Cuando la única condición para atender la magistral fiesta en los aposentos del príncipe le llegó en forma de pergamino, el joven de oscuros y lacios cabellos no pudo si no encontrarse a sí mismo absorbido en una atmósfera de sensacionales emociones. Una mascarada, un evento nocturno donde las identidades de los invitados serían completamente desconocidas, una frívola reunión donde los mil huéspedes del enorme castillo festejarían la dicha de estar bajo la protección de los altos muros de impenetrable piedra.
Sintiéndose dichoso de tal oportunidad el joven no desaprovecho su tiempo en lo absoluto y logrando encontrar el atuendo perfecto para la velada, se condujo al área central del terreno, allá donde el castillo del monarca se encontraba, iluminado por cientos de antorchas confiriéndole un mágico aspecto, la luna iluminando todo a su alrededor con rayos plateados daba la sensación de lujo. Todo pintaba para una noche idónea sin menor problema.
El joven quedó cautivado con la arquitectura interna del palacio, adornos ornamentales que no escatimaban en gasto, todos reunidos en el vestíbulo principal esperando porque la fiesta diera inicio y cuando el muchacho detallaba con cuidado los oleos lúgubres colgando de las altas paredes, la bienvenida del príncipe lo sorprendió. Un noble discurso de agradecimiento por la asistencia y un recordatorio sobre lo afortunados que eran todos en aquel lugar al saberse completamente a salvo de la desgracia que azotaba el mundo exterior, fueron esas las palabras que dieron principio a la ansiada mascarada.
En cuestión de minutos los visitantes rompieron formación y se dejaron llevar hasta el salón de su elección, siendo llamados por la música y la insólita decoración dispuesta en cada una de las siete habitaciones. La conglomeración de las mil personas se repartió equitativamente en cada zona, escuchándose desde el pasillo que conectaba cada pabellón, las risas, la charla y el tintineo de las copas de vino. El ambiente era efusivo y rimbombante, un deleite a los sentidos de los cortesanos ajenos de la realidad de la que la muralla los separaba.
El chico ya con un par de copas encima y con los efectos del alcohol comenzando a hacer estrago en su actuar se dirigió hasta la última de las salas, donde la música que se tocaba era más tranquila y apagada, lúgubre en cierto punto. El número de invitados que se albergaban en el séptimo salón era notablemente menor que en el resto del lugar. El muchacho no logró comprender, pues las paredes de terciopelo negro y la alfombra bien adosada a la duela del mismo material y color le daban la sensación de misterio que iba buscando aquella noche y aunado a la escarlata iluminación de los largos ventanales el entorno se volvía incitador, no le importaba lo tétrico que las máscaras se tornaban por acción de la rojiza luminiscencia, encontraba en aquel sitio un lugar perfecto para él.
E impaciente por vivir una inesperada experiencia, se adentró en la habitación dejándose envolver por el sonido de la música y el aroma frutal de las bebidas, entre sus dedos se tambaleaba el tallo de su copa vacía y mientras buscaba la mejor posición en el lugar, su mano fue despejada de la cristalería e inmediatamente después un nuevo recipiente lleno de licor remplazó el lugar vacío en su mano.
El joven observó el purpúreo contenido de su copa y buscó al responsable de aquella acción; un sujeto varios centímetros más alto que él, estéticamente más corpulento y con una máscara que cubría todo su rostro a excepción de aquella hechizante y casi hipnotizante sonrisa, con el corazón comenzándole a latir un poco más rápido dirigió la mirada hasta el par de bucles que lo observaban con cautela, una mirada llena de brillo y que reflejaba un deseo casi palpable.
El de baja estatura no pudo dejar escapar de sus labios ni siquiera un suspiro cuando las manos del joven contrario ya se hallaban apresando su cuerpo contra el suyo para unirse en una pieza musical. Las miradas conectadas expresaban todo lo que con palabras eran incapaces de exponer, una persona buscando emoción y la otra con toda la disposición de ofrecerla. La dicción fue innecesaria si entre los dos parecía que existía ya una conexión que les permitió comunicarse, con gestos todo fue dicho.
