Demasiado cerca. ¿CELOS? No.

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Renji creyó haberla visto entre los árboles, y gritó llamándola pero pronto se convenció de que todo era producto de su imaginación.

- Sólo quiero saber por qué soy como soy, por qué puedo ver estos "hollows", por qué me siguen. - le preguntó al aire en un tono cada vez más bajo agachando la cabeza. - Estoy volviéndome loco. - dijo dando la vuelta, avergonzado de haberle gritado a un árbol.

- Te siguen porque te quieren devorar. - le contestó una voz proveniente de la espesura de los árboles a un lado del sendero.

- No lo estoy imaginando... estás aquí. - dijo el pelirrojo mientras una sonrisa alcanzaba sus labios.

Rukia no había podido soportarlo, una semana había transcurrido sin un sólo reporte de haberlo visto. Su oficial sólo llegaba, eliminaba los hollows de turno y se esfumaba antes de que el muchacho hiciera su aparición. Bueno, después de todo, esas eran sus órdenes, pero ella necesitaba asegurarse que él se encontraba bien, y volver a verlo, ver ese rostro tan familiar en un completo extraño.

- Me escuchaste. - volvió a hablar la joven de pequeña estatura y cabellos largos y negros como esa noche, saliendo detrás de un árbol. - Quieren alimentarse de ti, no vienen buscando tu ayuda. Los atrae tu fuerza espiritual, de eso se alimentan, y la tuya es lo suficientemente poderosa para resultarles irresistible, sólo que no esperan encontrarse con alguien que puede manejarlos a su gusto, de alguna manera logras detener su voracidad y acercarte a ellos lo suficiente para que regresen al otro lado. Pero sólo es cuestión de tiempo hasta que te encuentres con uno que no puedas dominar. Tu reiatsu crece, al mismo ritmo que tú, y atrae a hollows cada vez más poderosos, más peligrosos, algunos de ellos pueden hablar e incluso razonar, no podrás someterlos, ellos te devorarán.

- Cómo es que sabes tanto de ellos emm... ¿cuál era tu nombre?- dijo con astucia el muchacho, deseaba saber de ella.

- Capitana Kuchiki, y lo sé porque es mi trabajo, ya te lo he dicho. - respondió cortante y fría.

- Esperaba algo menos formal, como Anna o Yuuki, pero está bien, qué haces aquí "Capitana Kuchiki?" Creí que tu soldado tenía todo bajo control, no veo a uno de ellos desde que él se encarga de que desaparezcan antes de que lleguen a mí.

- Estoy aquí para evaluar el progreso de la misión de mi subordinado. - mintió descaradamente.

- Vaya que de cosas y ¿cómo va hasta ahora?

- Pues, tenemos todo bajo control, sólo es rutina. - volvió a mentir fingiendo despreocupación.

- Pero si estas cosas van a hacerse cada vez más grandes y yo los atraigo, y esto es rutina para vosotros seres raros, quiere decir que ¿hay más personas como yo y vosotros que se encargan de protegerlos?- preguntó algo esperanzado con la idea de no ser un "bicho raro", de que hubiera otros como él.

- Algo así -ya se estaba arrepintiendo de haber sobreactuado. - Bueno, en realidad no, pero no es un asunto que tenga que discutir contigo.

Rukia intentó cortar el tema. Cada pregunta del muchacho la metía en una mentira más grande que luego no podía sostener y hacerlo creer que ser como él era algo común no parecía tan buena idea.

- Entonces, soy un fenómeno ¿o algo así? Yo nunca antes había hablado de esto con nadie, eres la primer persona con la que comparto lo que puedo hacer. No ha sido fácil, puedo verlos desde que tengo memoria y siempre me han seguido, o eso creo. Y no fue hasta que cumplí trece o catorce años que supe como dominarlos o acercarme a ellos. Lo encontré en un libro que hablaba de almas y demonios, y contenía un ritual llamado Konso para enviar almas errantes hacia otro plano, que llamaban tierra de almas o algo así.

Llevé a cabo el ritual con uno que encontré en el parque, no fue fácil, no lograba mantenerlo en el lugar para completar el pasaje, esa vez sí pensé que iba a morir, pero luego aprendí a controlarlos, con paciencia y dedicación logré ganar su confianza y mantenerlos quietos hasta el final del ritual.

- Lo que haces es muy peligroso. - Rukia bajó la guardia y se fue acercando lentamente - No deberías jugar con esto. Si por alguna razón se liberan de tu control, estás indefenso frente a ellos. - le advirtió la chica con genuina preocupación.

- Entonces enséñame a defenderme como vosotros hacéis ¿Dónde puedo conseguir una de esas espadas? Tú podrías entrenarme. - se emocionó el muchacho.

- Estas "espadas" como tú las llamas, no se "consiguen", ellas nos eligen y son parte nuestra, y estudiamos años para poder dominarlas y aún así es un proceso constante el descubrir todo su potencial. No es algo que esté destinado para un ryoka, lo siento. Debes olvidar todo este asunto y vivir tu vida como un muchacho normal. - le sugirió la shinigami.

- Es imposible, no soy normal, y yo no lo busco, ellos lo hacen, yo sólo tuve que aprender a lidiar con eso. - se excusó el joven con frenesí,mientras su cabello rojo se agitaba como el fuego. - Por favor, enseñarme a defenderme y ya no tendrás que enviar gente a hacerse cargo de mi.

Rukia se lo estaba pensando realmente, era tentadora la idea de enseñarle a manejar su energía, como cuando eran niños. Podría pasar tiempo con él y...

- Renji... - se escuchó un llamado que provenía del camino que se perdía en el parque.

Una muchacha alta y delgada se aproximaba a él casi corriendo.

"Renji" pensó Rukia, "No puede ser que sus padres hayan elegido el mismo nombre, esto es demasiado."

El muchacho volteó a ver quién lo llamaba y cuando volvió a girar la capitana ya no estaba allí.

"Demonios, se escapó otra vez." se lamentó para sus adentros.

- ¿Qué estás haciendo aquí en el medio de la nada?- le preguntó con una sonrisa la bella joven de largo cabello rubio.

- Nada en particular, sabes que me gusta caminar por el parque por las noches. La pregunta en realidad es qué haces tú aquí. - dijo esquivando dar demasiados detalles.

- Bueno, como sé que te gustan las caminatas nocturnas supe que podría encontrarte aquí. - le contestó acercándose de forma coqueta.

Rukia aún no se había marchado, los observaba desde las sombras, oculta en la espesura de la noche. No pudo evitar notar que la hermosa joven coqueteaba con Renji descaradamente, se balanceaba de un lado a otro mordiéndose el labio mientras lo recorría de arriba abajo con la mirada pretendiendo ser sensual.

- Bueno, ¿y para qué me buscabas?- inquirió el alto joven con una sonrisa ladeada, respondiendo a sus coqueteos.

La shinigami observaba asqueada entre los arbustos. "cielos, esto debe ser parte de su nueva personalidad como ryoka, Renji nunca entraría en juego tan estúpido." O tal vez sí, nunca lo había visto interactuando con muchachas que no fueran parte de su grupo de amigos, pero sí había escuchado al pasar algunos comentarios sobre las habilidades románticas del teniente, aunque siempre había tratado de ignorar ese tema. Era obvio que como hombre que era tendría sus cosas, pero él siempre la había mantenido alejada de ese aspecto de su vida, no parecía darle más importancia que la casual, y como nunca había presentado una novia, Rukia suponía que eso del compromiso no le interesaba mucho, él era un hombre de acción, las peleas y el alcohol eran lo que lo definían, como así también el honor y la lealtad, ese era su Renji.

- En este momento hay una fiesta en el muelle, vine a buscarte para que vayamos, hace tiempo que no nos divertimos juntos. - coqueteó una vez la rubia mientras se colgaba de su cuello.

Rukia sintió una punzada de celos que la atravesó como un rayo. Debía admitir que la joven humana era hermosa, femenina, algo que ella ni soñaría en ser, y se veía muy bien en sus jeans ajustados y sus tacones de vértigo, un suéter que caía dejando al descubierto uno de sus hombros y su largo y lacio cabello rubio que brillaba bajo la luz de las farolas que adornaban el parque.

Renji la descolgó de sus brazos y dijo:

- Bien, vámonos si queremos llegar a esa fiesta.

No quería demostrar demasiado en caso que la "capitana" hubiera decidido quedarse observando, no sabía el por qué, pero no quería que ella pensara que tenía novia o algo así, tal vez creía que tenía alguna oportunidad con una shinigami ¿certificada? Estaba volviéndose loco.

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