Parece que mi nueva arma me dará tétanos

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-¿Quieren ir a comer? ¿Dar una vuelta y conocer? Aún deben organizar en que apartamento y con quién se quedarán así que no pueden ir directamente. ¿Alguna idea?

Ale y yo nos miramos y nos encogimos de hombros.

-A mi no se me ocurre nada. -dijo ella.- No es como que conozca el lugar la verdad. Y aunque esté muy preocupada por mi madre, se que el estar encima de ella no le ayuda a recuperarse. Solo me preocupo yo sola. ¿Dónde pasa el tiempo cuando se aburre? ¿Un Arcade a lo antiguo a algo por el estilo?

-Hay lugares de ventas de videojuegos, pero no que permitan jugar ahí mismo. -dijo tras meditar la pregunta unos segundos.- Aunque no es mala idea a decir verdad. Mi mayor parte del tiempo libre me la paso durmiendo o probando nuevas armas. Me gusta experimentar. A decir verdad, si buscas entretenimiento soy la última opción.

-¿Nuevas armas? ¿Eres herrera o algo por el estilo? ¿O es que las haces de hielo?

-Ninguna. Aunque es cierto que pruebo las armas para ver si las puedo ocupar en algún medio combate. En realidad es que aquí tenemos una armería. Incluso tenemos unos cuantos que se dedican a crear armas originales.

Mi hermana y yo sonreímos.

-Bueno -dije.- Creo que ya encontramos nuestro patio de juegos.

Tras insistirle a Ana por varios minutos de que nos llevara, porque ella insistía de que no podía porque era prohibido para la mayoría de la gente, terminamos haciendo una llamada a Richard y preguntándole.

"-¿A la armería? ¡Claro! ¿Por qué no? ¡Que conozcan!"

Al escuchar esto Ana puso los ojos en blanco y colgó. No dijo nada mientras regresábamos a la Librería para usar el círculo de transportación.

Al llegar nos colocamos en nuestras posiciones he hicimos el pequeño rito nuevamente. No aparecimos en la casa de hielo, si no que aparecimos en un cuarto como el de la casa de Anna, pero que lucía como si estuviera hecha de cemento, pintado con colores opacos. Parecía una de las instalaciones militares de la segunda guerra mundial.

-Ahora que lo recuerdo, -dijo Anna, volviéndose hacia mí.- recuérdame que debemos ir adonde Orion, sobretodo por vos Kai, para que puedas moverte tranquilamente sin necesidad de una niñera. Creo que estas un poquito mayor para eso.

Luego de que se rieran de mí por un momento, salimos por la puerta de acero. Podría compararla a una puerta de seguridad, como la que hay en las cárceles o los submarinos. Inclusive era ovalada igual a las de estos. Fuera, nos encontramos con un gran pasillo de acero, tan alto y ancho que podía haber servido como hangar para esconder un ejército completo. Solo ver que eso se extendía por un par de kilómetros me quitó las ganas de caminar.

-¿Vienen? -preguntó Anna, quien estaba parada a nuestra derecha, a unos metros de nosotros con otra puerta abierta.

Claro, eso acortaba bastante el camino. La seguimos, mientras que Murmel se mantenía una una pequeña distancia de nosotros.

Cuando pasamos la segunda puerta nos quedamos perplejos a lo que teníamos frente a nosotros. Era como ver la Librería nuevamente, pero ahora en lugar de libros, armas.

-¿Pero de dónde consiguieron ustedes el presupuesto para hacer esto? ¡Y para mantenerlo también!

-La verdad es que no es tan complicado, -le respondió Anna a mi hermana.- Tenemos nuestro propio sustento. Anteriormente tuvieron muchos problemas logrando que la moneda exterior se pudiera utilizar dentro, pero ya ahora tenemos conexiones con gente que importa diferentes cosas. Pero para alimentos, siembras, ropa y otros artículos, tenemos nuestras pequeñas fábricas. En cuenta a la construcción, a decir verdad el lugar está en uso desde hace relativamente poco tiempo, pero ya llevaba incontables años construído.

Mientras más explicaba este lugar, más me preguntaba yo porque era que mis padres no nos habían traído con anterioridad. Llevábamos desde que recuerdo escapando de policías, y algunos otros con poderes que nos atacaban.

-Bueno, ya que tienen permiso vayan a explorar todo lo que quieran y me dicen si hay algo que les llame la atención.

Al escuchar eso ignoré totalmente mis pensamientos y me lancé a la aventura. Cada estante era increíble. En los estantes estaban todas las armas que pudieran ser imaginadas. De todas las épocas, de todo tipo. Desde pequeños cuchillos hasta hachas de doble filo más grandes que la hoz de mi hermana. Me sorprendió ver tan pocas armas de fuego, pero estaba ocupado buscando alguna arma que se pareciera a la mía para preguntar sobre eso.

Tras pasar por tantos pasillos que perdí la cuenta, encontré algo que me llamó la atención. Eran parecidos a mis cuchillos, pero con diferencia de que no estaban unidos por una cadena. Estos en lugar de ser una simple hoja, bajo la gran parte filosa, tenían un cilindro una pequeña agarradera, justo para poder ser tomados. En la parte de abajo, donde en los míos estaba la unión de la cadena, tenían algo parecido, pero en lugar del pequeño círculo con el hueco para ésta, parecía que lo tenían quebrado, ya que solo se encontraba la mitad de este.

-Parece que vas por las cosas interesantes. -dijo Anna, llegando por detrás.

-Solo estaba viendo todo en general, pero es que estos se parecen a los que yo uso normalmente.

-¿En serio? ¿Me dejas ver la tuya? Quizás puedo ayudarte a buscar igual que a tu hermana.

Metí mi mano en las sombras y tomándolo de la cadena saqué las cuchillas.

-Ya veo. Pero entonces estás viendo casi que la misma arma. Se usan de la misma manera.

Regresé mi mirada a la cuchilla quebrada.

-¿Es chiste verdad?

Luego de reírse un momento, abrió la pequeña caja y sacó una de las cuchillas.

-¿Puedes usar Shin verdad?

Asentí, y ella me extendió el arma, colocada con la hoja hacia abajo.

-Pon tu dedo gordo en el hueco, aquí donde dijiste que parecía quebrado. -me dijo en el momento que la tomé, señalando el sitio.

Hice lo que me dijo, sin saber cuál era el fin de las peticiones. No pasó nada, así que hice un poco de presión y en ese momento sentí un pequeño piquete en la yema, como si me hubiera picado una hormiga en esteroides.

-¡Ay! ¿Pero qué...?

Levanté mi dedo y me fijé que había pasado. En el centro de mi dedo tenía una pequeña gota de sangre, la cual creció y comenzó a bajar por mi dedo creando un pequeño río en los relieves. Al revisar parecía que la curva de la cuchilla era limpia, sin nada que pudiera hacerme una herida.

Volví a ver a Anna, pero ella solo me sonrió.

-Ahora que ya encontraste algo podemos ir a probarlo. Aquí cerca hay un área donde hacerlo, Alessandra nos está esperando ahí. Vamos.

Prisión FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora