“Romeo y Julieta”, ¡tan conocida historia de amor! Los Montesco y los Capuleto se odiaban, pero ambos lucharon hasta el final por su dulce historia de amor...
Por tres días.
¿Me dices que murieron? ¡Oh, cielo santo! ¿Qué atrocidades dices? ¡Ellos no murieron! ¡Para nada! ¿Qué no te enteraste de lo que realmente sucedió? Ven, te contaré.
Tres maravillosos días pasaron juntos, desde aquel día en que se conocieron en Verona, en aquel baile de la familia de Julieta, hasta aquel en que ambos jóvenes amantes murieron.
Los Capuleto y los Montesco se reconciliaron para evitar otra tragedia como la de Romeo y Julieta, y bla bla bla, final feliz para el pueblo, trágico para los amantes.
¿Cierto? Ya sabes, lo que siempre te contaron. Pero déjame decirte que realmente no fue así; bueno, sí fue así, pero no tan así.
Ellos no murieron, ¡para nada! ¿Cómo pueden pensar que dos jóvenes de dieciséis y catorce años se matarían por quién recién conocieron?
Ellos se gustaron al verse, se casaron al día siguiente y murieron... No, escaparon, al tercer día.
Sabían que sus familias no los dejarían vivir juntos, así que planearon escapar de Verona, fingiendo sus muertes para escapar. Bueno, era un plan doble.
La idea original era que Julieta aprovecharía el exilio de Romeo de Verona para fingir su muerte y así escapar con él. Pero ¡oh, no! Casi ocurre la tragedia: Romeo no se enteró de su plan y fue a verla por su supuesta muerte. Improvisar fue la solución.
Julieta despertó justo a tiempo. Escaparon con rapidez antes de que alguien se diera cuenta con la ayuda del Fray Lorenzo.
Qué gracioso, ¿no? ¡Pensaron estar juntos para siempre después de conocerse hace tres días!
Escaparon lo más lejos que pudieron, hasta llegar a un pacífico y hermoso reino apodado "de cristal".
Curioso nombre, donde una zapatilla de cristal fue perdida por una joven doncella nacida en cuna de oro y criada como sirvienta por su madrastra y sus hermanastras, Anastasia y Drizella, cuyos nombres eran contados como cuento de terror para los niños y honor para la vida de la joven reina Ella, o como la conoces "Cinderella". Buen juego de palabras para una doncella cubierta de ceniza de nombre Ella, ¿no?
El baile fue hermoso mientras duro, ¿no, Ella? Bailaste hasta que tus pies no pudieron más, y las 12:00 dieron ya. ¡Lástima que tu baile termino, junto con toda tu diversión!
Que aburrida la vida, ¿no? Le falta la emoción que no te da tu esposo, tan buen bailarín con quien bailaste toda la noche. Eso te pasa por casarte con quien no conocías.
Él era un príncipe, pero no tu príncipe azul. No era aquel joven que soñaste alguna vez, era un aburrido y tedioso gobernante. ¡Pobre Ella! ¿Pensaste que toda tu vida sería como ese baile que Edward no ha vuelto a repetir? ¡Qué infantil imaginación, Ella! ¿Por qué no buscas nueva diversión?
¡Oh, cierto que ya lo hiciste! Tantos pares incompletos por dejar tu zapatilla en cada cama por la que pasas, por cada baile donde danzas, escapándote del castillo para ir a jugar.
¡Vaya, un nuevo bailarín! Pensaste al ver a Romeo pasar, a la mano de Julieta iba sin cesar. No haría nada malo una nueva pareja de baile. Para tu sorpresa, cuando Julieta ya no estaba, Romeo fue quién se te acercó. No le eches la culpa a la pobre Julieta, ella fue dejada sola en un lugar desconocido.
Romeo, Romeo, ¿tan egoísta eres para dejar a Julieta por una reina adúltera y abandonarla cuando se marchó por ti?
Tonta, tonta Julieta, dejaste todo lo que tenías por quién apenas conocías.
Ella, codiciosa Ella, ¿tanto deseabas algo de atención que Edward no te daba? ¿Tanto como para dejar el reino que tanto te amaba por una nueva aventura con Romeo?
Edward se enteró: se enteró de Romeo, se enteró de las zapatillas pérdidas de Ella, se enteró de la soledad de Julieta.
Vengativo y celoso era el rey Edward. ¿Cómo me has de engañar, sucia Cinderella, sirvienta de cenizas? Decía el joven Rey.
A Julieta mandó a buscar para una venganza planear. A Ella mandó a exiliar, no pudiendo lastimar tal belleza que poseía. Y a Romeo mandó a decapitar, tan joven en verdad, en la guillotina fue su final.
Edward se compadeció de Julieta, quién estaba sola en un país desconocido. De Italia a Gran Bretaña se fue por Romeo. Ahora volvió a Verona, gracias a la compasión de un rey, donde en castigo eterno por tal tontería que cometió, de su cuarto no volvió a salir...
Pero en las noches, un caballero diferente iba a bailar con Julieta hasta que su piel tersa se convirtió en escombros.
¿Ves? No todo es como alguna vez te contaron.
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Pesadillas de melón ©
Short StoryEmbárcate en un viaje literario donde los cuentos clásicos toman giros oscuros en "Pesadillas de melón". Esta intrigante antología de retellings te sumerge en la delgada línea entre lo encantador y lo macabro, donde los sueños se transforman en inqu...