Melodía de perdición

El corazón palpitaba desenfrenado al compás de la sinfonía de un viejo piano. La música envuelta en la lujuria lentamente se abría paso mientras aquellos labios hambrientos emanaban una estela cálida envuelta en deseo.

Dulces y tentadores jadeos acompañaban la contorsión de un delicado cuerpo, mientras la electricidad viajaba a través de las terminaciones más sensibles sumidas en erotismo y anhelo ¿Cuanta resistencia aguardaría su mente ante la ambrosía que abrazaba su fuero interno?

Una boca cuyo fuego calcinaba la piel con caricias descaradas dedicadas a la tersura de su alargado cuello, empujándola a un abismó dónde el pecado la llevaría a consumirse en las llamas de un demonio de ojos negros.

Su cuerpo en delito sucumbió presa del frenesí hacía un cuerpo ajeno, ansiando con desespero el momento cúspide del éxtasis divino que consume la unión de dos cuerpos, en compañia de la música que hipnotiza los sentidos aquella que los guía hacía los instintos más primitivos.