Las palabras, la lengua, nuestra voz y hasta una pequeña nota tienen más poder del que te puedas imaginar.
Error, dolor y felicidad, un sinfín de emociones que una sola palabra puede causar; aunque no dependa solo de la palabra, también influirá el tono y el momento en que las uses. Pueden tener excelentes resultados o, en ocasiones, resultar catastrófico.
¿Qué palabras serás capaz de pasar por alto y cuáles no perdonarás?
Piensa dos veces antes de hablar, pon mucho cuidado a la forma, el tono y el momento en que lo haces. Porque cuando esas palabras salen de tu boca, no volverán jamás.Mi voz era algo que se me había privado en dos ocasiones; ahora realmente agradecida aquella ventaja.
La furia, el dolor y la decepción que me habían causado las palabras de Vilh me hubieran hecho contraatacar.
Tal vez, hubiera dicho cosas de las que luego me arrepentiría.
Me alegraba no haber sido como él y llegar a lastimarlo con mis palabras, como él lo había hecho conmigo.
A pesar de todo, no lograba distinguir la clase de sentimiento que había producido en mí, sentía más dolor que enojo en mi corazón.¿Enserio era capaz de pensar eso de mí?
Aquella sensación que exprime mi corazón ha llegado a mi pecho, siento como recorre a toda velocidad mi cuerpo hasta liberarse por medio de lágrimas.
Vilh seguía sobando su mejilla, la fuerza que deposité en aquella cachetada había sido movida por toda la adrenalina que recorría mi cuerpo en ese momento.
Mi reflejo en el espejo del ascensor era penoso.
Solté la cola de caballo que amarraba mi cabello, estaba demasiado despeinada como para conservarla; pasé mis dedos entre mi cabello, acomodándolo un poco.
Solo faltaba un piso, Daren no debía enterarse de lo sucedido.
Sentí como los ojos de Vilh se pegaron en mis mejillas mojadas.
Ahora podía sentir su arrepentimiento por medio del tacto que sus ojos le brindaban a mi piel.
Las puertas de ascensor se abrieron de par en par, dejándome ver la recepción del hotel.
Intenté dar un paso pero su mano me detuvo, tomándome nuevamente de la muñeca.
―Lisa... espera... ―Mi movimiento brusco lo hizo parar de hablar, jalé mi brazo con fuerza, desprendiéndome de su agarre.
Lo menos que quería era escucharlo ahora.
Al fin salí del ascensor, coloqué mis lentes y limpié mis mejillas mientras atravesaba el lobby, dirigiéndome a la salida.
El chico que ayer me había ayudado a llegar a la habitación me sirvió de portero, regalándome una hermosa sonrisa.
―Buenos días señorita. ¿Cómo siguió su tobillo? ―Levanté mi pulgar, indicándole que estaba bien― Me alegro mucho señorita. El señor Joe espera por usted ―dijo señalándolo a lo lejos.
Continué caminando y elevé mi mano para despedirme del botones.
Al acercarme a Daren, me sonrió, no pude evitar correr hasta él y darle un abrazo.
Me sentía pésimo por lo que había sucedido.
Él me envolvió con sus brazos, correspondiendo a mi abrazo, necesitaba aunque fuera un poco de cariño.
Este mundo cada día me confirmaba que jamás llegaría a ser verdaderamente querida por alguien.
―Lisa. ¿Qué pasa? Estás llorando. ―Levantó un poco mi rostro, pasando sus manos por mis mejillas.
No respondí o me moví, quería sentir sus brazos rodeándome aunque fuera por un momento más.
Necesitaba que su calor me tranquilizara antes de poder reaccionar.
―Preciosos ―dijo su voz de forma sarcástica; de nuevo me estaba repugnando.
Me solté de los brazos de Daren para mirarlo, en ese momento sentía las ganas incontrolables de darle otra cachetada.Continuaba haciéndolo.
Por un momento llegué a pensar que se disculparía por lo que hizo, ahora, lo estaba repitiendo.
Daren volteó a ver a Vilh, sus ojos se enfocaron directamente en la mejilla de Vilh, luego volteó a verme.
Enseguida, supe que había sacado sus deducciones.
Daren tomó mi mano derecha y la volteó, no me había dado cuenta del color del cual se había tornado; la mejilla de Vilh tenía exactamente el mismo color durazno.
― ¿Qué le hiciste a Lisa para que fuera capaz de quemarse la piel dándote una cachetada? ―preguntó Daren mirando a Vilh.
Él abrió los ojos como platos a ver que se había metido en un gran aprieto.
―Yo... yo... no... ―tartamudeaba Vilh.
Yo toqué el brazo de Daren, haciendo que despegara su mirada asesina de Vilh para que volteara a mirarme.
Saqué mi lapicero de bolsillo para volver a escribir en la mano de Daren.
―Olvídalo, fue una tontería. ―Escribí, aunque estuviera muy enojada con Vilh no quería meterlo en problemas con Daren.
―Lisa, tú no eres una tontería; estabas llorando, y para que te quedara ese color en la mano, dudo mucho que lo que te haya dicho fuera una tontería. ―Acarició mi mejilla.
Aquellas simples palabras de Daren fueron capaces de sacarme una sonrisa involuntaria.
Había logrado que dejara de sentirme una tonta.
Él se había encorvado a mi altura para mirarme a los ojos, pude ver su linda sonrisa responder a la mía.
No podía decirle nada, ahí era cuando extrañaba mi voz.
Lo siguiente que se me vino a la mente podría ser una gran estupidez, pero lo sabría después.
Daren respondió a mi repentino beso tan pronto lo sintió.
Lo que me hizo sentirme mucho menos tonta.
―Ya que insistes, lo olvidaré. Pero si vuelve a pasar, usa los puños ―susurró y reí―. ¡Eso! Me encanta ver esa sonrisa.
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Mi única razón ©
General FictionMira esa chica, no luce bien. ¿Por qué está empapada con sangre? ¿Quién es? ¿Qué fue lo que hizo? Mira esa chica, se sostiene solo de sus meñiques en la orilla de aquel puente. ¿Qué es lo que pretende? ¿Realmente saltará? Tonta, niña tonta, ¿ac...