Parte Única

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- Chris cariño, ¿estás ocupado?- preguntó Jenny entrando a la habitación de su hijo.

- Depende, estoy terminando algunas exposiciones para la próxima semana, ya sabes que faltan solo dos meses para los exámenes finales y por fin me despido de la secundaria- exclama el castaño extendiendo sus manos hacia arriba en señal de alegría.

- Es que quería preguntarte si podrías acompañar a tu hermana a su clase de ballet hoy, me surgió un asunto urgente que atender en el trabajo y Sara no va a poder acompañarla porque se torció el tobillo ayer- dice la madre del ojimiel.

- Esta bien ve tranquila, pero solo por hoy, sabes que esas cosas del ballet me aburren, ni siquiera sé porque Sofi toma esas clases- dice levantándose de la silla para proceder a buscar su chaqueta y su cartera.

- A ella le gustan mucho y prácticamente me suplicó que la inscribiera, dice que su profesor es muy bueno, tu también podrías aprender si quisieras- dice con una sonrisa de lado burlándose del castaño.

- ¿Qué? ¿Yo bailando eso? No, eso no está hecho para mí, el ballet es para las mujeres, no digo que los hombres no pueden practicarlo, pero no sé, sería raro ver a un hombre con un tutú y unas lindas zapatillas- dice soltando una pequeña risa al final.

- Los hombres no usan eso Chris, ellos usan otro tipo de vestimenta, además no concuerdo con eso de que el ballet es para mujeres, un hombre no es menos masculino solo por practicar ese tipo de baile- dice llegando hasta donde ésta su hija menor.

- Si claro, apuesto a que el profesor de ballet de Sofi no se ve ni la mitad de masculino que yo- dice Chris arqueando una ceja.

- El profe Zabdiel es muy guapo Chris- dice Sofía al escuchar que estaban hablando del rizado- y tambien es muy bueno, el baila muy bonito, me ha ayudado mucho a bailar como él- exclama la menor con una sonrisa.

- Si, como sea, vamos enana antes de que se te haga tarde- dice cogiendo a la castaña de la mano para llevarla a la academia de baile.

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El castaño se encontraba observando al rizado desde la ventana del salón donde se llevaban a cabo las clases de ballet.

Se había equivocado al juzgar a Zabdiel por practicar ese baile, porque nunca antes en su vida había visto un chico que destilara tanta masculinidad como el que tenía a unos pocos metros de distancia, era perfecto, la forma en como se movía y ejecutaba los pasos según el compás de la canción que sonaba de fondo, como disfrutaba de cada movimiento y sobre todo sus pasos tan estilizados y elegantes, estaba seguro que ninguna otra persona se podía ver tan bien ejecutando esos pasos como el boricua, lo había dejado fascinado, embelesado con su baile.

En un pequeño instante el rizado conectó su mirada con él y se percató de que lo había estado observando, siguió moviéndose con una sonrisa de satisfacción en su rostro pero esta vez tratando de mantener la mirada fija en el ojimiel.

En el transcurso de la semana el castaño no se había perdido ni una clase de su pequeña hermana, ofreciéndose a llevarla, claro que esto era solo una excusa porque la verdadera razón era aquel chico de rizos y acento puertorriqueño, le gustaba demasiado el boricua, no le llevo mucho tiempo darse cuenta, y sabía que no le era indiferente al rizado porque siempre que empezaba a bailar lo hacía observándolo con una mirada seductora, sabía que él también lo deseaba, porque había percibido el mismo brillo de lujuria que tenía él en los ojos del más alto.

Cuando llegó el Lunes de la siguiente semana se había decidido a acercarse y hablarle, no aguantaba más las ganas que le tenía, porque sí, lo deseaba, y como no, si el boricua era una tentación andante, una dulce y placentera tentación para Christopher, y quería caer en ella. Valdría la pena, claro que sí.

Bailame   |Chrisdiel|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora