22._ Posesiones demoníacas

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Hunter

Lo hice inconsciente por la cercanía, por su alteración, por sus sentimientos rebotando por toda la habitación llegando a chocar con fuerza en mi nariz, agobiando mi olfato. Lo hice porque quería oler algo diferente al agobio y a la desesperación de la situación, de su tristeza abrumadora en su pecho.

Lo hice por quise también pero pensé cuando ya me había separado.

Me disculpé como siempre hago luego de hacer algo indebido o algo considerado por mí como no debido..., por el gesto de Akira y sus manos sujetas a su estómago. Por lo menos, su corazón aceleró un poco su ritmo llegando a casi nuestras pulsaciones naturales.

Me extraña su reacción, estoy acostumbrado a recibir fuertes reacciones negativas por cosas como estas y que ahora no haya hecho cierta cosa, si no fuese por su mala condición, me sorprendería demasiado pero ahora soy incapaz de verla con otro gesto que no sea en lo más mínimo alegre...

Quiero que Adeline encuentre algo... Me cuesta seguir viéndola así y vengo porque no me siento bien dejándola apartada con todo esto, no puedo ser tan hijo de puta y no aparecerme más.

Su rostro, su pálido rostro está quemado con las marcas del camino de lágrimas recorrido por su piel. Sus lágrimas eran de dolor, del mismo color actual de la esclerótica de sus ojos inyectados de sangre... sus lágrimas estaban mezcladas con la sangre que le hizo derramar en su trayecto de caída y supe cómo reaccionar porque lo primero que hice fue humedecer un pañuelo y luego pasarlo por su rostro.

Lo único que sí sabía era lo de sus lágrimas, lo que se volverían para ella y fue por las anécdotas de la demonio rebelaras para los que no sabíamos nada. Ahora, ella está trabajando en el invernadero de la mansión, haciendo experimentos del lado químico para luego adaptarlos al sistema de un alma.

— Hunter —Giro a verla desde mi posición, sintiendo mi corazón arrugarse una vez más ante su imagen—... Llévame hacia dónde está Aarón.

Cambio mi gesto a uno de sorpresa al sentir el característico aroma de la rabia saltar desde cualquier lugar pero aun con ese sentir, su rostro no tiene el mismo sentimiento mientras se lo palpa con su mano ni mucho menos sus ojos que no pueden verse más tristes y apagados que antes.

No me acostumbro a verla con el cabello por sobre los hombros, ni ver este totalmente blanco.

— Akira... no es bueno que vayas.

— Hunter, por favor —Tensa su cuello en gesto suplicante y enojado— Llévame, llévame, llévame —pide insistentemente y desesperada, manteniendo su misma gesticulación.

No quiero que salgas de la habitación ni que te expongas hacia el exterior, que no te vayas a herir más de lo que ya estás ni tengas alguna otra dolencia o molestia. Es mejor que permanezcas en cama pero tampoco soy quien para decirte que lo hagas cuando ahora quieres ver al culpable.

— No puedes levantarte. —No puede mantenerse de pie por cuenta propia.

— Con tu ayuda, Hunter. Por favor.

Hago una mueca con mis labios antes de acercarme y colocarme a la orilla, sentándome a su lado para tomar su mejilla con la palma de una de mis manos, deslizándola por la herida piel recibiendo al instante su mano tomando la mía... pero para apartarla con molestia y dolor.

— No busques persuadirme, te lo estoy pidiendo.

Suspiro resignado antes de levantarme y tomar una de las manos de Akira con una de las mías y, con mi brazo contrario, rodear su torso con cuidado para traerla hacia mí y poder levantarla con ayuda de mi cuerpo.

Secreto entre lazos: ErradicaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora