Era un día como otro cualquiera. La NASA mandó a dos astronautas a Marte para buscar nuevas formas de vida, cuando regresaron no lo hicieron solos. Ahora el mundo está sumido en un caos donde solo hay dos opciones: Matar o Morir.
Todo comenzó el año pasado, mi amiga y yo realizábamos nuestras labores como siempre cuando sonó la alarma de peligro. El extraño virus que estaban estudiando se salió de control y no solo afectó a personas sino también a animales, desde eso el pánico cundió por todo el mundo y en cuestión de horas todo estaba destruido y habían seres caminando por toda la ciudad.
Jade: ¡_____ cuidado! -gritó, me apuntó con su rifle y le disparó a un zombie que había detrás de mi. El disparo le atravesó la garganta haciendo que muriera -¡Rápido, salgamos de aquí!
En efecto, zombies. Pero no solo habían zombies, también habían perros del infierno, apodados Hellhound. Mi amiga y yo nos subimos a un coche para escapar de allí, detrás de nosotros nos perseguía un perro de color negro, se le veían los huesos y de su boca salía humo, nos miró con sus ojos rojos para luego gruñir-nos.
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_____: Ahora verás -le apunté con mi pistola, le acerté en la cabeza, cayó al suelo inmóvil -Uno menos.
Jade: Todavía quedan millones, no te relajes -suspiró mientras conducía.
A los hellhound solo los podías matar por el día, de noche se volvían como fantasmas y eran intangibles con lo cual era difícil matarlos, a eso le sumamos los zombies que también suelen salir al atardecer y por la noche, de día es difícil verlos pero todavía no hay que relajarnos. En este tiempo tienes que estar alerta todo el rato.
Ahora íbamos por un camino de tierra, mi amiga conducía mientras que yo vigilaba de que no nos atacase ningún bicho de esos. Hacía tiempo que no veíamos a algún humano, si vimos e incluso hicimos un grupo para ayudarnos pero todos nos dejaron...
Llegamos a una ciudad de Miami, que era donde nos encontrábamos, para buscar provisiones y otras cosas. Nos bajamos del coche para entrar a una tienda, esta tenía los cristales rotos y todos los alimentos estaban en el suelo, unos abiertos y otros cerrados.
En mi mano derecha tenía mi puñal para defenderme, en los riñones tenía escondido otro puñal y en la pierna derecha tenía cogida una pistola en su funda. En los antebrazos tenía guardados dos puñales más grandes por si acaso, nunca estás lo suficientemente armada en estos casos.
Jade: ¿Has encontrado algo? -negué -Cojamos solo cosas que podamos comer en el momento, si nos llevamos cosas que debamos cocinar será más peligroso.
_____: Claro jefa -sonreímos con nostalgia por aquellos recuerdos -Veamos, por aquí solo hay patatas, queso, jamón...
Cogí una bolsa de tela que había en el suelo y la llené con comida envasada ya cocinada o que comía así directamente, Jade por su parte cogió dos garrafas de agua para llenar nuestras cantimploras.
Escuché un ruido proveniente de dentro de la tienda pero preferí irme con mi amiga al coche, teníamos que reservar munición y energía para la noche, solo debíamos luchar en caso de suma importancia. En una tienda o bueno, lo que quedaba de ella vimos unos conjuntos que nos gustaron así que los cogimos y nos cambiamos de ropa, la que llevábamos estaba manchada de sangre seca y barro.
