two; age 11.
No había regresado a este lugar desde que la última vez que vi a mi abuelo sonreír. Era muy difícil no pensar en los largos días que pasábamos en la sala de espera, la mala comida que servían y los programas aburridos de televisión en un volumen muy bajo.
Era más difícil aún pensar que esos días iban a regresar, siendo ahora papá el que estaría acostado en una incómoda camilla.
La noche anterior, mamá había llegado a mi recamara despertándome a gritos para que tomara mi suéter y subiera al auto, por un momento había pensado que era un sueño, pero cuando me miró a los ojos, los suyos estaban verdaderamente rojos e hinchados. Fue cuando me asusté.
Papá estaba en el asiento donde suele sentarse mamá en los viajes familiares, y ella estaba al volante. Las luces de los autos y los semáforos pasaban muy rápido por la ventanilla, muy pronto comencé a marearme. Tuve que cerrar los ojos por un largo tiempo y cuando el auto frenó de golpe pude ver el gran letrero en letras rojas; "EMERGENCIAS".
Y aquí estoy, pasando la mirada de un doctor a otro, de una enfermera con guantes blancos en sus manos y ligeras manchas moradas debajo de sus ojos, a otra con una gran carpeta cargando en sus brazos.
Sólo espero que papá regrese a casa pronto.
(...)
4 meses, 28 días y... unas cuantas horas han pasado de visitas constantes a la habitación 416, hasta semanas enteras sin poder verlo por su estado grave de salud.
Mamá no quería decirme la razón del porqué papá estaba en el hospital, y al parecer, tampoco lo haría en un futuro. Era desesperante.
—Alex, linda. ¿Por qué no vas por un bocadillo a la máquina? Estoy segura de que hoy si encontrarás algo que te guste.
Y ella, es Alice, la enfermera que se encargaba de cuidar a papá la mayor parte del día y la que hablaba con mamá cuando iba por un bocadillo que, probablemente terminaría tirando a la basura como todos los demás.
—Espero tener suerte esta vez. —Sonreí y di media vuelta, buscando el camino más largo para llegar a la máquina de desagradables bocadillos. Entendía por qué mamá no quería que supiera del estado en el que estaba ahora, a veces era muy difícil no preguntar nada al respecto, pero cuando lo hacía, mamá cambiaba de tema o fingía no escucharme.
Caminé por el largo pasillo hasta dar con el ascensor, giré a la izquierda y después en el siguiente pasillo a la derecha, izquierda, largo pasillo, hola John, derecha y finalmente llegué a la sala de espera. No había gran variedad de cosas para escoger, así que después de unos cortos minutos, me di la vuelta sin haber comprado nada y regresé con mamá. De seguro ya había terminado de hablar con Alice.
Antes de llegar a la esquina del ascensor, vi a John con un pequeño toper lila en sus manos, me miró y caminó hacia a mí con una sonrisa.
—Alex, tienes que probar esto. — Se inclinó un poco y abrió la tapadera del pequeño recipiente. Fue como ver una de las 7 maravillas del mundo dentro de una cajita de plástico. Eran galletas con chispas de chocolate... ¡Tamaño miniatura! — Las hizo mi madre esta mañana, ¿Quieres probarlas?
Fue inevitable no mover la cabeza de arriba hacia abajo varias veces. Realmente se miraban deliciosas y no podía negar que el hambre se hacía presente en mi estómago por cada minuto que pasaba. Tomé una galleta y la metí a mi boca.
— ¿Y bien? ¿Te gustaron?
—Son las mejores galletas que he probado en mi vida. — Y no mentía, eran suaves y no me secaron la boca, quería más, toda una tonelada de galletas. No hay otras más sabrosas que éstas en el mundo, no señor.
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chapstick; Lee Flynn
FanfictionSuaves, gruesos y rosados labios. Perfectos para un último beso. Cumplir las reglas jamás había sido un problema para el hijo menor de los Flynn; Lee. Pero todo parece complicarse cuando Alex aparece ofreciéndole bálsamo labial. ¿Quién diría que la...