Capitulo 2: De Paz a Tragedia

1K 46 14
                                    

Hace algún tiempo era yo un pequeño niño que apenas entendía lo que pasaba a su alrededor y todo era nuevo e interesante. Estaba amaneciendo, los cazadores de la tribu ya habían partido a buscar alimento, entre ellos estaba mi padre, era un hombre alto de contextura fornida , era el más fuerte del lugar y todos lo admiraban por su gran valentia.

Pero los hombres no eran los únicos que trabajaban, algunas mujeres también eran buenas cazadoras, sin embargo la gran mayoría se dedicaba a cuidar a los más pequeños y educarlos. Y ahí se presenta mi madre, ella también cazaba, sin embargo, desde que nací ella dedicó su tiempo hacia mi para cuidarme. Ella era hermosa, era bastante generosa y paciente con los demás.

Pero había algo más que hacía de ellos personas especiales para mi, los dos poseían el totem del oso del amor. Si tal como lo oyen, los dos tenían el mismo collar. Lo mejor era que ellos realmente respetaban al totem, y ese amor lo expresaron mayoritariamente en mi vida. Los quería mucho.

Yo también era especial, pero no por un totem, sino por que desde que nací entendía el lenguaje de algunos animales, era bastante asombroso e increíble, podía escuchar como hablaban. Eso rompió todos los parámetros de mi forma de pensar, y desde entonces empeze a ver a los animales como cualquier hombre de mi aldea.

Ese dia quería ir investigar y observar animales, así que fui donde mamá para pedirle permiso:

-Emm... ¿Mamá puedo salir a jugar?- lo decia con un tono bastante convincente.

-Hijo ¿no crees que es un poco peligroso que vayas solo?-

-Pero no me pasará nada, me se cuidar solo, además soy bueno escondiendome y escalando árboles-

-Esta bien, puedes ir a jugar, pero no vayas tan lejos ¿si?

-¡Si!, gracias mamá-

Era la primera vez que iba sin que nadie me cuidara, me sentía más libre que nunca. Fui caminando durante un período corto de tiempo hasta que pare y agarre algunas hojas y otros materiales para anular mi olor en el aire y evitar que algún animal se diera cuenta de mi pequeña presencia.

Después de bañarme en ese fuerte olor que se mimetizaba con el ambiente, me subí a un árbol medianamente alto y espere hasta que algo apareciera.

Paso un largo rato, y me quedé dormido, luego escuche un crujir de ramas y volví a mi estado de alerta. El ambiente era tenso, no sabía con que me encontraría, y cada vez las pisadas se sentian más cercanas a mi, pero luego note que no era solo uno, sino otro más, pero sus pisadas eran más ligeras y pequeñas.

Y cuando salieron los dos de entre los arbustos, los vi, a una osa junto a su pequeño ozesno. Era bastante grande, en comparación con el pequeño oso, este último tenía el tamaño de un perro mediano. Y los dos empezaron a hablar.

-Hijo ven más cerca mío, no estamos tan lejos de la aldea de los humanos-

-¿Los humanos son peligrosos mamá?-

-Depende de él hombre al que te encuentres, sin embargo, cuando nos ven lo primero que hacen es atacarnos. Aunque hay también excepciones. Sin embargo koda,
hay que estar alertas-

En ese preciso instante la osa me miro, y yo del susto me caí del árbol donde estaba. No lo podía creer, la osa ya sabia de mi presencia desde antes y me quedé quieto observándolos. Trate de mostrarme lo más indefenso posible, un niño como yo obviamente no podría con un animal de tal tamaño, me quede paralizado, no podía mover ninguna extremidad de mi cuerpo, no tenia miedo, simplemente estaba sorprendido. Era la primera vez que estaba tan cerca de un animal.

La osa se había empezado a acercar más a mi, hasta el punto de que lograba sentir su  cálido aliento. Pero ella luego se dio cuenta de que no tenía malas intenciones, así que sujetó mi ropa con sus dientes y me dejó. En el instante pedí perdón por lo sucedido a los dos, les di las gracias y les prometí que no le contaria nada a nadie sobre lo sucedido.

Cuando volvía me sentía bastante feliz de haber tenido ese encuentro, era una sensación bastante agradable y pensé.
-Ojalá nos volvamos a encontrar-

Mire el sol y ya estaba atardeciendo y me dije a mi mismo que tenía que llegar rápido a casa.

En medio del trayecto vi a un hombre de mi aldea, junto a otros más, para ser específicos, exiliados. Aquel hombre se llamaba Ikun, el era el más despreciado de la aldea, sus ideales eran bastantes repugnantes, mataba animales no por necesidad, sino por que quería y le daba la gana. A tal punto de que lo echaron de la aldea para no hacer enojar a los espíritus.
Pero habían otras personas de sus mismos pensamientos que también lo siguieron.

No me habían visto, estaban tramando algo, y no era con buenas intenciones.

-Tenemos que actuar ya, esta anocheciendo, la oscuridad de la noche estará a nuestro favor-

-No crees que es exagerado hacer esto- decía uno de ellos.

-Ellos deben pagar por habernos exiliado de la aldea y lo pagaran con sus vidas-

Estaba realmente asustado, me preguntaba que iban a hacer realmente, y derrepente partieron corriendo en dirección a la aldea.
En ese instante supe que hablaban en serio, y tuve que correr tras ellos sin que me vieran, pero ellos eran muy rápidos. Mis piernas eran demasiado cortas como para correr con esa rapidez. Hasta que finalmente  al lugar que antes conocía como mi hogar.

Desde lejos se lograba ver como las llamas pintaban el paisaje de color rojo, no había nada más que fuego, en mi mente se repetía  la frase: ¡No puede estar pasando! ¡NO PUEDE ESTAR PASANDO!

Y me quedé congelado ante la trágica imagen ante mis ojos, lo único que veía era fuego, no había nada que no hubiera sido consumido por las llamas, mi mente buscaba alguna respuesta pero no sabía como reaccionar. El olor a combustión quemaba la nariz, en ese instante veo a mis padres intentando salir del lugar, vinieron hacia mi y mi papá me toma en brazos. Y corrió junto a mi mamá escapando lo más lejos posible del lugar, hasta que llegamos a un precipicio, y abajo de este había un lago  a la vista bastante profundo.

No había escapatoria, se lograban ver las antorchas de ellos, mis padres me miraron a la cara y dijeron.

-Te amamos-

Me soltaron en el vacío, y mientras caía veía sus rostros que expresaban una gran angustia.

-¿Por qué a mi?- pasaban 10 segundos y repetía nuevamente.

-¿Por qué a mi? - repetía nuevamente.

No pasaron más de 5 segundos de caída y mi cuerpo impacta contra la fría agua del lago. Llegué a la orilla y mire a la cornisa donde estaba hace unos segundos y ellos ya no estaban. Era tarea difícil procesar toda esa información, sobretodo si era un niño. Lo único que supe fue correr y llorar.

Me puse a llorar y a gritar como nunca, la culpa se apodera de mi, sin alguna razón. Lo único que supe hacer fue correr lo más lejos posible del lugar. Era bastante cierto, y real, no era un sueño o algún juego de mi imaginación, mis padres ya no están. Y en mi mente aparece una nueva frase: Vivir o morir. Es cierto, si me mantenía indefenso todo el rato iba a morir igual que ellos, tenía que madurar y aprender a sobrevivir ya.

Estaba completamente solo, vagando, y madurando sin que alguien me instruyera. Los meses avanzaban rápidamente y lo único que tenía era mi propia fuerza y mi inteligencia en un día que pasó de paz a tragedia.



Tierra de osos 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora