Capítulo 13: "¿Antídoto anti-fiebre?"

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Pasar de cero a cien grados mientras nos tenemos

Benjamín
Cuando el poco aire cerraba mis pulmones y cuando mi corazón iba a mil por segundo, decidí parar todo.
Miré sus ojos todavía cerrados y ella pronunció sus palabras más tristes:

-Decime que no te arrepentís.

Sonreí aún con el sabor de su boca en la mía. Después de dos segundos -interminables- ella abrió los ojos y me miró. Su sonrisa fue tan inmediata como el paro cardíaco que estaba por darme.

-No te arrepentís ---dejó a la vista más dientes ocasionando que yo muestre los míos---.

-No lo puedo creer, Lali.

-Yo sí ---pasó su brazo por mi cuello---, porque lo estaba esperando.

-¿Y fue así como lo esperabas?

-¡No! ¿Qué te pasó en estos últimos tres años? ¿Aprendiste a chapar haciendo aparecer estrellitas en el aire y mariposas en la panza?

-¿Es eso lo que sentís?

-Es un deja vú constante lo que siento cuando te miro ---sus gestos demostraban ternura---, encima esos ojos, maldito ---arrugó la nariz---. ¿Sos de verdad?

-No, un espejismo. Me fui ---bromeé, levantándome---.

-Decí que es tu casa porque sino estarías en el pasillo y yo atrás tuyo como una garrapata pidiéndote que te quedes.

-Hey ---tomé sus manos para hacerla parar y acaricié sus brazos---, ¿pensás que solo actúo así porque estamos en mi casa?

-¿No te hubieras escapado?

-¿Y de qué hubiese servido?

-De nada porque me seguiste el beso... ---levantó las cejas agrandada y sonrió de costado---.

-¿Qué me querés decir? ¿Que te tengo ganas?

-Decime vos.

-Te extraño.

-Yo también ---mordió su labio inferior sin poder resistirse más y pasó sus brazos por mi cuello---, me extraño.

-¿Qué? ---sonreí---.

-Yo también extraño a mi yo, a la que era cuando estaba con vos.

-Bueno pero de eso pasó mucho tiempo. ¿No podés querer a tu vos presente y amarme igual?

-Sí que puedo.

-A ver.

-Te amo.

-¿Cómo?

-Te amo.

Lali
Leí los mensajes que dejó Maru en mi whatsapp y me dí cuenta de la locura que había hecho. Hoy era prueba de vestuario para el próximo show y yo estaba con la mente puesta en el rubio que ahora me está abriendo la puerta.

-Avisame cuando llegás ---dijo causándome una sonrisa que no pude borrar el resto de la tarde---.

***

-¿Tenés planes esta noche, La? ---me preguntó Marina. Había esperado en la puerta de casa como media hora---.

-Mmm ---dudé---, ¿por qué?

-Para cenar en casa. ¿Qué fue ese "mmm"? ---me remedó graciosa---. No te hagas la misteriosa conmigo ---me giró para medir mi espalda, muy concentrada---.

-Voy a la casa del Rubio.

-¿Cómo? ---volvió a girarme con brutalidad para mirarme---. ¿Están en algo ustedes?

-Después de tanto tiempo ---asentí, todavía incrédula---.

-Benja twitteó recién que está con fiebre.

-¿Cómo que con fiebre?

-Ah, como saltás eh ---se rió y me leyó desde su celu---: "La fiebre no me abandona. Tengo frío, y salió un cafecito bien calentito con guitarreadas. ¿Alguien quiere venir?"

-Qué lindo que es, por favor.

-Dale Mariana, ¿en serio me estás diciendo? ¿Están en algo?

-¿Si te cuento algo no le decís a nadie?

-Ay, qué, ¿no me conocés?

-Lo besé.

-¿Qué? Contame contame contame ---apretó su nariz mientras sonreía feliz---.

-Nada más ---junté los hombros---.

-No me cortes le novela ahí.

-Dale Maru, es la realidad. Tampoco puede pasar tanto. Terminé con Sant...

-Ay, no lo menciones ---me interrumpió---.

-Cuestión ---carraspeé---, podrías ir yéndote...

-¿Qué pasa La? ---sonrió burlona mientras guardaba la cinta métrica---, ¿tenés que ir a tomar el termómetro a alguien?

-Ahí está ---aplaudí y la señalé---, llevo un par de chocolates y un termómetro.

-De nada por la idea, linda ---dejó un beso en mi mejilla y salió de mi departamento cargando su cartera negra---.

Al cerrar, de inmediato me bañé y alisté: Jean y zapatillas negras, suéter rojo, mochila con los chocolates que saqué anteriormente del freezer y un termómetro que habré buscado durante cuarenta y cinco minutos.
Subí al auto, abrí las ventanillas y dejé entrar un poco de aire. La noche era fría, seca... Un invierno que no teníamos desde hace bastante tiempo. Me miré en el espejo retrovisor y me pregunté a mí misma qué quería. No sabía si lo que estaba haciendo coincidía con lo que Benjamín quería, pero tenía en claro que me hacía feliz, y que a él también. Más allá de lo que se sienta después, cada segundo que estamos juntos nos arma, nos reconstruye. Pasamos tanto tiempo de nuestra vida buscando con quién encajar física y mentalmente, que cuando lo encontramos no sabemos si somos parte de la realidad o de un lindo sueño del cual vamos a despertar, o del cual queremos salir. Generalmente nos equivocamos en decisiones, en personas, en temores. Nos equivocamos siempre, pero es momento de frenar y valorarnos; no como una parte de la sociedad, sino como la persona que realmente somos. También valorar a la persona que nos merece y que merecemos. A la cabeza se me viene la imagen de Benjamín, de su mirada, de sus formas. Y ahí está la solución: dejar de ver problemas donde no los hay, dejar de ignorar lo que sabemos que nos hace bien.

Toqué su puerta. Una, dos, tres veces. Me atendió Nacho e inmediatamente sonrió, levantando una ceja. En ese momento supuse que el rubio de ojos claros le contó.

-Hola Nachito ---dejé un beso en su mejilla---, ¿puedo pasar?

Él miró los chocolates que llevaba en mi mano y volvió a sonreír, pero esta vez con aprobación.

-Yo justo me iba ---agarró rápidamente su campera gris y, mientras se la colocaba, se despidió---: Cuidalo, eh. Chau La.

Me saqué la bufanda y entré a la habitación sin golpear.

-¿Qué haces acá Lali? ---sus ojos adormilados me hicieron reír---.

-Vine para hacerte compañía ---agité las tres barras de chocolate frente a su cara y por fin sonrió---. Pero si querés me voy.

-¿Los chocolates son el antídoto anti-fiebre?

-No, pero también traje eso.

-Ah, ¿si? ¿Y dónde está?

-Acá ---estampé mis labios con los suyos sin antes dejarlo reaccionar, y una extraña electricidad recorrió todo mi cuerpo cuando me correspondió---.

Único - BenjaliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora