Parte 1 Sin Título

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El sol estaba saliendo de entre las nubes cuando desperté. El viento entraba lentamente entre mis prendas, como una serpiente.

Hacía frío, mucho frío. Me acurruqué entre mi chompa de lana y la casaca que había encontrado días atrás. Encontrarla fue un buen golpe de suerte. Cuando me digne a levantarme el sol alumbraba débilmente los árboles, el invierno había llegado hace poco y la temperatura había cambiado drásticamente. El roció de la mañana cubría ligeramente a los árboles y el poco pasto que quedaba en la montaña.

De la fogata que había prendido la noche anterior solo quedaba cenizas, ya no tenía como prender una nueva así que decidí seguir caminando. Tampoco tenía comida, y aún faltaba mucho para el próximo pueblo.

Recogí mis cosas y las puse en mi mochila, no tenía mucho pero aun así cada objeto era valioso.

Caminé por unos minutos entre los árboles, estaba en un bosque de eucalipto y su olor era muy agradable, pero lamentablemente no había comida comestible en ese lugar. Encontré un pequeño arroyo de agua que bajaba de la montaña, así que decidí beberla pero cuando vi que su color era ligeramente rojo desistí, fue un gran problema hacerlo. Mi estómago rugía cada vez con más frecuencia y no podía pensar en otra cosa que un buen té de eucalipto, como los que hacia mamá. Pensé en ella, lo cual era muy doloroso.

El sol avanzaba lentamente, ya eran aproximadamente las diez de la mañana cuando vi a lo lejos el asfalto de la carretera. Estaba a unos doscientos metros, no me apresuré en llegar rápido puesto que no quería desperdiciar la poca energía que tenía.

Salí lentamente de los arboles viendo hacia los lados para ver si había alguien cerca. La carretera era un poco estrecha, de dos carriles, y al otro lado había un acantilado de más de cien metros de profundidad. Saqué de mi mochila un mapa y busqué mi posición y la del pueblo más cercano. Estaba hacia el norte, la carretera baja poco a poco la montaña hasta dar con el dichoso pueblo. Guardé todo y me puse a caminar.

Caminé por en medio de la carretera, mirando siempre hacia el bosque por si algún animal salvaje se aparecía o algo peor. No tenía la suficiente fuerza para empezar una pelea y correr era su única opción.

El trayecto fue lento y silencioso, la temperatura fue aumentando poco a poco mientras pasaban las horas. En cierto punto encontré una pequeña caída de agua, esta vez el agua estaba clara así que tomé un gran sorbo y llené el envase vacío que tenía en la mochila. Me quité la casaca y la guardé, solo tenía mi chompa de lana gris, mi pantalón, unas grandes botas y los guantes negros que se lo robé al leñador hace 2 meses cuando el invierno aún no había llegado.

El tiempo pasa volando cuando uno está solo, sin más compañía que los recuerdos, los animales salvajes y los monstruos que habitan en la oscuridad.

Pasaron las horas, el día poco a poco terminaba. El sol se estaba ocultando cuando un pequeño coche apareció en la carretera, por un momento quise correr para ver si contenía comida, pero la experiencia me había hecho más cauteloso. Me agache y acerqué lentamente, el coche estaba lleno de polvo y una fina película de hielo lo cubría.

Cuando estuve a pocos metros de él intente ver a través de las ventanas pero no pude, me acerqué más. Saqué de mi mochila un pequeño cuchillo de caza. Era mejor estar preparado para lo peor.

Me acerqué al asiento del piloto, la ventana estaba sucia. Caminé poco a poco, si alguien o algo estaba dentro del coche, no quería molestarlo. Levanté suavemente la cabeza para ver y despacio limpié la ventana, adentro, no había nadie. Un gran alivio en mi corazón era lo único que sentía. Intente abrir la puerta pero estaba cerrada con pestillo, busqué algo para abrirla, quería ver si había algo de comida, moría de hambre.

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⏰ Last updated: Jun 01, 2018 ⏰

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