Relatos de dos viajeros.

Escamas explosivas.

Lo primero en la lista eran las dichosas escamas que mencionó vagamente el pelinegro en la conversación de ayer, las cuales ahora sí había detallado en exceso en el trozo de papel... No, en serio, los trata como a niños de primaria que van a la tienda y no saben diferenciar los frijoles de las lentejas. Que si el color, la forma, el tipo de dragón, la parte del mismo de donde debían tomar la escama, hasta con dibujos y todo iba la lista.

Más importante, había tenido bastantes problemas con el asunto de dormir. Primero estaban los nervios por su amigo que no lo dejaban tener un momento de paz; segundo, el temor de la maldición tampoco era muy tranquilizante que digamos, el pensar que podía no despertar por su cuenta si se iba a dormir era estresante en extremo; tercero, tener que hacerle una visita a un dragón era la cereza del pastel para perder la cordura, la fama de esas bestias de no ser muy amigables era numerosa e intimidante... Básicamente se la pasó la mitad de la noche rezando a todo dios que conociera, a pesar de que se consideraba a si mismo alguien sin religión, y la otra mitad durmió hasta que lo despertaron los Togata.

Ya para las ocho de la mañana se encontraban Mirio y Eijirou saliendo del pueblo a cumplir su misión de "vida o muerte" según el pelirrojo. Tamaki los observó hasta perderles de vista, obviamente les había lanzado un hechizo protector antes de que se fueran... El será una muy buena madre, lo garantizo. Volvió a lo que llamaba casa encontrando a la pequeña peliblanca peinando al hipogrifo y poniéndole moños y accesorios por montones, sonrió enternecido y fue a ver cómo seguía la razón de tanto ajetreo reciente, tan exhausto que aún sin la maldición no despertaría en un buen rato. Decidió comenzar a trabajar en el dichoso brebaje para que solo faltarán los tres ingredientes que les pidió buscar a los dos imprudentes jóvenes... Tal vez debió poner otro hechizo protector, por si acaso.

No tardaron más de dos horas en llegar al volcán donde residía el dragón que buscaban, estaba más cerca de lo que habían pensado aunque también habían caminado sin detenerse una sola vez. Desde la base ya se notaba la frecuencia de las erupciones volcánicas que ocurrían a diario en el lugar, lagos de lava, piedras al rojo vivo y varios metros de tierra completamente quemada casi carbonizada era lo que recibían como un saludo, más arriba alcanzaban a ver aún más ríos de lava y alguna que otra zona con árboles que habían logrado salvarse por poco de incendiarse horriblemente hasta la muerte, un poco más arriba alcanzaron a ver unos tres dragonea sobrevolando el cráter que humeaba amenazando con hacer erupción en cualquier momento. Decidida y sin una pizca de duda comenzaron a escalar para llegar pronto al intimidante cráter, sin tomar en cuenta el peligro que posiblemente los esperaba arriba.

Aclarando de una vez, Mirio Togata es un intangible. Una criatura bastante rara de encontrar que puede tomar la forma que le apetezca cuando le apetezca, sin los poderes de esa forma. Ejemplo, toma la forma de un zorro de nueve colas pero no posee los poderes de uno. Su poder básicamente es atravesar objetos sólidos, incluso personas, sin embargo esto lo priva de visión, audición y oxígeno para respirar y si no lo usa correctamente puede comenzar a "caer" por la corteza terrestre hasta quedarse sin aire y morir.

-Solo debemos llegar, tomar la escama y largarnos de aquí tan rápido como podamos- Recordó el mayor notando de reojo la mirada inquieta de su pelirrojo acompañante.

-Tomarla e irnos... Suena demasiado fácil comparado con como siempre terminan las cosas- Suspiró con cierto agotamiento mientras miles de imágenes de malos finales pasaban por su mente a gran velocidad.

-No lo pienses demasiado, veras que todo saldrá bien- Sonrió ampliamente contagiándole su alto optimismo al menor que volvió a sonreír como siempre lo hace y comenzaron a escalar con cuidado de las piedras con tonalidades rojizas.