"Mi Libertad"

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Por años el hombre ah peleado por tierras, oro, y mujeres, para demostrar así que nadie es más poderoso que él. En pleno siglo XIX (19) época donde los indios y vaqueros existían en el Viejo Oeste, se buscaba expandir horizontes, más allá de las tierras conocidas por los alrededores buscando conquistar y adueñarse de estás.

En un lujoso vagón de un tren en dirección a estas tierras lejanas se dirigía una bella mujer, junto a un par de amigos exploradores, soldados y obreros, que debían establecerse en tierras ricas para formar otra ciudad.

-¿como te encuentras Angela?, ¿Se te ofrece algo? -preguntó un hombre con un acento alemán que entró por una puerta. Este era bastante alto, fornido, de tez blanca, ojos azules, tenía una cicatriz en uno de estos; cabello canoso al igual que su barba y bigote; traía puesto solo una polera musculosa blanca dejando ver sus cicatrices, un pantalón plomo sujeto a un cinturón negro, y unas botas negras de cuero.

-ah, no, no, estoy muy bien así, gracias Reinhardt. -sonrió, en seguida cerró un libro que traía entre sus manos. Esta era una mujer de tez blanca, ojos azules, cabello rubio y cuerpo agraciado; traía consigo un hermoso vestido azul.

-¡Doctora Ziegler! -dijo una voz femenina con tono Inglés, empujando al gran hombre que aún estaba en la puerta. -déjame pasar abuelo, ¡Doctora Ziegler!, ¡Doctora Ziegler!. -estaba intentando entrar una chica. Esta al igual que el hombre y la mujer del vagón era de piel blanca, tenía unos ojos café claro, cabello castaño y corto, más su forma de vestir daba la apariencia de un chico con una camisa blanca, una corbata negra, un pantalón y un chaleco sin mangas delgado de color café, unos zapatos negros y unas gafas especiales en su cabeza.

-¿abuelo? -preguntó molesto el hombre mirando a la pequeña a su lado. -¿A quien le dices "abuelo"? -tapó la entrada el fortachón.

-¡Déjame pasar grandulón! -dijo empujando al hombre sin siquiera moverle un pelo.

-me temo que este "abuelo" se siente cómodo aquí, tal vez me quede un poco más.

-vale, tu ganas Reinhardt. -la chica cruzó los brazos amurrada dando un paso atrás.

-vamos, quiero oírlo, o de lo contrario no saldré de aquí.

-yo... Lo siento. -susurró.

-oh, ¿Que has dicho?, No te eh oído.

-¡Yo...!, Lo siento. -dijo en voz baja casi balbuceando.

-oh, vamos, sé que puedes hacerlo mucho mejor.

-¡¡eh dicho que lo siento!! -grito enojada.

-Reinhardt dejala entrar. -la defendió la rubia.

El hombre apenas le dió la entrada a la mujer fue apurado y empujando por la misma inglesa.

-¡Doctora Ziegler!

-calma Lena.

-¿¡Ya vió!?, ¡Ya hemos llega...!

En aquel minuto el tren comenzó a frenar de golpe, la rubia y la inglesa cayeron al suelo, el hombre se afirmó de la puerta hasta que el tren parara por completo.

-¿¡Están bien!? -preguntó el hombre.

-demonios mi cabeza. -se quejó la inglesa mientras se paraba.

-¿¡Angela!?

-ahg, si. -dijo levantándose por el asiento la suiza.

-iré a ver qué ocurre. -se adelantó el alemán.

-doctora Ziegler. -la levantó la castaña.

-estoy bien. -limpio su vestido. -ve con Reinhardt por si necesita ayuda.

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⏰ Última actualización: May 28, 2018 ⏰

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