Prólogo:
Tomó su pelo en una coleta y miró su rostro, desarreglado como siempre, Marina no era de estar maquillandose todo el tiempo, odiaba todo lo que tenía que ver con ''parecer linda'', ya que ella llevaba su propio estilo, o almenos era lo que pensaba ella. Tomó los cigarrillos y las llaves de su casa, pasar a tomar un café no le hacia nada de mal. Caminó unas cuantas cuadras más, llegando hasta la cafetería, dió leves pasos para luego sentarse en una mesa para uno, una chica de cabello color marrón se hacerco a ella, y con una pequeña agenda, anotó lo que Marina pidió. Esperó paciente su café, mientras que ocupaba sus manos escribiendo mensajes a su amiga, la chica se acercó a ella y dejó el vaso con café sobre la mesa, Marina pronunció un pequeño ''Gracias'' y dejó su móvil a un lado. Miró por un momento el aire trasparente que lanzaba el líquido café, para luego tomarlo y beberlo, los minutos pasaron y el líquido ya comenzaba a acabarse, al igual que el color vivo del cielo, dejando ver pequeñas lucesitas en el cielo.
Miró la hora en su móvil, las 10:00 de la noche, Marina tomó dinero de su bolsillo y lo dejó junto al residuo del vaso.
-¡Gracias por el café! - Gritó desde la entrada, siempre lo hacía, y las personas de allí hasta se habían acostumbrado.
Caminó vagamente por las calles, mientras que con una mano sostenía un cigarrillo, sacó su móvil de su bolsillo y le marcó a su madre.
-¡Mamá! llegaré un poco más tarde, pasaré a la casa de mi amiga - Pronunció Marina desde la otra línea.
-Bueno hija, no llegues demaciado tarde - Siempre su madre con los típicos sermones.
-Claro, no tengo mu... - Marina pegó un salto al sentir que su boca era tapada, dejando caer su móvil al frío suelo.
Marina trató de safarze en un intento fallido, la fuerza de quien la sostenia era mayor que la de ella, intentó nuevamente con alguna esperanza y como respuesta obtuvo un gran golpe en la cabeza, que la dejó completamente inconsciente.
La pesadilla ya había comenzado.