Capítulo 1

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Sólo muévete. Se decía mientras huía, corriendo tan rápido como sus piernas le permitían a través de la oscuridad del bosque. Su respiración se hizo dificultosa y reconoció que necesitaba encontrar un lugar para esconderse.

Podía oír al ridículo novio de su madre, Mike, tropezando entre los árboles detrás de ella. Dallas sabía que no pesaba mucho, pero no estaba segura de lo bien que su resistencia aguantaría en comparación con la de él. Su rabia le daba más energía, estaba segura de ello. Agarró el paquete de seis que había robado de su nevera y sonrió para sus adentros. No pudo evitarlo.

Le gustaba pasar un buen rato y la cerveza ayudaba con eso. Recordó la última vez que la había golpeado, sólo unas semanas antes, cuando le había robado. No sabía cómo la había descubierto, posiblemente, su propia madre la delataba, no sería la primera vez. Pero mientras se escapaba, pensó que estaría a salvo.

Levantó los ojos del suelo con la esperanza de ver al viejo edificio en el horizonte. Miró hacia atrás una vez más, el viento picó en sus ojos al darse cuenta de que Mike ya no la seguía. Pensó que había superado lo de las cervezas, la había estado persiguiendo por el bosque por sólo un miserable paquete de seis.

Algo que él podía terminar en apenas una hora. Desaceleró el ritmo considerablemente, pero continuó corriendo, haciendo su camino hasta la colina directo a su refugio. Nadie tenía la menor idea de que este edificio se hallaba escondido entre el follaje, pero era donde disfrutaba de paz y soledad.

Desde que Dallas podía recordar este había sido su lugar, su sitio para esconderse, su punto de escape. Caminó hasta la colina con el barro pegado a los zapatos que difícilmente le quedaban bien. Habían pasado años desde que Dallas consiguió ropa y zapatos nuevos. Todo provenía de tiendas de segunda mano y aunque no le importaba no tener ropa de marca como la mayoría de los chicos en la escuela, por lo menos le hubiera gustado tener ropa que le quedara.

No era alta, era de estatura promedio, pero era delgada, por lo que su madre pensó que la ropa de niña aún debía servirle, aunque fuera una estudiante de secundaria. Pero eso no importaba ahora, ella tenía su cerveza, y tenía un lugar para esconderse y beberla. Podía ignorar a su madre, a Mike y a todos los sentimientos que tenía acumulados en su interior.

Las cosas no siempre habían sido tan malas para Dallas Tanner, una vez tuvo una vida no muy diferente al sueño de un niño, dulce y honesta. Entonces, su madre no podía dejar las drogas, comenzó a tener relaciones, y su padre, un hombre de negocios, no podía encontrar la manera de salir del lío sin dejar a Dallas atrás. Los adultos cometen errores, ella siempre se dijo eso, pero aun así no significaba que su corazón no le doliera cada noche cuando pensaba en él.

Soñaba cuando él la cargaba como un bebé y la subía en el columpio. Él la empujaba y ella creía que volaba. Era su padre, el que una vez la había llevado a este estudio de baile hace mucho tiempo para su primera lección de ballet.

Era como si el edificio hubiera muerto cuando la relación de Dallas con su padre murió. Las tablas del suelo crujieron cuando entró. Pasó el dedo a lo largo de las paredes de espejos que quedaban y lentamente se dirigió a la oficina donde guardaba todos sus secretos. Pocos años después de que el padre de Dallas dejara el estudio, había sufrido un incendio terrible y el negocio se había visto obligado a moverse.

La estructura había sido considerada reparable pero nadie en el pequeño pueblo de Illinois había tenido el corazón para completar el proyecto. Así que aquí estaba. Una cáscara de lo que fue casi una bailarina de Las Vegas, tratando de revivir su antigua gloria al recibir a Dallas y a sus pies llenos de ampollas.

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