Segundo Estadio

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Segundo Estadio: 

Capítulo 4/Cuatro:

–Javier y tú están conversando sobre adoptar a otro pequeño, ¿no es así? – cuestionó Yumi para atraer la atención de su adorado hijo, quien desde que había llegado al hogar que sus padres compartían en Toronto, tenía una brillante sonrisa pintada en la cara y se mantenía en las nubes.

–No tengo idea de que estás hablando madre –respondió Yuzuru de forma automática, mientras se dedicaba a doblar la ropa limpia descuidadamente y con la mirada en la ventana trasera. Desde donde claramente se podía ver a Shoma jugando con una pelota.

–Estoy diciendo que Javier trata de convencerte de que adopten a otro pequeño a base de prácticas que no mencionaré de forma explícita, pues soy tu madre y no tengo interés ni ganas de si quiera imaginarme qué es lo que tú y tu marido hacen cuando están solos en una habitación.

–¡Madre! –Gimió el japonés con sorpresa al escuchar aquellas palabras, dejando de lado la playera que había doblado y desdoblado por lo menos tres veces.

–Escucha cariño, lo has hecho muy bien con Shoma –murmuró Yumi tomando las manos de su hijo.

–De verdad estoy orgullosa de lo buen padre en el que te has convertido. Nadie que te viera hoy pensaría que a Javier le tomó dos años en convencerte para que adoptaran a Shoma; y que aún meses después de que él llegó a casa, tú te rehusabas a cuidar de él.

Las palabras de Yumi cayeron como un balde de agua fría sobre su hijo. Yuzuru abrió los ojos con sorpresa y se abstuvo de hacer algún comentario. Ya no podía culpar al accidente por sus "lagunas mentales", en ese momento ya sólo le quedaba aceptar la información que sus seres queridos le proporcionaban de forma inconsciente, y poco a poco ir conociendo a su "yo" anterior.

–Creo que incluso antes del accidente ya lo hacías bien. Pero, en definitiva, después de este, tu cambio ha sido radical. Creo que es por eso que Javier ha decidido que podrá convencerte para que le den a Shoma un hermanito o hermanita –Yumi sonrió al pensar en la familia de su hijo con un nuevo integrante.

Una nueva criaturita a quien cuidar y mimar, y no sólo eso. Si no que esta vez sería capaz de ver a su hijo siendo el padre amoroso en el que se había convertido, desde el momento en que ese pequeño llegara a casa.

–Jamás se lo menciones a Shoma, por favor. –pidió el joven a su madre con una mirada de terror.

–Por supuesto que no cariño. Sé que estabas aterrado cuando Shoma, siendo tan pequeñito y delicado, llegó a tu vida. Puede que no lo creas, pero cuando tú y Saya llegaron a mi vida, yo me sentí exactamente igual. Tenía miedo de que cualquier cosa que hiciera, pudiera lastimarte a ti o a tu hermana. Claro que yo tuve a tu padre para apoyarme en todo momento –murmuró la mujer perdiéndose en aquellos recuerdos donde ella era la protagonista.

–Papá es un gran hombre.

–Pues también tú tienes un gran hombre a tu lado, Hanyu. Javier es un magnifico esposo. Es un poco cabezota, pero tú también lo eres, así que creo que esa es una de las razones por las que terminaron juntos.

El pelinegro mordió su labio en ese momento, tratando de pensar si era el lugar para preguntarle a su madre si ella sabía algo de los papeles que encontró en su oficina en el club, y que por suerte Javier no había visto cuando acabaron dando un uso inadecuado al bonito escritorio que el señor Hanyu; su padre, le había ayudado a escoger hacía algunos años atrás, según le habían contado.  

Tras echarle una rápida mirada a la puerta, el joven nipón centró toda su atención en su madre. Tenía que saber qué es lo que había estado pensando en el pasado cuando le pidió a un abogado aquellos papeles. ¿Acaso estaba loco? Con lo tremendamente dulce y amoroso que es Javier, tenía que estar completamente loco o drogado para haber hecho aquello.

To the stars who listenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora