Solo importa el ahora

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Emrys había dicho: "Pasaré por ti", esa mañana apenas despertó. Su conexión se había hecho tan profunda que ni la distancia podía separarlos. Mordred sonrió con verdadera felicidad por primera vez en mucho tiempo, su cuerpo sintiéndose ligero mientras recordaba la noche anterior, cómo Merlín se había visto renuente a irse una vez que estuvieron en la parada del autobus.

Se vistió y arregló para asistir a clases y bajó a desayunar. Su madre se sorprendió por el repentino beso en su mejilla, mirándole con incredulidad puesto que apenas un día antes parecía estarse convirtiendo en una bola de negatividad infinita. Su padre le miró sobre la taza de café que estaba bebiendo.

—Amanecimos de buen humor —Se burló su madre, yendo a servir los panqueques—. ¿Algo en especial que haya sucedido?

Él sabía que ella sabía. Pero no podía decir nada, no aún. Ni siquiera sabía lo que había sucedido del todo y necesitaba hablarlo con Emrys.

—¿No puede uno besar a su madre sin que haya un motivo oculto? —Fue su desenfadada respuesta. Su madre levantó las manos.

—No, no. Yo no dije eso. Pero tendrás que soltar la sopa en algún momento.

Mordred solo se encogió de hombros y siguió con su desayuno. Cuando vio que sería hora de que Merlín llegara, tomó su chaqueta y se levantó. Como en sincronía, Emrys dijo en su mente "Estoy aquí".

—¿No quieres que te lleve? Tengo tiempo —Dijo su padre, que iba por el saco.

—Nop —Canturreo, poniéndose la mochila y alzando el móvil, solo para aparentar—. Han venido por mi.

Su madre se asomó entonces, sus cejas en un arco perfecto y su padre se quedó estático, confundido. Con una sonrisa, se dio cuenta de que nadie nunca había ido por él antes. Mordred abrió la puerta y saltó la escalinata de la entrada. Luego se detuvo, mirando la visión frente él, la sonrisa muriendo en sus labios.

"¿De verdad, Emrys?". El brujo rió en su cabeza.

"Sí, buenos días Merlín, que gusto que has venido a recogerme, espero no causarte muchas molestias" Cantó en su mente. "De nada, Mordred, sabes que lo hago con gusto". Mordred hizo una mueca.

"¿No podíamos solo tomar el autobús?"

Merlín se quitó el casco color rojo brillante para dejarle ver su cabello aplastado y esa sonrisa que dejaba su mente en blanco. Mordred sintió que su corazón se apretaba tanto que casi podría asustarse de morir. Emrys tenía una motocicleta y se veía jodidamente bien en ella.

—Buenos días, Alex. Sube o vamos a llegar tarde —Dijo Merlín en voz alta por primera vez. Mordred sintió miradas en su espalda de pronto y se volvió para encontrar a sus padres asomados a la puerta, ambos con los ojos bien abiertos. Su madre explotó en un sonrisa demasiado grande y entonces dijo a su padre:

—¡Me debes 10 libras!

Tanto Mordred como Merlín se sonrojaron, pero el brujo levantó su mano y les saludó cortés.

—Por Dios, ¿apostaron sobre esto? ¡Mamá! —Chilló Mordred, haciendo que Merlín ahogara una risa. "Eso fue tan lindo" Escuchó en su cabeza y él quiso patearlo.

—¡Que tengas un buen día, cariño! —Exclamó ella antes de lanzarle un beso y cerrar la puerta.

Mordred caminó hacia Merlín y tomó el casco negro que descansaba en la parte trasera, poniéndolo sobre su cabeza. "Esto es demasiado, hasta para ti", deslizó en sus pensamientos. Merlín se colocó su propio casco. "¿Prefieres un auto?".

Dos vidas, un problemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora