La policía sacó a Isaac en una bolsa de plástico. Doña Watson se fue con el cuerpo, aún sollozando incontrolablemente.
Se me ordenó que no podía entrar a mi departamento hasta que hubieran acabado completamente con la escena del crimen. No, no sabían cuándo iban a terminar. Me sugirieron que me consiguiera una habitación de hotel, ante lo cual me reí. Pregunté si podía agarrar una sábana y una almohada de mi habitación para que pudiera dormir en mi auto. Me las trajeron de mala gana, y me atraganté cuando las agarré. Olían a muerte.
Hernández me ofreció conseguirme una habitación de motel, o solo dejar que durmiera en su casa, e incluso me rogó que llamara a un amigo y que me quedara con él o ella. Me rehusé a las tres opciones.
Caminé hacia mi auto e ignoré a Hernández. Aún estaba demasiado enojado acerca de todo, y me sentía devastado por que Clark se hubiera ido. Además, no podríamos hacer la vigilancia en el auto mientras estuviera durmiendo en él. Marché todo el camino hasta mi auto y azoté la puerta con fuerza.
Decidí que no me sentía seguro durmiendo estacionado cerca de mi casa, así que me fui a un estacionamiento de Walmart por el resto de la noche.
Fue como si el destino finalmente hubiese comenzado a alentarme. Estaba caminando hacia la entrada de Walmart desde el estacionamiento para comprar algo de comida. Cuando solo me encontraba a unos autos de distancia, un camión blindado se parqueó. Del tipo que transporta el dinero hacia los bancos, si sabes a lo que me refiero.
¿Y quién crees que se bajó del camión?
David. Puto. King.
Me agaché hacia mi izquierda y me coloqué detrás de un auto, utilizando las ventanas polarizadas para observar. Él se estaba riendo junto a su compañero, quien se había bajado del asiento del copiloto. Me encontraba demasiado lejos como para escuchar lo que estaban diciendo, pero definitivamente no reconocía al compañero como alguien que ya conociera. Obviamente era paranoia, pero me preguntaba si él podría ser el sujeto que había obligado a Katie a hablar por el teléfono.
Los dos caminaron a Walmart, y yo anoté la compañía a la cual pertenecía el camión. Y luego tuve una idea. Mi primera idea real en cuanto a cómo podía contraatacar ahora que sabía en dónde se encontraba David en ese preciso instante.
Corrí a toda velocidad a mi auto.
Un tiempo después, me estacioné en la casa de doña K. Me bajé y vi a mi alrededor, asegurándome de que David no me hubiera ganado el viaje de alguna forma o me hubiera seguido. Tenía que apresurarme. Quién sabía cuánto tiempo más duraría su turno.
Llamé a la puerta, y doña K. abrió.
—¡Hola, Zander! — dijo animadamente.
—¡Hola, doña K.! ¿Puedo pasar?
Cinco minutos después, estaba registrando la habitación de David. Me tenía que apresurar. Tenía que encontrar algo útil, y pronto. Le dije a doña K. que, hace años, le había prestado un videojuego a David, y solo hasta ahora lo había recordado y quería recogerlo. Ella me había dejado entrar al cuarto felizmente para que lo encontrara.
Había encendido su laptop anticuada, pero estaba tomando demasiado para iniciar. ¿Por qué diablos no había comprado una laptop nueva con todo el dinero que se había robado?
Le di una ojeada a cada papel que vi, esperando encontrar algo. Planes escritos. Una lista de verificación. Un recibo. Cualquier cosa. Cada papel que encontré era normal, por lo que podía ver. Su habitación era un desastre, lo cual jugó a mi favor. Quizá se le había caído algo incriminatorio sin saberlo.