Reté a mi mejor amigo a que arruinara mi vida: lo está logrando. Parte 4

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Como hago con cada publicación nueva, ¡gracias por su apoyo y ánimos! Leo cada uno de sus comentarios y respondo a tantos como puedo o para los que tengo algo útil que responder. Afortunadamente, David no se encuentra por ningún lado en esta ciudad, así que no creo que se haya dado cuenta de mi paradero. He tenido algo de tiempo para descubrir en dónde está todo en esta ciudad.

Una vez más, solo quiero recordárselos: estos son eventos del pasado, aún no hemos alcanzado el presente. También quiero aclararles a todos que estoy escribiendo estas publicaciones cada día. No, no tengo las partes preelaboradas, así que no puedo extenderlas o publicarlas todas de una sola vez. Lo siento, gente. Varias personas me lo siguen preguntando. Espero que eso despeje las dudas.

Comencemos.

Llamé a la mamá de Clark de inmediato. Tenía el teléfono de su casa porque Clark me invitó a cenar la Navidad pasada, pues mis padres y yo aún estábamos peleando muy severamente. Su mamá estaba devastada y me hizo un millón de preguntas. Fue muy, MUY incómodo. El condado en el que nos encontrábamos no permitía pagos en línea vía tarjeta de crédito; solo efectivo. Accedió a viajar ese día y pagar la fianza por él. Vivía a unas horas de distancia, así que dijo que llegaría alrededor de las cinco de la tarde.

A la mitad de la conversación, perdí una llamada de un número que no estaba en mis contactos. Llamé de vuelta y me contestaron de inmediato.

—Hola, ¿perdí una llamada de este número?

—Hola, ¿eres Zander?

—Sí... ¿quién habla?

—Zander, soy la mamá de Katie. Tus padres me dieron tu número.

Mierda.

—Hola, no puedo hablar ahora, estoy en un apuro y...

Me interrumpió:

—¿Has sabido de Katie? No vino a casa anoche. Tu mamá me dio tu número. Por favor, dime que está contigo.

—No lo está. No estoy seguro de en dónde está. Me tengo que ir; le regresaré la llamada.

Colgué el teléfono. No quería hablar con ella sobre Katie. Porque estaba a punto de presentar una denuncia de persona desaparecida.

Caminé hacia el escritorio de la recepción.

—Estaba hablando con un oficial hace poco, y luego arrestó a mi amigo y se fue. Necesito hablar con el oficial de mi otro caso, del fraude identidad.

—¿Cuál es el número del caso? —me preguntó la muchacha.

Un tiempo después, estaba sentado en una de sus salas de interrogatorio después de haber pedido una cita privada. El detective Hernández se sentó en el extremo opuesto de la mesa de metal. Los dos archivos de mis casos estaban en la mesa frente a él. Hernández estaba estudiándolos de reojo, tratando de familiarizarse con el robo en mi departamento. Una grabadora yacía entre nosotros. Presionó un botón en la grabadora y la cinta comenzó a rodar.

Enunció su nombre, mi nombre, los números de mis casos, la fecha y la hora.

—Muy bien, adelante —comenzó.

—Pues, presenté una denuncia de robo de identidad hace un tiempo y no he escuchado nada al respecto.

—La Comisión Federal de Comercio puede tomarse un tiempo para responder.

—Pues ahora hay una denuncia nueva por un asalto en mi departamento. Estaba hablando con otro oficial hace un rato y le dije que tenía un sospechoso para ambos crímenes.

—Sí —dijo el detective, dándole un vistazo a uno de los fólderes—. Un tal David King, ¿correcto? Parece que estaba escrito en tu archivo.

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