Eran las siete con cuarenta y ocho de la mañana cuando salía de su casa. Tenía exactamente doce minutos antes de su primera clase y el llegar al instituto tomaba diez. Debía correr si quería llegar y eso hizo.
Con cada zancada sentía como sus pulmones eran estrujados para sacarle la máxima cantidad de aire y soportar aquel ritmo al que corría. Y no es que estuviera en una condición física mala, sino la opresión en el pecho que no lo dejaba respirar con normalidad.
Cuando vislumbró el edificio arriba de esas escaleras quiso llorar. Aún quedaba subir aquel tramo y sus pobres hombros ardían por la incesante fricción de su mochila con estos.
Sabía que llegaría tarde, pero poco le importó cuando recibió aquel mensaje. 

Iba a regresar.

Él iba a regresar.

Cuando estuvo en la cima de las escaleras, sus ojos se encontraron el bello cielo de Daegu justo al momento que el timbre sonó. Reanudando su maratón, se adentro al colegio recorriendo los pasillos hasta dar con su clase.


La placa de metal color dorado señalaba claramente que aquel salón era para los alumnos destacados.

Tocó la puerta antes de abrirla e ingresar haciendo una venía de noventa grados tan pronto el profesor giró a verlo.


-¡Buenos días! Profesor, disculpe mi retraso, no volverá a pasar.- se disculpó aún inclinado.


-Sr. Kim. Por un segundo creí que su impecable asistencia se vería manchada. Nunca decepciona, ¿Eh?- con una leve risa le indicó su asiento.- Tome su lugar, Sr. Kim, estoy por empezar.



-Gracias, profesor.



Rápidamente llegó a su pupitre compartido y sacó sus cuadernos. Anotó en éstos la fecha y el tema que estaba escribiendo el profesor.

Un suspiro salió de sus labios, aquella no era su materia favorita, pero el profesor Lee era por mucho, su profesor preferido y de ninguna forma lo decepcionaría o faltaría al respeto no prestando atención.


-Te esfuerzas demasiado, ñoño. Lo haces bien, sigue así.



Aquella voz apenas perceptible captó su atención y al mirar a su izquierda se encontró con los ojos perezosos de su mejor amigo.

Sonrió ladino.


-Eso ya me lo has dicho, Hyung.



El chico que se mantenía recostado en el escritorio chasqueó la lengua y cerró sus ojos tratando de ignorar el doble sentido de aquello, por su parte, el chico ñoño rió bajito, negando levemente con su cabeza.

Su hyung era por mucho, el chico más genial que conocía, es por eso que le parecía totalmente adecuado que a él lo llamara de esa manera.
Min Yoon Gi definitivamente podía llamarle como deseara.

La clase finalizó sin cosas que resaltar. Al ser un grupo de cerebritos, todos respetaban a todos y guardaban silencio cuando se requería. En esencia, eran educados e inteligentes, cosa que ciertas veces traía malas consecuencias.

Como ahora.

El par de chicos, el ñoño y el genial, salían del salón para dirigirse a la siguiente clase, cuando un grupo de pasó corriendo frente a ellos haciendo que ambos tuvieran que retroceder, y así que sus demás compañeros que venían detrás tropezaran y cayeran al compás de risotadas del grupo contrario.

"Oh, no" pensó, viendo a su amigo ir hacia el líder de aquel estúpido grupo.



-¡Hey tú! ¡Gu Jun Pyo!



Su voz retumbó en todo el pasillo, haciendo que el nombrado y su séquito voltearan a ver al pequeño pálido enrojecido de furia. JunPyo dejó de reír y solo, se acercó al pelinegro. 



-Hey, tú...- se burló.- ¿Qué pasa niño? ¿Necesitas algo?



-Sí, Junpyo. Necesito que dejes de ser tan imbécil.- espetó con cara dura.



Su amigo que se encontraba a dos pasos de aquella charla pasivo-agresiva, se mordía el labio sin saber muy bien qué hacer. Él nunca había sido de peleas, utilizaba el Tae Kwon Do para centrarse, no para pelear; pero definitivamente si alguien se atrevía a tocar a su hyung, él no lo iba a pensar dos veces antes de saltarle encima al desgraciado que se atreviera.

Con ese pensamiento en mente, cortó los pasos que lo separaban de ese par y con su profunda voz interrumpió la batalla de miradas del que eran parte.


-Gu Jun Pyo hyung...- el nombrado giró rápidamente en dirección al castaño que le había hablado.



-Taehyung.- sus pupilas se dilataron notoriamente, haciendo que su adversario gruñera. El nombrado sonrió.


Había olvidado ese dato bastante útil respecto a él.


-Tae, no te metas.- habló a su amigo entre dientes.


-Está bien, Yoongi hyung. Estoy seguro de que Junpyo hyung no nos empujó adrede.- le contestó a su amigo sin dejar de ver al chico de rizos con una pequeña sonrisa.


Taehyung sabía lo que hacía, sin duda.



-Taehyung...



-¿Sí?.- rió encantadoramente, haciendo que ambos chicos soltaran aire, aunque por razones distintas. A Yoongi no le gustaba para nada que hiciera aquello.



-No sabía que estabas ahí, disculpa.- habló preocupado.


-Descuida Junpyo hyung. Sólo procura que no vuelva a suceder.- contestó con voz amistosa y sonrisa inocente. Junpyo solo pudo asentir.- Bien, ahora... Si nos disculpas, tenemos que llegar a clases. Nos vemos luego.- tomando la mano de su mejor amigo y despidiéndose con su mano libre se alejó de aquel grupo encaminándose a su segunda clase.



-No puedo creer que lo hayas hecho de nuevo.- bufó su bajito amigo. 



-¿Hacer el qué?- preguntó fingiendo demencia. Yoongi lo miró fastidiado.


-Oh, Kim Tae Hyung. Tú sabes bien a lo que me refiero.- el aludido soltó una risita.


- Soy un gran actor, ¿No es así?



-No.- soltó tajante. Tae lo volteó a ver haciendo un pequeño puchero con los labios.



-Oh, vamos. Hyung, hieres mis sentimientos.



El pelinegro no pudo hacer nada contra aquel gesto, por eso con un gruñido tomó del brazo a su amigo y lo dirigió al salón velozmente.


-Ahora me ha dado una jaqueca tremenda por tu culpa, mocoso.




Hold me tight. (TaeGi/YoonV)Where stories live. Discover now