Parte única.

752 100 34
                                    

Sabía desde el primer momento que mi estancia en South Park sería desastrosa. Solo me bastó poner un pie fuera de la furgoneta de mudanzas para darme un golpe contra la realidad. Literalmente; caí de bruces al suelo.

No destacaba en nada en clase. Solo tenía dos amigos: un completo idiota llamado Ike Broflovski y mi mejor amiga, Karen McCormick.

Todo era tan normal. Sin problemas, tranquilo, incluso aburrido. Tal y como nos gusta a los Tucker.

Hasta que mi hermano empezó a salir con ese rubio, Tweek.
Ese fue el comienzo de mi perdición.

Nunca les veía juntos. Era casi imposible. Pero Tweek sí que venía a casa a buscar a Craig, todos los días. Ni siquiera recuerdo cómo, empezamos a hablar cada vez más. Y pasó lo que llevaba evitando mis quince años de vida: me enamoré por primera vez.

Tweek tenía tics constantes. Inseguro y miedoso eran palabras que encajaban a la perfección con él. Pero para mí, "adorable" era la mejor palabra para describirle.

Siempre con el pelo despeinado, la camisa mal abrochada con manchas de café. Ese brillo que aparecía en sus ojos claros cada vez que hablaba de Craig.

El corazón de Tweek ya pertenecía a un Tucker. Y ese era mi hermano.

Perdí la cuenta de cuántas noches pasé en vela llorando por él. Nadie podía saber eso, no. Si se llegaba a saber todos cambiarían esa imagen preconcebida de mí, esa imagen donde todos creen que soy fría y sin sentimientos. Esa imagen que me protege y que realmente odio, pero no puedo desechar.

Todo cambió cuando el hermano de mi mejor amiga, Kenny, vino a casa para hacer un trabajo con mi hermano. Cuando les vi besándose delante de mis padres. Cuando escuché a Kenny decir "somos novios".
Ahí todo pareció ponerse del revés.

Kenny se fue. Mis padres le pegaron una bronca a Craig. Nadie en South Park quería que sus hijos tuvieran relación con los McCormick. Al menos no sabían nada de mi amistad con Karen, porque si así fuera, podría haber acabado cómo mi hermano.

Fingí que no sabía nada, ni una palabra. Al parecer mi hermano estaba engañando a Tweek con Kenny; me hervía la sangre solo de pensar en el daño que podría sentir Tweek si se enterara. No podía soportar pensar en Tweek sufriendo por el imbécil de mi hermano.

Alcancé mi teléfono y le escribí a Tweek. "Deja a mi hermano. Puedo tratarte mil veces mejor de lo que él te trata".

No lo envié.

Pasaron los días y todo seguía igual. Craig pasaba las tardes con Kenny y Tweek tenía las esperanzas de que estaría en casa. ¿Yo? Seguía cayendo en los encantos de Tweek, cada vez más.

Karen siempre me decía que este estúpido sentimiento sería mi propia destrucción. Y tenía toda la razón del mundo.

No tenía valor para decirte lo que sentía. Sabía que iba a ser un no rotundo, no estaba preparada para un rechazo.

Desperté, ese día, a las tres de la mañana al escuchar a Craig hablar con el que parecía ser Kenny. Le hablaba de escapar, a donde fuera, pero lejos.

Podría haber ido e impedirlo, pero no lo hice. Me quedé escuchando hasta que oí el coche de mi padre arrancar.

Agarré el móvil con el corazón acelerado. No pensaba en lo que acababa de pasar, solo en Tweek. Sabía que él estaría despierto a esas horas. Siempre lo está.

Minutos después estaba saliendo de casa en dirección a la de Tweek. Necesitaba verle ya, abrazarle y decirle todo. Decirle palabras que nunca creí que mi boca sería capaz de pronunciar.

Me estaba esperando en la puerta. Sonriendo, con una taza de café en las manos y envuelto en una manta.

Subimos a su habitación. Me metí en su cama y él hizo lo mismo. Estaba ahí, justo a mi lado, mirándome a los ojos. Seguía sin creer la locura que estaba a punto de hacer.

Lo hice. Le besé como siempre había querido hacer. Él correspondió tembloroso y la felicidad me envolvió cómo las sábanas de su misma cama.

"Por favor," le dije "deja a mi hermano. No te quiere ni la mitad de lo que yo te quiero. Puedo hacerte feliz, mucho más de lo que eres ahora".

Sus manos me acariciaron el alma, sus suspiros chocaron contra mis oídos y mi memoria capturó cada momento de la noche.

Pero sabía que no era porque me quisiera. Era porque Craig no le quería y él lo sabía. Yo solo era el reemplazo.

Todo estaba yendo tan bien. Ike me decía que algo iba a pasar en cualquier momento.

Ike tenía razón. Después de todo, Tweek tenía dieciocho años y yo quince. Acabaría aburrido de estar con una cría.

Ese día, desperté en el sofá de la casa de Tweek. Él seguía dormido, abrazándome. Le besé la frente y con cuidado fui a ver la hora en mi móvil.

Tenía un mensaje de Karen. Me explicó todo lo que había sido de ella durante esos últimos meses: Kenny había cumplido la mayoría de edad y Craig le había pedido matrimonio. Se había casado por lo civil, sin ninguna celebración. Ahora vivían todos en una pequeña casa, Craig trabajaba de guardaespaldas y Kenny era camarero.

Lo que me impactó no fue nada de eso. Fueron las últimas palabras; "siento no haberte dicho esto antes... me gustas".

No contesté.

Me quedé al lado de Tweek hasta que se despertó. Cuando se puso en pie tuve el impulso de preguntarle:

"¿Soy el reemplazo de Craig, no?"

Se dirigió a mí y me dio un beso en la mejilla.

"Al principio sí, lo fuiste" sentí como el nudo de mi garganta empezaba a tensarse "pero ya no. Eres una chica estupenda y te quiero, así que no pienses más en eso".

Tuve la sensación de que podía ser mentira, pero no quise insistir. Una parte de mi deseaba con todas las fuerzas existentes que fuera verdad.

El amor de Tweek me había cambiado la vida. Quizás no íbamos a durar toda la vida, a lo mejor se acababa al mes siguiente. Pero siempre tendría sus huellas en los rincones más profundos de mi alma, aquellos a los que nunca más nadie podría acceder.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 12, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Reemplazo;; Tweek x TriciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora