Transito por el pasillo, mientras guardo un cuaderno en mi mochila, escondiéndome de la vista de...
—¡Espera! ¡Elizabeth, espera! intentaba alcanzarme, mientras yo aceleraba el paso.
—Santiago, ¿qué quieres? —dije, expresando molestia en mi rostro, dejando muy claro que deseaba que parara de molestarme con lo mismo.
—Ya sabes qué es lo que quiero —dijo casi en una súplica.
—En verdad lo siento —dije y le di la espalda. Pero no tenía intención de lastimarle, así que volteé y lo miré para darle una razón justa de mi negativa—. Escucha. Yo no te ayudaré a conquistar a esa chica, ni si quiera sé quién es. Por favor, entiende: yo no entablo buenas relaciones amistosas con las chicas —dije, cansada de su insistencia.
Le di un abrazo para consolarlo. Ciertamente me pedía cosas muy raras, pero éramos amigos desde muy pequeños.
Recuerdo que estaba jugando fútbol en el descanso con unos niños en la escuela e iba a conducir la pelota a la portería y lo hice: anoté un gol.
Pero una portería de barras metálicas y carente de malla que detenga el impacto de un balón tiene sus desventajas y justo las tuvo que pagar el niño que iba cruzando por atrás de la barra central de la portería.
Se escuchó un llanto fuerte y agudo. Le había pegado un pelotazo en el medio de la cara. Me asusté mucho y corrí en dirección al niño y lo vi, tenía la cara roja y su nariz amenazaba con sangrarle. Le llevé a la enfermería. Al parecer era nuevo porque no sabía a dónde debía ir.
Al final literalmente le rompí la nariz. Llamaron a su madre porque le dolía mucho y querían que fuese examinado en caso de tener una fractura en su nariz. Aunque creo que no fue fractura porque al día siguiente regresó muy feliz y empezó a jugar conmigo y los demás niños.
Ese incidente obligó a la escuela a poner malla en sus porterías....
—Está bien, pero ¿podemos tomar el autobús juntos? —me preguntó, cambiando su semblante.
—Por supuesto —dije, tomándole el brazo—. Vamos.
—Oye, apuesto a que todavía no completas fingerdash de Geometry Dash —dijo burlón.
—Lo completé mucho antes de que tú lo hicieras, Santi —dije, dándole una palmadita en el hombro.
—¡Ah! —exclamó frustrado—. ¿Algún día dejarás de ganarme en todo? —sonrió.
—Pues, hay muchas cosas en las que me ganas, pero los videojuegos son lo mío —dije, guiñándole un ojo.
—Yo solo gano en joder —dijo, mientras me quitaba la gorra, con la visera hacia atrás, que llevaba puesta, y se la puso él—. Y también en que todas tus gorras me queden bien —dijo riéndo.
—¿Ah, sí? —dije y le quité mi gorra. De pronto vi que ya venía nuestro autobús—. ¡Santi, corre, corre! Es nuestro autobús —grité.
Empezamos a correr hasta que lo alcanzamos. Subimos, pasamos nuestras tarjetas, registrando nuestro pago y seguimos a buscar un lugar donde sentarnos. Encontramos un par de asientos libres y nos sentamos ahí. Yo, como siempre, iba al pasillo del bus y Santi a la ventana.
—Hay mucha gente, ¿verdad? —dijo Santi, mirando a todas las personas del autobús.
—Creo que siempre es así.
—Oye, siempre me he preguntado si eres amiga de alguna chica o algo así. Porque puede que te gusten las chicas y tal vez por eso solo eres amiga de los chicos y yo y tienes un terrible terror por acercarte a ellas —empezó a decir, aunque vio mi rostro de terrible confusión y desagrado—. No te pongas así, yo respeto, respeto todas tus decisiones y te acepto tal y como eres.
—¿Qué? ¡No! Las demás chicas son aburridas, y mucho. En primera, no me gustan las chicas, aunque si te soy franca creo que tampoco los chicos. ¿Sabes? Me empiezo a cuestionar si me gustan las chicas o los chicos porque nunca me ha gustado alguien —dije sonriente.
—Ah, lo siento, no debí hacer suposiciones, pero aún así en algo le acerté a tu pensamiento. Y sí, las chicas son aburridas, menos tú —hizo una pausa—. Y Sofía, ella también es linda —dijo, mientras en su rostro nacía una sonrisa, que mostraba el dulce amor que estaba saboreando.
—Sí, sí, ya entendí la idea —interrumpí, con un gesto de cansancio.
—Vamos, apuesto que tú también te enamoraste de alguien alguna vez —dijo, dándome un suave codazo.
—No, tampoco —dije, haciendo una mueca—. Ahora que lo pienso, una vez un chico llamó mi atención, pero fue muy efímero, a los días ya todo estaba normal y lo miraba como a cualquier otro chico.
—¿Y quién era el afortunado? De seguro era yo —insinuó de manera coqueta y presumida.
—No te voy a decir quién es y no eras tú.
—Si como chica eres rara, como chico hubieras sido el doble —dijo, pellizcando mis mejillas.
El autobús frenó de golpe y Santiago se dio cuenta que era hora de bajarse e ir camino a casa.
—Hora de marcharme. Hasta mañana, mi Lady —se despidió alegremente, se levantó de su asiento y lo vi perder entre la multitud mientras se dirigía hacia la salida.
Estaba perdida en mis pensamientos cuando sentí que, en el asiento que quedó vacío a mi lado, se sentó alguien. Regresé a ver y había un chico de piel muy blanca, como una hoja de papel. Su cabello era tan negro y rizado, al igual que sus ojos, y lo acompañana una chica muy parecida a él. Lo extraño era que yo nunca los había visto antes, al menos en ese autobús a esa hora, la mayoría de gente que sube son personas rutinarias que van y vienen de trabajo o de la escuela. Revisé en mi mente y recordé que, en el receso en el colegio, vi a la niña entrar por la puerta principal del establecimiento educativo. Me dio mucha curiosidad saber quiénes eran.
Mi casa estaba cerca. Me levanté, bajé del autobús y fui a mi hogar. En el camino intentaba sacar hipótesis sobre esos chicos.
Siempre he pensado que mi casa es linda y mi papá es el mejor. Me gustan mucho sus ojos verdes y su cabello claro. Yo tengo su cabello claro, papá dice que yo tengo los ojos marrón de mamá. Mamá: ella murió cuando yo tenía dos años, la recuerdo poco, pero la recuerdo como una mujer muy cariñosa. La extraño mucho, ella me hace falta, pero soy feliz.
Entré a mi casa, al parecer, solo estaba mi padre. Fui a su cuarto, y ahí está: frente a la computadora.
—Hola, papi —sonreí. Y le di un fuente abrazo.
—Hola, princesa —dijo sonriente—, ¿cómo te fue hoy?
—Bien, papi. Otra vez, les gané a mis amigos —me burlé.
—Sí, pero no me ganas a mí —dijo. Y me acarició la cabeza—. Ve a cambiarte, que ahorita sirvo la comida.
—Bueno, papi —respondí.
Fui a mi cuarto y me vestí para ir a comer con papá. Él es lo más importante que tengo en la vida. Comer con él es lo mejor.
En la tarde, hice la tarea y me acosté a dormir, luego de cenar.
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Imposible Posibilidad
Science FictionEn un mundo espejo al planeta Tierra, casi como un reflejo de esta, todo es muy parecido. Lo extraño es que ahí vivan "nonhumans", o sea criaturas con características humanas pero con poderes extraordinarios. Pero, ¿qué pasaría si un humano encuentr...