_verde a rayas_

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Una versión diferente de ti existe en la mente de cada persona que te conoce.

Hay un libro que trata sobre un hombre que se vuelve loco al darse cuenta que nadie lo conoce realmente. El caso es que la persona que pensamos ser solo existe en nuestra cabeza, e incluso nosotros no estamos seguros de quién es. Es decir, nosotros somos o creemos ser de una determinada forma con determinadas características, actitudes, pensamientos, pero a su vez toda persona que nos conoce tiene una forma diferente de verlo. Dentro de cada mente la percepción de nosotros es distinta.

Ella, era un ejemplo claro de las enormes diferencias que hay entre la versión que tienen tus conocidos de ti y la que tienes tu mismo. Nadie la conocía realmente. Nunca iban a saber en lo que realmente pensaba, lo que creía.

Lo más raro es que todo esto ella también lo pensaba, ella pensaba que estaba pensando lo que pensaba. Y usualmente estos complicados e incontrolables problemas reflexivos ocurrían durante sus duchas. El confort que le brindaba el agua tibia deslizándose por su piel desnuda lograba que entrara en una especie de trance filosófico. Un estado de abstracción se apoderaba de su mente por unos cuantos minutos, haciendo que se olvidara de todo lo que la rodeaba.

Nunca se había planteado escribir, no le tenía fe a su capacidad para dicho acto. Pero se vio con ánimos de intentarlo al querer participar en un concurso literario de su liceo. ¿Qué mejor momento para crear una idea sobre el tema de su cuento que en su ritual diario de filosofía e higiene?

Fue así como, un jueves por la noche, se hallaba a la deriva en el caudal de su consciente, incapaz de percatarse de cualquier movimiento externo, excluyendo su verde cortina oscilante, a rayas. Su alcance de inconsciente audición se limitaba a no mucho más que su puerta de madera. No tenía muy claro el suceso que dio inicio, esta ocasión, a su complicado revuelo de ideas. Pero lo importante a saber, es la trama que en su cabeza se desarrollaba sin demasiada voluntad de su parte.

Un joven, no, mejor una joven. Estudiando se hallaba en su habitación, o  tal vez algo más realista. Leyendo un libro... dibujando... escuchando música. Sí, escuchando música. Una joven se hallaba en su cuarto escuchando música cuando el recuerdo de la humillante escena que había tenido que soportar esa misma mañana se apoderó, nuevamente, de su mente. Gracias a su inestable compañera de clase y ex mejor amiga, su más grande secreto, se convirtió en un rumor público. Ese secreto que prometieron no mencionar jamás. Ese tan íntimo, vergonzoso y tormentoso secreto. Toda su clase lo había escuchado. Todos la conocían realmente ahora. La rabia e impotencia que llenó su cuerpo sólo logró que ella saliera corriendo lo más rápido posible para arribar a su casa en un océano de lágrimas. Odiaría ese jueves por el resto de sus días.

Y de un segundo al otro, una idea le surgió. Como si de una descarga eléctrica se tratase. Porque, de todas maneras ¿qué sentido tenía sufrir de esa manera si la culpable de su difamación no había sido otra que aquella supuesta compañera de vida? Nadie la conocía más que ella. Siendo oyente y testigo de todos sus retorcidos razonamientos, era la única que conocía como funcionaba su cabeza. Sabía, por lo tanto, que por más inestable que pudieran catalogar a aquella antes hermana del alma, ahora podría haber controlado su boca perfectamente. No había dudas, lo hizo para herirla, sin sentir ningún tipo de remordimiento.

La cólera de la joven aumentaba precipitosamente, al igual que su llanto. A medida que transcurrían los minutos esa descabellada idea dejaba de parecer tan irracional. Podría ejecutarla perfectamente, haber gastado tantos años de su vida con esa (ahora inútil) amistad, le podrían servir de algo. Fue perfeccionando todos los detalles en el camino y al llegar a su destino, sólo necesitó un poco de valor; razones ya tenía suficientes.

La vista nublada, los oídos zumbando, la respiración agitada, el corazón galopando bajo su remera, la temblorosa mano con intención de abrir la puerta. Todos sus sentidos centrados en su malévolo plan, pero a su vez, se encontraba fuera de sí. Intuía que no estaría la madre, y no estaba equivocada. Conocía la estructura interna de memoria. Al entrar, reconoció la sala y unos metros adelante, en la cocina, supo el lugar exacto de dónde tomar el afilado cubierto. Se internó en el pasillo. Tenía la certeza de la ausencia de la hermana en la primera habitación. Se dirigió a la segunda puerta de madera, la del baño. Le llegó el sonido del agua cayendo. Adentro la cortina verde a rayas. Y entonces, la cuchilla en mano. Finalmente, la chica imaginando su inédito cuento.





flør

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