte de "Tan sólo un instante". Sin embargo, me tomó como una semana entera revisarlo y hacerle un montón de modificaciones.

Más que nada, es porque a mí se me da por escribir muchísimo esas situaciones tristes donde los personajes tienes un final feliz.

Si no les gusta la idea, por fa, no lean, porque me voy a explayar en todas las situaciones que tuvieron que atravesar nuestros queridos protagonistas para llegar a una "estabilidad emocional", desde lo más bonito a la situación más triste que puedo imaginar para ellos.

Disclaimer: Los personajes de Big Hero 6 y de Coco no me pertenecen, pertenecen a Disney y a sus respectivos creadores. Sólo uso por afición y nada más.

NOTA: En este fic, los personajes principales (o sea, Miguel y  Hiro) tienen 25 y 26 años. Contenido +R18 (Lemon y smut, pues), palabras vulgares/altisonantes, mucho fluff, mucho angs, situaciones sad, pero un happy ending. ¡Disfrútalo!

Luz de día

Una ligera brisa se sentía en el ambiente, el frio comenzaba a hacer estragos en mi cuerpo por no haber sido cuidadoso y cerrar la ventana de la casa.

Ese día, me había despertado de malas, no quería ensayar ni saber nada de nadie. Sólo quería estar dormido para no despertar en mucho tiempo. No tengo idea de lo que sentía: ¿tristeza? ¿Dolor? ¿Ganas de irme al monte más cercano, lanzar un grito e irme para siempre?

A veces me preguntaba ¿cómo fue posible que Papá Héctor soportara todo ese tiempo lejos de su familia? Extrañaba todo, extrañaba mi querido pueblo de Santa Cecilia, extrañaba a su gente, la plaza del mariachi, la casa Rivera. Incluso extrañaba bolear zapatos.

Sinceramente, extrañaba cuán feliz era, quería volver a ser un niño, porque no tenía preocupaciones extra. Sí, me volvía a atacar esa nostalgia. Descubrí en poco tiempo que la nostalgia puede llegar a ser fatal si no la controlas. 

Ahora, miro hacia atrás y veo todo lo que he logrado... Si bien había cumplido mi sueño de ser músico profesional, eso había implicado muchas cosas. Tuve que dejar Santa Cecilia y radicar en la CDMX para cumplir mi sueño: ser músico. Pero no iba a conformarme con ser un músico como los demás, quería ser el mejor, quería ser el orgullo de mi familia y llevar en alto el apellido Rivera.

Todos esos sueños de niño, los había cumplido. Era feliz, estaba completamente entregado a mi única pasión. Mi esfuerzo fue recompensado poco después. Pues comencé a tener algunas presentaciones en diversos lugares. Siempre que podía, visitaba a mi familia. Aunque un viaje de seis horas cada semana no es muy cómodo, valía la pena.

Sin embargo, todo comenzó a dificultarse. Siempre encuentras baches en el camino, pero a veces, tropiezas y caes en un hoyo demasiado profundo del que no puedes salir sin ayuda y sin voluntad. Además, encontré algo, o mejor dicho a alguien, que me dio fuerza para soportar todo ese abatimiento y tristeza que sentía por estar tan lejos de mi familia.

Me senté en el sillón, pensando en eso, tomé mi guitarra y ello me animó un poco. Mi fiel compañera, esa que me recordaba mis orígenes y a mi familia donde quiera que fuese. Toqué unas pequeñas notas... y empecé a cantar.

De pronto, un recuerdo recorrió mi memoria. Era yo, hace algunos años, cantando y tocando en el sillón mientras él modificaba no sé qué madres en alguno de sus inventos. Esas risas que yo soltaba porque algo había explotado otra vez y ese regaño que recibía a diario por cosas tan simples: como no cerrar la ventana.

LUZ DE DÍA [HIGUEL/HIROGUEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora