Capítulo 36 - Peter

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- No quiere hablar con nadie.

- ¿Ni siquiera conmigo?

Miro a Ámbar con ojos suplicantes, pero lo único que consigo es que me devuelva una mirada de reproche.

- ¿Por qué tenía que ser diferente contigo? ¿Acaso tú lo has sido con ella?

Voy a replicar, pero no consigo encontrar un solo argumento que pueda demostrar que se equivoca. Ni siquiera me había dado cuenta de que las gemelas habían desaparecido hasta el día de la graduación.

- Lo sé, no soy mejor que el resto. Estos días han sido un lío, ya lo sabes. Pero ahora estoy aquí...

Cuando pienso que al final me va a dejar pasar, Ámbar chasquea la lengua y empieza a cerrar la puerta. Yo doy un paso hacia adelante para impedírselo, y ella me mira con mala cara.

- ¿Qué es lo que te pasa?- le pregunto, molesto.- He cometido un error, pero si no me dejas pasar no podré arreglarlo.

- ¡Basta!- una voz idéntica a la de Ámbar se oye desde lo alto de las escaleras. Empujo la puerta y observo a Alice que baja las escaleras con desgana.- Ámbar, déjalo pasar.

- ¡Por encima de mi cadáver!- le responde la aludida.

- Pues me marcho yo.- Alice suspira y me agarra de un brazo.- Anda, vámonos. Necesito que me dé un poco el aire.

Dicho y hecho. Ámbar suelta un gruñido, pero da un paso atrás y, tras lanzarme una última mirada de advertencia, cierra la puerta dejándonos fuera.

- ¿Qué le pasa?- repito, impresionado.

- Mal de amores.- responde ella, encogiéndose de hombros. Tiene los ojos rojos, como si hubiera estado llorando hasta hace un instante. Sé que lo ha hecho.

No es hasta este momento que me doy cuenta de que no sé cómo abarcar el tema. Sé por qué está triste: desde que Damien anunció que volvía a Francia no hemos vuelto a verle el pelo. Se fue sin despedirse, pero sabemos que Alice le acompañó al aeropuerto. Con todos los líos que tenemos últimamente no le dimos la importancia que debería, y la despedida se limitó a un mensaje de texto y una nota de voz grupal.

- ¿Cómo estás?- improviso.- Siento no haber venido antes. He sido un amigo horrible.

- Un poco.- responde ella con una sonrisa triste.- Pero has venido, que eso es lo que importa.

Asiento en silencio, y seguimos así unos minutos más. Decidimos sentarnos en una heladería cercana y pedimos dos cucuruchos del tamaño de nuestras cabezas.

- No me has contestado.- digo de improviso. Ella mira largamente su helado, como si le recordara algo maravilloso que yo desconozco. Después, suspira largamente y le pega un mordisco.

- Estaba enamorada.- responde al fin.- Y lo sabía, pero no me atreví a decírselo hasta que fue demasiado tarde. Y él hizo lo mismo.- hace una pausa y sonríe apenada.- Vaya par de idiotas.

- Seguiréis en contacto, imagino.- Alice asiente en silencio. Duele ver tan alicaída a una chica que siempre ha sido tan alegre.- Alice...¿Qué puedo hacer para animarte?

- Nadie puede hacer nada. Se me pasará, supongo. Solo dame tiempo.

Alice da otro mordisco a su helado, y de nuevo nos quedamos en silencio. No sé qué decir, y ella tampoco. Al cabo de un rato empieza a notar cómo el helado empieza a fundirse entre mis dedos y me lo termino a toda prisa.

- Cuéntame algo tú.- dice Alice de pronto.- ¿Alguna novedad?

- Bueno...- me detengo y hago una lista mental de todo lo que puede haberse perdido.- Melanie y Sam están juntos, así que el aire está lleno de feromonas por un lado y tensión por el lado de Ben. ¿Qué más? Harry se pasea por todas partes como si fuera el personaje central de una banda emo, y Ben ha empezado a ponerle ojitos a Sally...

Cómo enamorar a un idiota [Saga Idiota #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora