La noche casi perfecta

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Amigos de la infancia y rivales eternos, eso eran Park Jimin y Kim Taehyung. Nunca veías a uno sin el otro, eran como uña y carne, inseparables. Pero jamás podías mencionar la palabra "amistad" para referirte a su relación; según ellos, no eran amigos ni por asomo, sin embargo, eran demasiado años juntos como para ignorar el fuerte vínculo que los unía.

Y más allá de una amistad nacida de la infancia, lo que los tenía en pie de guerra, traía nombre y apellido: Jeon JungKook. Una rivalidad que empezó años atrás, teniendo a penas ocho años.

Un niño tímido y asustadizo se presentó delante de sus nuevos compañeros al ser transferido de una escuela a otra. Todos le dieron la bienvenida respetuosamente, y la profesora le hizo sentarse entre Jimin y Taehyung, los alumnos más revoltosos. La madre de Jungkook advirtió que su hijo no era bueno haciendo amigos, y la profesora creyó conveniente juntarlo con esos dos para que socializara con facilidad.

El efecto fue inmediato. Ambos amigos volcaron todo su interés y atención en JungKook, quien tardó en hacerse a ellos. Los primeros años le dedicaban dibujos, le prestaban cualquier cosa que necesitara: un borrador, una hoja, almuerzo... Durante el recreo jugaban a los doramas, -siempre triángulos amorosos-, y lo invitaban a jugar a videojuegos cuando finalizaba la escuela.

Pero todo cambió cuando JungKook se presentó como omega con tan solo once años. No fue tanta la sorpresa de ser omega como la de que fuera tan pronto. Le avergonzaba lo que dirían de él en clase, pues la mayoría se presentaban con trece y catorce años. No obstante, Jimin y Taehyung simularon ser sus guardaespaldas para que nadie se metiera con él. A su manera, lo protegían.

Ya en el instituto, Taehyung se presentó como alfa a los trece años, seguido por Jimin dos meses después, y eso solo pudo significar una cosa: la rivalidad se volvió más evidente. Con trece y catorce años, ya no competían por ver quién protegía más a JungKook, sino por quién le colmaba de regalos y afectos.

JungKook, por su parte, los quería a los dos por igual. A pesar de toda una larga lista de defectos, Jimin y Taehyung se habían convertido en las dos personas más importantes de su vida; exceptuando a sus padres, por supuesto. Y por mucho que le obligaran a elegir, le resultaba imposible. Comían juntos, dormían juntos, salían juntos... Prácticamente lo hacían todo juntos.

Algunos besos tontos y caricias habían caído, pero la cosa nunca pasó a mayores. Era imposible que JungKook se viera a solas con alguno de los dos, dado que no se fiaban del otro. Cualquier distracción podía ser aprovechada para sacar ventaja, y por esa razón, siempre quedaban los tres juntos.

A JungKook no le importaba, de hecho, prefería estar con ambos por muy agobiante que fuera. Los quería demasiado.

Y ya con dieciséis años, nada había cambiado. Alfas se acercaban a él con segundas intenciones, pero eran ahuyentados a la mínima insinuación. JungKook nunca movía un dedo, pues de eso se encargaban Jimin y Taehyung.

Era su misión proteger la virginidad de JungKook.

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Un mañana de San Valentín, JungKook andaba por los pasillos del instituto junto a su amigo Namjoon, un alfa mayor que él. No era extraño que el omega solo tuviera amigos alfas, pues el resto de omegas parecían haber desarrollado una envidia y unos celos insanos hacia su persona. Todos en el instituto conocían a Jeon JungKook, el omega que traía locos a los alfas.

Sin embargo, JungKook simplemente los ignoraba, haciendo gala de una gran indiferencia ante las miradas que recibía por parte de los demás omegas.

-¿Unas flores? ¿Unos bombones? -enumeró Namjoon.

-Eso es muy poco original -opinó JungKook, avanzando entre los estudiantes-. Si quieres conquistarlo, tienes que sorprenderle.

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⏰ Última actualización: May 26, 2018 ⏰

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