CAPÍTULO VI - Segunda parte

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NOTA DE AUTOR: debo confesar que escribir esta parte fue muy difícil a nivel sentimental. Pasé por todos los estados emocionales, e incluso puedo decir que en cierto punto me generó incomodidad. Sí bien esta historia es un drama, o una tragicomedia, hay ciertas situaciones que nos superan como escritores (aunque sea de fanfiction como yo). A veces tenemos que contar cosas que en la vida real también pasan y uno se queda con una fea sensación en el cuerpo, porque como dicen por ahí, la realidad supera la ficción. Con esto no quiero espantarlos antes de que empiecen a leer jajajaja... Les puedo asegurar que ésta historia NO va a tocar temas turbios, pero sí va a haber drama y nuestros personajes van a sufrir. La única reflexión que puedo hacer es que, tanto en la ficción como en la realidad, hay mucha maldad e injusticias en el mundo.

Otra vez, les aconsejo prestar mucha atención a los detalles, acá van a empezar a entender un poco más la razón por la cual Dante y Simona se separaron. QUE COMIENCE EL DRAMA.

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El hombre miró por tercera vez su reloj Rolex mientras uno de sus zapatos de cuero marcaba un impaciente ritmo sobre la alfombra roja.

Su traje reluciente, tornasolado, y con acento europeo lo distinguía a kilómetros de distancia, incluso entre el lujo de cinco estrellas que lo rodeaba. Toda su presencia destilaba un halo de sofisticación, elegancia y compostura.

El ascensor tardaba en llegar y él necesitaba hacer unas cuantas llamadas de negocios en la intimidad de su habitación. Subir diez pisos por la escalera no era ni siquiera una opción que estuviera en sus planes. El tiempo era tirano incluso para él, el rey de la tiranía.

Un sonido corto y melodioso indicó la llegada del tan ansiado elevador. Las puertas se abrieron y el hombre ingresó al habitáculo. Miró a su acompañante, se acomodó la corbata azul y sonrió.

-Buenas tardes -dijo con falsa modestia.

Ella le devolvió la sonrisa por cortesía y se paró en contra de la pared izquierda, al lado de la botonera.

-¿A qué piso va? -preguntó ella.

-Al décimo -le respondió mirándola de reojo.

La joven programó el número correcto en el panel de control, las puertas se cerraron y el aparato comenzó a moverse.

Ninguno de los dos pronunció palabra, mientras en la pantalla los números de los pisos iban pasando sucesivamente.

Los dos estaban de frente a las puertas metálicas, ella con las manos cruzadas delante de su cuerpo, él con las suyas en el bolsillo. Cuando el dispositivo electrónico indicó que estaban llegando al quinto piso, ella decidió interrumpir el tenso silencio.

-Qué frío que está ¿No? Parece que se viene el invierno nomás.

El hombre giró en su sitio y con una sonrisa que no dejaba entrever ni siquiera el blanco de un solo diente la miró de arriba a abajo y luego centró su atención en el rostro de la mujer, pero por sobre todas las cosas, su mirada se desvió, por un micro segundo, hacia el colgante que ésta llevaba puesto.

El reconocimiento y los recuerdos atravesaron su mente como el golpe de una marea furiosa.

-Las cosas tendrían que estar en su lugar -respondió.

Ella lo miró desconcertada y, en cierto punto, intimidada por la forma en la que el hombre continuaba mirando el dije, al que, en una especie de actitud protectora, envolvió en un puño. Al advertir la confusión de ella, él prosiguió:

-Me refiero a que el cambio climático nos tiene engañados. Estamos por entrar en invierno, tiene que hacer frío.

Ella solo asintió y volvió a mirar a las puertas. Todavía faltaban tres pisos para llegar.

Amarte en silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora