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La llamada que decidió sus futuros días llegó cerca de las cuatro de la mañana. No podía culpar a la familia Kim por despertarlo cuando la voz resquebrajada de su suegro le pedía compañía en la Clínica Central de Seúl.

HyeMin y JongDae han tenido un accidente.

Los detalles ya los recibiría luego, en aquel momento la prioridad era asegurarse de que su novia y cuñado estaban estable, aunque el tono de su suegro no hizo más que servir como mala señal. Sin poderlo evitar, sus manos temblaban aferradas con angustia en torno al volante, no era sensato conducir bajo aquel estado de nerviosismo, pero a esa hora era imposible poder encontrar un transporte público lo suficientemente rápido.

Y era importante llegar a tiempo. Era necesario.

Aparcó en el casi vacío estacionamiento de una clínica que se alzaba fría, silenciosa y como el único espacio activo entre los durmientes edificios que le rodeaban. Sus pasos resonaron por el blanquecino flexit bajo suyo, su suegro ya le había dicho el piso de emergencias así que corrió por los pasillos a pesar de que los enfermeros de turno le indicaban no hacerlo. ChanYeol tomó el abandonado ascensor hasta el piso quinto mientras sus sentidos se afilaban al punto de confundirlo, su piel se erizaba y ya no sabía si tenía frío o calor, si acaso estaba soñando o quizá realmente vivía toda esa locura en una noche que hasta hacía unas horas atrás aparentaba ser normal.

Volvió a correr, dando en una esquina con la imagen más aterradora de su vida: Un doctor hablando con sus suegros. Entonces lo supo, no tenía la fuerza para saber lo que estaba pasando. Sus pasos avanzaban hacia los mayores mientras su cabeza gritaba silenciosamente que volviera por sus pasos e ignorara lo que entraba por sus oídos.

—...en cuanto a su hija, ha perdido el pulso hace unos minutos y no hemos podido recuperarla. Lo siento.

¿Por qué será que a veces la vida te golpea de frente tan fuerte?

ChanYeol no sabía qué hacer. Su novia había muerto y él no llegó a tiempo, aunque de haber llegado antes... ¿qué? ¿Qué podría haber hecho en el pasillo de una clínica, rodeado de gente tan o más destrozada que él? Aún debía asumir muchas cosas. Ya no la vería, no tomaría su mano ni saldrían a citas, no la oiría cantar, no la vería sonreír y sólo una triste melancolía maldeciría sus recuerdos con ella. Kim HyeMin ya no existía.

Los señores Kim tuvieron que tomar asiento para poder sostener el peso de sus penas, ChanYeol tuvo que tragar sus gemidos para poder ofrecer algo de consuelo y tranquilidad a quienes tantas veces le abrieron las puertas de su casa. Dolía, por supuesto que sí, y con tanto dolor era imposible no llorar, sin embargo, llorar en silencio era la única vía que se permitiría tomar en aquel momento para poder sostener a dos personas que acababan de perder a su hija.

⚘⚘⚘

—JongDae no creo que sea una buena idea —le murmuró ChanYeol, mirando a su alrededor para comprobar que nadie hubiese escuchado su conversación hasta el momento—, aún no terminas de sanar, no deberías-

—¿Ir a ver a mi hermana? —ChanYeol apretó sus labios cuando el rostro de JongDae giró en su dirección.

—Preocupar a tus padres —enmendó el más alto. JongDae soltó un suspiro.

—Dime ChanYeol, ¿cuánto tiempo estuve inconsciente?

—Dos semanas —JongDae asintió.

—¿Y crees que eso es suficiente tiempo para asimilar todo? La primera mierda que oí cuando desperté fue que HyeMin murió; la segunda mierda fue que tengo una jodida fractura en la cabeza y que he tenido daño cerebral irreparable; la tercera mierda con la que aún tengo que lidiar es que no volveré a ver —la zurda de JongDae se alzó torpe hasta dar con el brazo de ChanYeol y se deslizó hacia abajo, entrelazando apenas dos falanges con los suyos—. Yeol-ah, antes de ser mi cuñado siempre fuiste mi amigo. Eres el único en el que puedo confiar ahora, por favor, ayúdame a salir de aquí.

In your hands ⚘ ChanDaeWhere stories live. Discover now