Capítulo 1

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"Querido diario:

Hoy es un día especial ¡porque cumplo doce años!, desearía que papá y mamá estuvieran conmigo pero no importa, sé que están pensando en mí y mañana por fin podremos vernos de nuevo, han viajado muchas semanas por su trabajo y tuve que quedarme en el campo a pasar las vacaciones con mi abuelita, ella me hará una fiesta de cumpleaños en la tarde, he visto los globos que puso en el jardín y son de color rosa, ¡mi favorito!"

"También es un día especial porque le escribí una carta de despedida a Fugaku en donde le explico mis sentimientos porque mañana volveré a Tokio y sé que no lo veré en mucho tiempo ¡estoy muy nerviosa! Tengo el estómago lleno de mariposas..."

—Mikoto ¿estás lista para ir al pueblo? Todavía me faltan cosas para la fiesta de ésta tarde.

—Sí abuelita, en seguida bajo.

—No tardes cariño o se nos hará tarde, te espero afuera.

Mikoto cerró su diario personal y le colocó un pequeño candado con forma de corazón para mantener a salvo sus secretos más importantes, lo guardó en el cajón de su mesita de noche y tomó un sobre con estrellas de colores dibujadas en él. Los nervios le oprimían el estómago porque era la primera vez que hacía algo tan loco como aquello y por si fuera poco a un chico mayor que ella pero no le importaba en lo más mínimo porque nunca había visto un niño tan atractivo como aquél.

—¡Mikoto apúrate!

El llamado impaciente de su abuela se escuchó desde la ventana, con rapidez guardó el sobre en un pequeño morral y bajó las escaleras a toda velocidad y se acomodó en el asiento trasero del automóvil. Su abuelo encendió el motor y comenzó a conducir por la carretera que llevaba al pueblo.

Mikoto bajó la ventanilla para que el viento le refrescara el rostro, el verano estaba en su punto máximo y las cigarras cantaban a todo volumen, el olor perfumado y penetrante de la vegetación a ambos lados de la carretera le invadió las fosas nasales y le relajó los sentidos, necesitaba calmarse para lo que estaba a punto de hacer, sin poder evitarlo comenzó a recordar...

Hacía dos meses que había llegado al pueblo pero aun así no conocía a nadie y no tenía amigos de su edad, sus padres la habían dejado al cuidado de sus abuelos mientras se ausentaban por viajes de negocios. Los primeros días se sintió perdida y aburrida porque su única distracción consistía en cuidar de las flores del jardín trasero con su abuela, la escuchaba hablar por horas enteras sobre las características de cada planta y la forma correcta de podar y trasplantar cada especie, no era justo que tuviera que pasar el verano de 1974 encerrada en una casa de campo cuando seguramente sus amigas estaban divirtiéndose en Tokio pero así estaban las cosas y no podía ser desconsiderada con su abuelos, ellos se habían esforzado mucho por hacerla sentir cómoda y no era su culpa que vivieran en un pueblo completamente muerto en cuestiones sociales.

Una semana después de haber llegado a la casa de campo su abuela se dio cuenta del hastío de su nieta al encontrarla desplomada en el banco de madera del patio trasero mirando hacia la nada.

—Mikoto, ¿te gustaría ir al pueblo a dar una vuelta conmigo? Tengo que hacer las compras de la semana...sé que no es lo mismo que Tokio pero tal vez logres divertirte un poco.

Mikoto miró a su abuela como si la anciana estuviera loca por comparar al aburrido Kawagoe con Tokio pero no la contradijo, asintió con la cabeza y se dirigió a su habitación para arreglarse, media hora más tarde caminaban en el centro del pueblo revisando la lista de las compras cuando su abuela se detuvo en medio de la acera al encontrarse con una de sus amigas.

Amor...LOCO amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora