Tres mujercitas se encontraban sentadas en el asiento del tren, esperando arribar a su destino, su hogar temporal. Juliette, ni la más grande ni la más chica de las tres, aún se encontraba molesta con la vida mientras miraba a la ventana. Reflexionaba sobre su injusticia. Era injusto que su padre tuviera que ir a la guerra, era injusto que su madre debiera quedarse en casa, sola, era injusto que ella y sus hermanos tuvieran que vivir en casa de un hombre al que no conocían, era injusto que solo ella llorara por ello.
Reconoció que sus hermanos varones no deberían llorar, incluso Damien, el niño menor, que era lo suficientemente grande para entender la situación en la que Inglaterra se encontraba, no soltó las lágrimas. Peggy, la más pequeña de las mujercitas, tampoco se prestó para llorar, y en vez de ello, se mantuvo jugando con Damien. Amanda, la señorita dela familia, se excusó con que era lo mejor para la familia separarse, que solo serían algunos meses. Juliette se indignó con ella, no se creyó que su hermana fuera tan insensible como para resignarse a abandonar a su madre en plena guerra. Rolland, mientras tanto, tuvo que mantenerse firme, era el hermano mayor, el responsable de los cinco, incluyéndolo a él ¿no se supone que él, siendo el responsable, no deba mostrarse indefenso y decaído frente a ellos?
Estaba dispuesta a odiar el lugar, más no estaba dispuesta a olvidar su vida de siempre. Pensó en cómo podría ser la casa, lo que sabía era que el hombre era adinerado, por lo tanto, sería una mansión, un castillo para ella, más no la deleitaría por el rencor que ella poseía. También conocía que el hombre era viudo y vivía solo desde que falleció su esposa, tuvieron solo un hijo, pero este murió a manos dela guerra y los alemanes, la tragedia de muchos en esos tiempos.
— ¿No leerás el libro que Madre te ha obsequiado?— preguntó Mandie, como le decían a su hermana.
—No me gusta leer. — respondió secamente desviando su mirada.
Se sintió mal por hablarle con ese tono a su hermana, después de todo, ella había sido su compañera de toda la vida, sin embargo, también le hacía sentir mal el hecho de huir, eso era de cobardes.
— ¿Podrías dejar de ser irritante?— le cuestionó Rolland malhumorado.
— ¿Podrían ustedes dejar de creerse los fuertes y tener un poco de compasión a los que se han quedado en casa?— protestó ella.
—Juli— replicó Mandie—, es lo mejor para la familia que estemos separada, aunque sea solo por un tiempo. Piensa en padre, él es valiente por luchar por nosotros. Mamá también es valiente por despedirse de nosotros y estar sola. Lo mínimo que podemos hacer es no causar molestias al Sr. Rowling, por ellos.
Juliette giró los ojos disgustada, no se creía lo cobarde que eran sus hermanos. Amanda la miró molesta por su reacción.
—Tal vez ellos sean valientes, más nosotros no. Estamos huyendo, y eso es de cobardes. Ustedes quédense si quieren serlo, más yo no. — replicó esto último mientras en un movimiento torpe y abrupto se levantaba casi cayendo hacia atrás.
—No hay nada que podamos hacer, solo somos niños. Agradece que al menos vivimos con los ojos vendados y no vemos la verdadera crueldad que existe.
—Yo puedo hacer algo, claro, si me lo propongo, que es lo que haré. Iré a buscar a Hitler y lo mataré yo misma. — dijo Juliette irguiéndose para mirar superiormente a sus hermanos.
Estos rieron y la observaron cómo era realmente, una niña chiflada. Tanto Amanda como Rolland la veían inmadura, al ser mayores que ella, no obstante, para Peggy y Damien, era la niña más imaginativa, divertida y amorosa de entre sus hermanos.
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Serendipia One-shot
Historical Fiction1940. Cinco hermanos deben mudarse con el Sr. Rowling para resguardarse de la guerra que hay detrás de su felicidad. Juliette la niña de en medio, no esta muy convencida de su partida, por lo que tendrá desacuerdos con sus hermanos por esta razón. S...