Agoney sonrió lentamente al escuchar sus voces entrelazarse en el estribillo, contagiando la sonrisa a Raoul, que intentó reprimirla mordiéndose el labio inferior.
-¿Te acuerdas cuando nos dieron la canción? -preguntó Ago.
Raoul asintió, sin ocultar ya su sonrisa, mientras su versión de Manos Vacías sonaba de fondo a un volumen mínimo.
-Menuda decepción nos llevamos al escucharla la primera vez, ¿eh? -dijo mientras se sentaba en la cama, dejando el móvil desde el que se reproducía la canción en la mesilla.
-La primera, y la segunda y unas cuantas más -la carcajada de Agoney inundó la habitación-. Pero mira, ahora es una de mis favoritas.
-Eso seguro que no tiene nada que ver conmigo -le pinchó Raoul.
-Para nada -Agoney gesticuló enérgicamente, negando con la cabeza, para después sentarse a su lado.- Me gusta por el final -añadió en tono juguetón, dejando caer su espalda sobre el colchón.
-Ah, ¿sí? ¿Y cómo acaba? -Él también se tumbó, hombro con hombro junto al canario. Sus rostros se encontraban volteados completamente, sus mejillas apoyadas en el colchón mientras se sostenían la mirada.- Tal vez puedas refrescarme la memoria -inquirió alzando una de sus cejas.
Raoul pudo anticipar la sonrisa de Agoney en sus ojos antes de apreciar cómo se arqueaban sus labios. Ese era uno de los detalles del chico que le había cautivado desde el momento en que le conoció, esa facilidad para transmitir cualquier emoción con la mirada antes de hacer cualquier otro gesto que la acompañara.
-No me acostumbro... -susurró Agoney por encima de la canción, que llegaba a su fin, ladeando su cuerpo hacia el rubio y extendiendo la mano libre para acariciar su mejilla.
-Pero juego por placer -murmuró Raoul, sin poder apartar la mirada, ladeando también su cuerpo hacia el moreno.
-Y es el juego el que... -cantaron los dos al unísono- me da la vida.
Ambos recortaron la distancia que separaba sus labios. Ago bajó su mano a la espalda del rubio, atrayéndole hacia sí en un torpe abrazo que el catalán le devolvió. Tenía muchas cosas que afrontar ahora que acababa de salir de la academia, pero se sentía capaz de superarlas todas con Raoul a su lado. La noche anterior había disipado muchas de las dudas y miedos que le habían asaltado desde su expulsión en diciembre. Le parecía increíble que él y Nerea se hubieran recorrido media España para estar con él en caso de que le expulsaran; pero ahí habían estado, recibiéndole con los brazos abiertos. Y todo parecía más sencillo en el refugio de sus brazos, como en aquel momento.
El primer beso, corto, fue seguido de otro, y cuando estaban a punto de unir sus labios por tercera vez, alguien llamó a la puerta de la habitación de Raoul.
Agoney se incorporó rápidamente, mientras que Raoul lo hizo más lentamente, intentando en vano controlar el color de sus acaloradas mejillas. Se aclaró la garganta antes de hablar.
-¿Sí?
-Soy yo, tete. Solo quiero...
Raoul pensó que fuera la conversación que fuera, sería mucho más incómoda con la puerta cerrada entre ellos, así que interrumpió a su hermano a la vez que se ponía en pie.
-Abre.
Raoul avanzó un par de pasos hacia la puerta, y vio por el rabillo del ojo cómo Agoney se levantaba detrás de él, repentinamente nervioso.
Qué tonto, pensó Raoul con cariño. Acababan de cenar con su familia unos minutos atrás y había salido mejor de lo que Raoul se había imaginado. Todos habían estado un poco nerviosos al principio, sobre todo él, pero enseguida se había generado un ambiente relajado, con una conversación distendida sobre las actuaciones, los compañeros y las anécdotas en el concurso. Ago no tenía que preocuparse por la familia Vázquez, y esperaba que se diera cuenta durante aquellos días.
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Joy · Ragoney
FanfictionOne shot soft de Ragoney tras la salida de Ago de la academia.