Las pulsaciones no disminuían e iban al compás de los nudos que giraban y se enrollaban entre sí haciendo que a veces la saliva no consiguiera descender por la garganta de Bella. Esto sin duda era lo que podía denominar nervios, aquellos que no puedes controlar por más que pienses con claridad ya que el tartamudeo y frases sin sentido alguno aparecerían repetidamente.
—¡Relájate! —Exclamaba Bella dejando perplejo a Markos.
Sin embargo Isabella estaba igual de sorprendida que él, ya que en un principio esa frase iba dirigida exclusivamente a su cabeza y a sus nervios. Markos sin embargo sonrió a pesar de su confusión.
—Mentiría si dijera que lo estoy. —Contestó posando la mirada en sus botas.
La contestación era mucho más sincera de la esperada, lo que provocó que Bella estuviera más relajada ya que no era la única que tenía los nervios a flor de piel, a pesar de que a uno se le notara más que a otro.
Markos sin embargo, sin mediar otra palabra observaba por el rabillo de su ojo verde como la coloración de la Lifa se transformaba de un blanco pálido a un rojo chillón lo que provocó una sonrisa en su perfecta dentadura.
—¿Y Cuántos años tienes? Si no es muy personal para ti. —Preguntaba Bella mientras continuaban con su paseo hacia la perdición. Y no la del camino exactamente.
—Por favor, ¿por quién me tomas? No soy ningún adulto. —Se echó a reír y Bella también, su sonido era muy contagioso. —Veinte, ¿y tú?. —Contestó.
—¿Cuántos me echas? —Lanzó la peor pregunta que le podrían hacer a Markos.
—Esa es una pregunta prohibida y no es justo contestar una pregunta con otra. —Estuvo rápido antes de cometer el primer error con una Lifa.
—Esta bien. —Sonrió mientras se mordía la lengua. —Diecinueve. —No andaban muy lejos las sospechas de Markos.
Los otros diez minutos se basó en conversaciones triviales pero sin entrar en detalles de la localización de Serindia o de las maravillas que puede albergar una Lifa, de las cuales Bella no solía alardear.
El camino podría ser tan extenso como ellos quisieran pero Markos sabía que el tiempo no era limitado por más que quisiera y a pesar de la promesa que le había hecho a Bella, la preocupación le podía más.
Tomó aire y en su interior meditaba como inciar la conversación a la vez que observaba los suaves movimienos de los labios de Bella, los cuales estaban emitiendo información hacia él, sin embargo no estaban siendo recibidos. Solo esperaba que el dialogo propio no fuera intercedido por una pregunta de Bella la cual no sería respondida.
—Entonces fue cuando vi que el pez no...—Isabella— Fue intercedida y frenaron ambos al momentos.
—¿Qué pasa? No me estabas escuchando...—Frunció el ceño.
—Perdona, sé que te dije que no iba a preguntarte nada con el tema de los Lifas pero, solo hay una cosa que quiero saber. —Preparaba el terrero mientras observaba como las facciones de Bella no cambiaban.
—Cuando me tocaste... ¿Te hice daño? —Soltó la pregunta suavemente.
Bella relajó la expresión y observó como en los ojos de Markos se podrían ver la preocupación que albergaban, la cual iba simétrica a sus cejas no muy bien depiladas. Al principio de la conversación improvisada, comenzó a sentir una punzada en el estómago creyendo que el poco tiempo que habían pasado tan bien había tenido una única intención detrás, saber de los Lifas, pero se volvió a confundir con él cuando finalizó la frase.
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Sangre Fría
FantasiBella, una joven de raza Lifa lleva muchos años acatando las normas de su familia y de su pueblo, cuando conoce a Markos, un humano, conoce por primera vez lo que es el calor. A paritr de ese día la curiosidad por saber más puede con ella sin embarg...