Un Día...

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En el que Aomine descubrió que estaba enamorado.

Sus pasos se detuvieron en frente de la escuela Seirin, ni el sabía que hacía ahí. Momoi había ido con sus amigas al centro comercial, le habían invitado, la idea de comprar más revistas de Mai-chan no estaba mal, pero, terminó rechazando la invitación.

Sin más que hacer, dejó que su cuerpo tope con una pared, su mochila colgada en un hombro, sus brazos cruzados, al igual que sus pies, cabeza abajo y la mirada completamente perdida. Ya estaba ahí ¿qué podía hacer? Soltó un suspiró algo cansado, dejo caer un brazo y el otro lo subió a su cabeza revolviendo la parte de atras de su propio cabello.

Unas risas anunciaron la salida de los estudiantes. Levantó la vista para encontrarse con unas estudiantes, nada mal, para su gusto. Pero no estaba ahí por eso, fue a... ¿A que iba? Siguió con la vista hacia aquellas rejas que dejaba salir a los alumnos, algo hizo que reaccionará, una cabellera azul. Se comenzó a acercar a donde estaba, sus pasos pararon de nuevo al ver una cebellera roja siguiéndolo de cerca, al parecer se estaban divirtiendo, la sonrisa del pelirrojo era muy amplia, además de que el más alto tenía rodeado con el brazo al peli-celeste.

Su sangre comenzó a hervir, su ceño se había fruncido más de lo que ya estaba, no quería seguir viendo, no entendía por que, a decir verdad.

¿Aomine...-kun?

La voz de Kuroko lo devolvió al mundo, parpadeó repetidas veces y sólo hizo un gestó con la cabeza.

Hola.— Dijo vagamemte.

Oooh, ¡Aomine!— Aquél pelirrojo llegaba a la escena con una gran sonrisa, su sorpresa era mucha, pero para nada lo mostró, esa sonrisa era para él...¿cierto? —¿Un partido?

No tengo tiempo para ti Bakagami.— Se rió mostrando una cara de superioridad.

O es que le tienes miedo... —¿Bomeó? No se sabe cuando Kuroko bromea o lo dice completamente encerio.

¡¿Cómo me llamaste?!— Kagami después de darse cuenta gritó desesperado, aunque fue ignorado.

¿¡Ha!? ¡Nunca le tendría miedo a un idiota! —Reprochó el moreno.

(...)

El balón rebotaba en aquella cancha, los zapatos de ambos sonaban a la par, por alguna extraña razón Aomine sentía algo en el pecho.

La sonrisa de Kagami...esa que pocas veces le dedicaba, la que grabó desde el primer instante que la vio, no lo sabía hasta ese día.

Las risas invadieron ese espació suyo, los dos terminaron agotados, el balón rodo fuera del limite y sus cuerpos calleron directo al suelo. Había ganado, Aomine había ganado como siempre.

Se quedaron mirandose, los ojos de Kagami eran de un rojo hermoso alumbrado por las forolas que rodeaban aquella cancha, mientras que los de Aomine comenzaba a perder su tono azul y uno negro aparecía. Al darse cuenta que sus miradas se cruzaban los dos comenzaron a rodar cada uno por su lado.

—¡¿Qué mierda me veías Ahomine?!— Gritó Kagami, estaban a una distancia alejada.

¡¡Yo no te veía a ti, veía la cara de un perdedor!!

¿¡Ha!?— El pelirrojo se levantó de un movimiento rapido al igual que Aomine, sus frentes chocaron.— Quieres pelear ¡¿cierto?!

Aomine al escuchar su voz tan cerca, al ver su boca moverse de alguna manera quizo probarlos, antes de que pudiera se separó, desvió la mirada y se tapó la boca.

Pierdete, Bakagami. —Dijo, su mirada se clavó ahora en un peli-celeste que tenía una sonrisa picara mientras tomaba su malteada. Se había olvidado por completo de su presencia.

(. . .)

Mil vueltas había dado en su cama, el sueño no llegaba, tal vez era el calor, si, eso debe ser. Su cara fue directo a su almohada, pataleó un par de veces y levanto la vista encontrándose con la pared.

“Kagami idiota” pensó mientras sus mejillas se tornaban rojas, dio otra vuelta para ahora mirar al techo y suspirar, un brazo le tapó los ojos y soltó en un susurro muy bajo...

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Un Día...(✔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora