Rosie lloraba abrazando a la mujer que la había criado desde la muerte de su madre. Siempre creyó que la Sra. Hudson moriría de causas naturales. No de esta manera, no asesinada.
Ninguno de los cuatro se movió por unos cuantos minutos.
Se quedaron allí hasta pasadas las 2 de la mañana. John pensaba en sacar el... Cuerpo para luego llevarlo a la morgue en la mañana. Le dolía de solo pensar en que, el cuerpo de una mujer alegre, carismática y sorprendente, terminaría en una morgue, abriendo paso a un caso de homicidio que él no quería resolver.
El gran cerebro de Sherlock, como era de esperar, parecía no asimilarlo. Aunque en su rostro no hubiera reacción alguna, sus brazos abrazaban a su hija, para consolarla.
Las lagrimas brotaban y no cesaban.
Amelie seguía tapada por el cuerpo de su padre."¿Por qué nos hicieron esto?" Se preguntaba Amelie. "¿Es qué voy a perder a mi familia de a poco?". Oyó una tosecita y volteó para ver de donde provenía:
La Sra. Hudson tosía sacando el agua a sus pulmones. Rosie le besó la frente mientras Amelie caía de rodillas a su lado. Parecía imposible pero estaba viva. Las dos niñas la abrazaron y ella se lo devolvió.
-Creo que el paro cardíaco lo tuvimos nosotras- Bromeó Rosie.
- Ya, ya. No se preocupen- Dijo la Sra. Hudson con sus manos apoyadas en las mejillas de cada una. -. Estoy bien. Prometo no dejarlas de esta manera.El tiempo pasó y la Sra. Hudson seguía con su rutina. Subía las escaleras con normalidad para darles a la familia Holmes-Watson té y un café para Amelie.
El cumpleaños número dieciséis de Amelie se acercaba. Rosie estaba encantada con la idea de que su hermana ya sería una adulta. Como ya todos sabían, a Amelie no le gustaban las fiestas y menos una tan pomposa como los dulces dieciséis.
-¿Cuál es el problema?- Repetía Rosie una y otra vez- Son muy lindas esas fiestas.
-Ya dije mil veces que no me gustan. No quiero parecer una princesa. No necesito la atención de los demás, y, si la quisiera, quiero destacar por mi inteligencia, no por cuanto dinero gaste en la fiesta.- Hizo una pausa- Además, no tengo amigos.¿A quién invitaría?- Aunque a la mayoría de las personas les pondría mal no tener amigos, la niña soltó una carcajada, que contagió a Rosie.Una tarde, las niñas volvían de la escuela caminado bajo la lluvia. Cuando llegaron, apoyaron el paraguas en la pared, se sacaron la ropa mojada y se sentaron en sus respectivos lugares.
Sherlock y John salieron de la cocina, echándose miradas cómplices. Ya sentados en sus sillones hablaron:
-Tenemos que hablar- Dijo Sherlock, con semblante serio.
- Hay algo que demos contarles- Siguió John- Demos contarles ahora o sino no llegaríamos a tiempo...
-¿A tiempo para qué ?-Preguntó Rosie.- ¿Una entrevista? ¿Un secuestro?¿Una boda?- Los dos padres cambiaron miradas, otra vez, cómplices.
-No es nada de eso.- Respondió John.- Chicas, Sherlock y yo decidimos que, para los dieciséis de Amelie, viajaremos a... ¡Disney!- Amelie saltó de la silla y habló muy rápido.
-¿Disney Japón, Orlando, Hollywood o París?
-¿Hay uno en París?- Dijo lentamente John intentando no enojarse.- Para qué nos vamos a Estados Unidos si hay uno a mucho más cerca y barato.
-Tenía ganas de visitar Orlando.- Contestó el detective encogiéndose de hombros. El doctor estuvo a punto de replicar, aunque prefirió callar.
Las dos niñas, sin esperar más, fueron directo a armar sus valijas. En dos días, estarían yendo al lugar donde los sueños se hacen realidad...El viaje en avión fue tedioso. Amelie estaba ansiosa, Rosie leía un libro, John dormía y Sherlock se quejaba porque no encontraba la posición perfecta. "Hubiéramos viajado en primera clase. Pero no... John no quería pagar demasiado. "
Amelie no podía controlar sus nervios. Iban rumbo a Disney, el sueño de cualquier niño, y también era la primera vez que salía del país. Ni siquiera había cruzado la frontera a Escocia (Un plan que tuvo a los diez años). Para ella, este no sería cualquier viaje. Era uno especial, porque marcaba el comienzo de una nueva etapa tanto adulta como...