La velada avanzó con rapidez y sin embargo, para el par que seguía entrelazado sobre la pista de baile el tiempo prosiguió de una lenta y disfrutable manera. De pronto, el joven de mayor altura acercó su rostro con suavidad hasta que sus labios pudieron rozar el lóbulo de la oreja ajena, para poder susurrar con profunda voz seductora.
—Dime tu nombre.
Los vellos de la nuca del contrario se erizaron ante tal suspiro puesto sobre su oído, un vacío en el pecho fue el indicador de lo peligroso que se podía convertir aquel invitado. Reacciones de tal magnitud eran por lo impetuoso de aquella extraña relación que parecía tener ya un pasado muy marcado.
Tragando con nervios y apretando la tela del traje del más alto, se elevó sobre las puntas de sus pies y de la misma manera que habían hecho con él, respondió el pedido —Do KyungSoo— su tibio aliento chocó contra la nivea piel del otro.
Una galante sonrisa y antes de que otra cosa pudiera ser dicha, el reloj al fondo de la habitación produjo el sonido más espeluznante que jamás habían escuchado. Ambos voltearon en aquella dirección y pudieron percatarse que no fueron los únicos en desconcertarse por aquel suceso. Y de una manera casi refleja, todo el movimiento que había cesado se reanudó.
El chico más alto atrajo el cuerpo de KyungSoo hacia sí con más firmeza. Presionó sus labios contra el borde superior de su oreja y dijo su nombre para presentarse —Park ChanYeol.
Y nuevamente, el reloj produjo el atemorizante sonido que dejó a todos helados. Creyendo que el chirriar del ébano sería insuperable en cuestión de horripilancia, todos quedaron estáticos ante la aparición de aquella larga figura de túnica escarlata, de aspecto cadavérico y de un aura tenebrosa.
KyungSoo observó con temor y sintió el agarre de ChanYeol protector, las palabras pronunciadas por aquel desconocido y terrorífico invitado hizo eco en todo el castillo, las paredes retumbaron y los invitados salieron despavoridos.
ChanYeol entrelazó sus dedos con los dedos de KyungSoo y juntos corrieron por las salas del castillo, huyendo de las advertencias dichas. Se creían a salvo de la devastación del mundo, lejos de ser envueltos por las tinieblas y era esa justa razón por la que se encontraban celebrando, haciendo bullicio por cuan bendecidos se sentían. No era más que una burla y pura egolatría.
El príncipe desfalleció y la concurrencia abatida por la desesperación no pudo encontrar salida debido al encierro en el que se hallaban. Una a una, las máscaras fueron cayendo, una a una las almas fueron ascendiendo y todos en el lugar perecieron con vergüenza ante la intangible figura de vestiduras escarlatas que ahora gobernaba.
Y a pesar de ello, sus manos jamás se soltaron, encontraron lo que buscaban y ahora tenían la infinita eternidad para pertenecerse.
[...]
La obra original se encuentra como un capítulo del libro "Amigo secreto" en la cuenta de PuzzleEntertainment [Link en mi descripción]
La historia original fue escrita para un KaiSoo (perdón si sienten la traición ahí jaja) fue un regalo para uno de los miembros de PZent. la verdad me gustó mucho como quedó originalmente con KyungSoo y JongIn pero sentí la necesidad de ver plasmada esta historia desde una perspectiva ChanSoo.
Otro punto a tener en cuenta es que esta obra toma como inspiración el cuento homónimo del grandísimo y admirable Edgar Allan Poe, si tienen la oportunidad de leerlo, por favor háganlo, es mi autor favorito y lo amo con mi vida.
Gracias por leer y nos estamos leyendo<3
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La máscara de la muerte roja [ChanSoo]
Short StoryUna fiesta es ofrecida para aquellos los que se dicen ser afortunados, sin embargo, la noche da un giro totalmente inesperado cuando un invitado no deseado llega al recinto. ♡Pareja: ChanSoo ♡Historia corta. ♡Obra originalmente escrit...