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El paisaje de una mañana sombría, nublada y carente de colores le daba un toque más triste al entierro de Park Seokjin

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El paisaje de una mañana sombría, nublada y carente de colores le daba un toque más triste al entierro de Park Seokjin.

Ese día, los integrantes de la Yuda que estuvieron el día anterior, donde fue el velorio, pareciera que se hubieran multiplicado, llegando mujeres, hombres y hasta niños que eran parte de la mafia.

Jimin trataba con todo su ser no perder los estribos. La noche anterior tuvo un martirio mental donce se culpaba de todo y de nada, lamentándose de su existencia, y cuestionandose del por qué su hyung lo dejó solo, si le había prometido que estarían juntos pese a cualquier cosa.

«Tú y yo estaremos unidos por siempre, Jimin.»

El pelirrosado arañó sus manos con agresividad, esa voz no lo dejaría tranquilo ni hasta en momentos cómo éste, tan significativo, que tenía mostrar respeto, y claro, dolor.

—N-no me hables... —susurró para él mismo, sin embargo, Namjoon escuchó, dedicándole una fría y examinadora mirada, que parecía juzgarlo cruelmente.

Jimin comenzó a ponerse nervioso, y recordó una vez más que Seokjin no podía defenderlo, eso provocó un hipido en el menor. Necesitaba a alguien, quien quiera que sea, para no caer en las garras de él. Pero por más que el destino le mande a alguien, no sería lo mismo que con su amado hermano, ya no tendría en quién apoyarse o confiar plenamente, quién lo ayude, o quien sea su confidente, mucho menos quien le diera esos sucios besos húmedos mientras las pieles desnudas se rozaban de la forma más morbosa y a la vez, cariñosa que pudiera existir.

Seokjin hyung...

«Seokjin está muerto, entiéndelo de una maldita vez, enfermo.»

El muchacho llevó sus manos arañadas hasta sus oídos, intentando vanamente no escuchar esa voz que sólo era audible para él.

—Y serás venerado por el glorioso recuerdo que tendrá la Yuda por ti, nuestro Don. —el mismo cura de ayer, volvía a hacer acto de presencia con su discurso— Hoy, tendrás el grato y merecido descanso eterno después de todo lo que haz hecho por tu agradecida Yuda y tu familia. Que en paz descanses, Park Seokjin, nuestro gran y eterno Don.

Las lágrimas ya habían salido desde hace mucho por los orbes de Jimin, deslizándose por su angelical carita al ver cómo la tierra comenzaba a cubrir a su hyung. Nuevamente su respiración se desestabilizó, sus piernas comenzaron a flaquear con nerviosismo y ansiedad. Era una bomba de tiempo en cuenta regresiva; en cualquier momento explotaría.

Pero eso no pasó. No. Quiso ser fuerte. Tenía que ser fuerte.

En minutos, el hueco que era especialmente para el fallecido, fue llenado por la tierra, dándole una enviodiosa prolijidad al último palazo.

Jimin se puso de pié, tambaleante, salió de esa hilera de personas sentadas, caminó lentamente hasta la tumba, dónde con dificultad y falta de estabilidad, trató mantenerse de pié; las fuerzas le faltaban a montones, también pudo sentir un mareo al pararse, se agachó hasta quedar en cuclillas y depositó una rosa roja. El pelirrosado lloraba en silencio, lágrimas caían sin parar de su rostro hasta la tierra fresca de la tumba, donde esas gotitas refljantes de dolor se deshacían. Se mantuvo varios segundos que se transformaron en minutos con esa posición, soltó un fuerte suspiro tratando de quitarse ese nudo en la garganta que lo ahogaba. Finalmente volvió a ponerse de pie, tambaleandose en el intento y caer, sin embargo, sus reflejos lo salvaron de lo que hubiese sido un duro y feo golpe, por último, el entristecido chico fue  hasta su asiento sintiendo la fría mirada de todos en el fúnebre lugar, pero los ojos que más le perforaron fueron los de Namjoon, ya presentía lo que quería decir esa mirada.

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⏰ Última actualización: May 31, 2018 ⏰

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