-¡Am! Llegamos.- Gritó Rosie con la cara pegada al vidrio. Puede que ella tenga casi quince años pero seguía comportándose a ratos como una niña. - No puedo creer que estemos en Estados Unidos. Es muy emocionante.
- ¿Aunque ya hayas salido del país, anteriormente?
- Claro. Viaje por unos cuantos países de Europa pero no se compara con cruzar todo el océano.
Luego de que Sherlock tuviera una pequeña pelea con uno de los guardias de seguridad por los artefactos científicos que llevaba en la maleta, partieron rumbo a su hotel en un taxi.
Como era de esperar, Orlando no se comparaba con Londres. El día era azul con solo un par de nubes traviesas. El clima primaveral, claramente mucho mas cálido del de Inglaterra. El hotel, como todo lo que ellos tenían planeado, era de la misma compañía que los parques. Se instalaron en dos habitaciones, con dos camas cada una, conectadas a través de una puerta.
El jet lag les había afectado bastante por lo que decidieron comer algo rápido e irse a la cama. En la mente de Sherlock resonaban las siguientes palabras "Necesito un caso, no voy a aguantar tanto tiempo"
El día comenzó de maravilla. Desayunaron waffles y partieron al primer parque pasadas las 8:30.
- Bien- Inició Amelie.- Durante el vuelo planee lo que haríamos en cada parque. Hoy toca Hollywood Studios así que...- Sacó un mapa y lo señaló- Estas son las atracciones que son lo suficientemente bajas para que no me agarre vértigo.
-Son casi todas- Replicó John.
- Eso es porque las peores no están en este parque.- Constó Sherlock como si fuera algo obvio.
Ya dentro, intentaron recorrerlo entero. Hubo cierta discusión entre los Holmes porque ambos habían planeado un recorrido diferente y ninguno quería cambiarlo, algo típico en ellos. No solo discutieron por eso, sino por una atracción: Hollywood Tower.
-Vamos, no me vas a decir que tenes miedo.-Se burlaba Sherlock.
-Si y mucho. Mira: Se que no es tu territorio pero tampoco el mio. No me gustan las alturas y punto.-Dijo la mayor- Vayan ustedes. Yo les espero acá tomando un helado.- Su padre refunfuñó enojado.
- ¿Estas segura de que te queres quedar?- Le preguntó John.
-Sip. Nada me puede pasar.
Los tres tardaron una hora y media en subir al juego. Amelie tomaba un helado de vainilla, su favorito. Observaba a las demás personas para divertirse. Las deducía y muchas veces quedó como una loca riéndose sola por las cosas de las que se enteraba. En un momento, creyó divisar a un hombre extraño, semblante serio, un arabe. " ¿Y si es...? No, por favo, Amelie, no seas racista."
-Estuvo genial, Am- La despertó Rosie de su sueño.
-No tan genial para mí- Acotó John, pálido. Todos esperaban la respuesta del detective.
-Me tiré de un edificio para fingir mi suicidio. ¿Por qué ha de molestarme un juego?
Después de comer como cerdos varios pedazos de pizza, las niñas obligaron a sus padres a llevarlas a una pista de hielo a patinar. Los convencieron de que sería divertido, que era verdad, pero, nunca mencionaron para quien lo sería...
Ponerse los patines y caminar ya fue todo un reto. Rosie entró en la pista y se desenvolvió muy bien. A Amelie le costó un poco más, aunque al poco tiempo le agarró la mano. Sin embargo, para John y Sherlock, la cosa fue mucho mas difícil:
Sus pies se resbalaban aunque se movieran por las barandas. Cuando intentaban soltarse, caían al hielo de manara graciosa. Sherlock odiaba que no le saliere y estuvo a punto de salir de la pista. Su hija le tomó la mano antes de que salga. Con un gesto le indicó que la siguiera y él con mala gana lo hizo.
Tomados de la mano, Amelie le enseñó a su padre como mantener el equilibrio. Luego Rosie la copió y momentos mas tarde, los cuatro patinaban juntos. John se cayó en un momento, lo que desencadenó un efecto dominó: Todos cayeron de bruces al suelo, riéndose a carcajadas. Nunca olvidarían ese día...
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Sherlock 2 : Las Historias De Amelie.
Fiksi PenggemarAños después, Sherlock, John y Rosie viven juntos en Baker Street. Todo parece transcurrir bien hasta que el famoso detective se entera que... ¡Tiene una hija! Amelie, con solo 13 años de edad pasará a vivir la experiencia más grande de su vida: re...