6. El Secreto de Alex

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Me levanto nerviosa, he dormido bien, sin preocupaciones, pero, así como la razón vuelve cuando te despiertas, también lo hacen los problemas. Ayer apenas tuve tiempo de empezar a estudiarme el guion de la obra, y esta tarde Alex y yo hemos quedado para terminar el trabajo, así que tampoco voy a poder estudiarlo mucho. Como si fuera poco, también tengo que estudiar lo que voy a decir en la exposición del trabajo, y no me gusta hablar delante de la clase. Sé que es extraño que pueda actuar delante de cientos de personas, pero no pueda explicar una cosa delante de unas treinta, pero la diferencia es que en el teatro ni las conozco ni las veo. En la clase sí.

Tomo mi teléfono para ver si me ha llegado algún mensaje mientras dormía, y en el instante que lo hago me vuelve a la cabeza las imágenes que se filtraron de Chad y de mí. ¿Me van a reconocer? Espero que no... Ni siquiera se me ve la cara, en realidad. O al menos en las que he visto yo hasta ahora...
Hay una notificación de un mensaje de Alex, que me recuerda que hemos quedado esta tarde, y que me pregunta que si de nuevo vamos a hacerlo en mi casa. Yo le respondo que sí y entro en la otra notificación que hay. Es Chad que me desea buenos días y mucha fuerza por si la gente me ha llegado a reconocer. Le contesto que muchas gracias y me voy a vestir.

* * *

– ¿Quién crees que sea?
– Seguro que es alguna rica, no le pueden poner una pordiosera...
– Pero no es nada guapa... Y su ropa es horrible.
– ¿Pero qué dices?
– Mira su vestido... Eso tiene que costar una pasta.
– Estoy segura de haber visto una falda así en el mercadillo barato.
– ¿De verdad?
– No sé yo... A mí me parece bastante guapa.
– ¿No se os hace familiar?
– ¿Crees que la conocemos?
– Podríamos...
– Quién sabe.
– Vamos al mejor instituto del mundo. Yo apuesto con que viene a este.
– ¿Y si ya ha terminado?
– ¿Eres tonta? Tiene 16, tiene que estar en el instituto por narices.
– ¿Y si no lo está?
– ¿A qué te refieres?
– Que quizás Chad mintió para poder mantenerlo en secreto.
– ¿Tú crees? ¿No sería muy raro?
– Pues yo creo que podría tener razón...
– ¿Sois tontas? ¿Por qué motivo tendría Chad que mentir?
– Ya lo ha dicho. ¿Es que estás sorda?
– ¿Pero qué dices? ¿Estás loca?
– ¿Tenemos que seguir hablando de esto? Es una tontería.
– Lo que es seguro ahora es que Julia jamás podrá estar con él.
– Cierto.
– Callaros. Sabéis que todas vosotras queréis estar con él tanto como yo lo quiero.
– Mentira, a mí ni siquiera me gusta.
– Eso es porque tú eres una rara.
– Pues yo creo que lo hicieron aposta.
– ¿El qué?
– Mostrarse en público... Que la gente los pillara.
– ¿Si fuera así, ¿por qué habrían huido?
– ¿Para mantener la farsa?
– ¿Y si esa no es su Destinada, si no otra chica?
– ¿Crees que la esté engañando?
– ¿Tú no?
– Pero eso no es posible... ¿Y entonces, por qué se habrían mostrado en público? ¿Y si les pilla el gobierno?
– Yo he oído que si te vas con otra persona que no sea tu Destinado, te electrocutan con un chip que tenemos en el cerebro.
– Mentira. ¿Pero qué dices?
– Una vez escuché una historia de una chica que engañó a su Destinado...
– ¿Enserio? ¿Y qué pasó?
– Cloe, déjalo. No terminaron bien.
– ¿Quieres saberlo?
– Cloe, calla.
Estoy harta de los rumores que llevo escuchando todo el día, nadie tiene ni idea de nada. Hoy he decidido hacerme un moño en el pelo por si acaso, que nadie me reconociese por la forma en que lo llevo normalmente, pero parece que todos están demasiado ocupados teorizando como para fijarse en mí. Mejor.

* * *

El timbre suena y yo voy a abrir la puerta. Dejo pasar a Alex y subimos a mi habitación una vez más. Cuando, por fin, terminamos el trabajo, ya ha oscurecido.
– Hasta mañana –dice.
– Hasta mañana –respondo, y cierro la puerta.
Hemos tardado dos semanas para hacerlo, pero finalmente hemos terminado el estúpido trabajo.

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