- ¡Qué día extraño!, ¿verdad?
- ¿Es conmigo?
- Por supuesto
- ¿A qué se refiere por extraño?
- Es martes, y por primera vez, después de tanta llovedera está lloviendo en la mañana y no en la tarde
- Oiga, es cierto, no había caído en cuenta. Además, en mi universidad; vaina rara eso, hicieron tropel hoy
- ¿Y eso es raro para usted, joven? Porque para mí cualquier día que hagan ese torpel…
- Tropel (corrigió el joven)
- Eso, tropel. Cualquier día que hagan tropel para mí es novedad, no estoy acostumbrado a eso, verá, yo soy banquero
- Ah, un lacayo del capitalismo
- ¿Disculpe?
- Claro, un lacayo del capitalismo; les sirve obedientemente y logra culminar y cerrar negocios exorbitantes para enriquecer sus bolsillos
- Usted no lo pudo decir mejor, lleno los bolsillos de ellos, pero yo no gano nada con eso, o bueno sí gano, si es que al miserable salario que gano se le puede llamar “algo” porque en realidad no hago más que trabajar y trabajar para pagar deudas y sí mucho disfrutar de 15 días de vacaciones, a crédito claro, no creerá usted que tengo como pagarlo billete sobre billete
-Disculpe, yo me bajo aquí, un gusto.
El joven descendió despacio del bus que lo llevaba todos los días de la universidad a la casa y de la casa a la universidad, de vez en cuando se desviaba del camino para visitar algún “compa” que así era como se refería a sus compinches, y digo compinches porque no sé si se pueda considerar amigos a esas personas con quien este joven universitario se juntaba. El pobre banquero se quedó ahí, sentado, con la mirada fija en el joven mientras él descendía un poco lento ya que el tumulto de gente era denso, y se juntaba además con el tumulto que deseaba abordar. El banquero pensaba, qué más tenía para aportar o recriminarle aquel joven, pensaba en que debió ser un poco más como él años atrás, bastantes, porque hay que admitir que el pobre hombre ya se encontraba en una edad bastante madura y como el hábil lector se pudo dar cuenta, era una edad que no le había dado mucho.
Mierda, ¿acaso esto que vivo yo, es realmente vida? ¿y si hubiese hecho más de joven? Si hubiese hecho todo aquello que realmente deseaba, quizá sería otra mi realidad. Esto era lo que pensaba el banquero día a día mientras se transportaba del trabajo a la casa y viceversa, y es preciso decir que este era casi exclusivamente el camino que el hombre realizaba, con una o dos excepciones en el mes que correspondían a la compra de alguna remesa, lo cual no era mucho, porque el hombre vivía solo, así había sido desde los 16 años, solo estudio y trabajo, en eso se basaba su vida.
El pobre hombre pensaba y se atormentaba día tras día mientras veía jóvenes subir y bajar del bus, veía sus caras sonrientes, sus voces alicoradas, no en algún día en particular, pero sí quizá en una época del año, o empezando o ya bien finalizado alguno de los dos semestres que eran necesarios para los doce meses, esto claro por la falta de trabajos y quizá la “abundancia” de dinero o a la falta de copias por sacar, aquello lo sabía bien porque también fue estudiante y veía a sus compañeros realizar estas maniobras que casi se igualaban a las finanzas que manejan las amas de casa, hacer rendir el dinero lo más que se pueda; sabía entonces todo lo anterior nuestro banquero por teoría y estudio de sus compañeros, porque esto jamás lo realizó él, mantenerse solo no era muy costoso, él vivía con lo justo, le sobraba dinero pero lo ahorraba todo, quizá más adelante podamos saber por qué nuestro buen hombre no tiene ya nada de estos ahorros, o si los tiene para qué los tiene destinados.
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Sueños al viento
AcciónPuede acaso los sueños frustrados de un anciano banquero ayudar en la vida de un joven universitario? puede el sueño de vida de ambos verse al fin conswguidos gracias a un robo perfectamente planeado? acaso los sentimientos fililes pueden jugar a fa...