Perdición

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-¿Que? ¿Quien? -Estaba asustado, alarmado ¿¡Porque ahora!?

-Doomfist, vino a visitarme... Es momento, McCree.

Asentí, desenfundando mi Peacekeeper, Hanzo me miró con preocupación, podía leer lo que quería decirme.

«No lo hagas»

Sin embargo, mi decisión estaba en pie, y nadie podría cambiarla. Lo tomé de la cintura y le di un beso breve, lo solté lentamente, sentí su ultimo aliento mientras caminaba hacia donde Hana me indicaba.

Me oculté donde me fue indicado, Hanzo se fue a una de las esquinas del salón, estaba nervioso, pero firme, sabía mi objetivo, y la forma de cumplirlo, tenía que obtener mi venganza.

Escuché los tacones de Hana caminar hasta la puerta principal, abriéndola.

-Hola de nuevo...

Era la voz de Doomfist, podía reconocerla aunque ya hubieran pasado muchos años.

-¿Me extrañabas? - Dijo ella con tono seductor.

Sentí sus pisadas justo detrás de mi, tenía que hacerlo, no podría hacerlo en ningún otro momento más.

Tomé con firmeza mi revolver, salí sigilosa y rápidamente, apuntando directamente al punto débil, fue como si todo se pusiera en cámara lenta.

Disparé.

Di justo en el blanco, el calló al piso, pero con una enorme sonrisa en su rostro.

-Te recuerdo... Yo te arrebaté todo - Rió - y lo volveré a hacer...

-Eres un bastardo...

-Pero uno muy listo...

Le disparé en la cabeza con rabia, ahora estaba muerto, pero hubo un silencio, algo malo venía, debí suponerlo, nada es así de fácil.

Apenas recargué mi arma, las ventanas se rompieron, Hanzo tomó rápidamente su arco, Genji salió alarmado con espada en mano, Hana solo pudo salir corriendo al cuarto de entrenamiento.

-¡Ahora vuelvo, ustedes diviértanse!

Dijo antes de marcharse, los soldados de Talon comenzaron a disparar sin piedad, yo me concentraba en evitar que dañaran a Hanzo, pero parecía que el podía defenderse perfectamente solo.

Genji cortaba a quien se le atravesara en dos, nadie era capaz de hacerle frente.

Eran débiles, pero en gran cantidad, parecía que nunca iban a dejar de salir más.

De entre todo el ejercito llegaron nuevos reclutas, tenían escopetas pesadas y resistían mucho mas que los demás.

Me distraje unos segundos con uno de ellos sin percatarme de que Hanzo estaba teniendo problemas, y cuando corrí hacia el, era demasiado tarde, le habían disparado en el hombro.

-¡Hanzo!

Grité desesperado mientras corría hasta el. Mi arquero seguía disparando, pero le dolía, podía sentir su sufrimiento.

A centímetros de alcanzarlo, un soldado le disparó en el otro hombro, haciéndolo caer. Pude sostenerlo, su rostro y ropa tenía manchas de sangre, me hacia sentir como un inútil al no poder protegerlo.

-Lo lamento... McCree... - Le costaba hablar.

La furia me recorría enteramente, las ranuras de mi brazo metálico brillaron en un color rojo, al igual que mi ojo izquierdo.

-Es la hora de la verdad...

Fijé rápidamente a todos los soldados que tenía en frente, comencé a dispararle a cada uno de ellos sin fallar ni una bala, cartucho tras cartucho.

Despejé la zona de a poco, recibí algunas balas pero mi enojo evadía el dolor. Después de un tiempo, los soldados dejaron de llegar, el lugar nuevamente se lleno de un profundo silencio y pude acercarme a Hanzo, se hallaba recostado en el suelo, la sangre no paraba de salir por sus hombros.

-¡Genji llévalo y cúralo! Tengo que quedarme por si salen mas de ellos...

-Pero... McCree...

-¡Solo hazlo!

-Eres un hombre valiente, te admiro.

Tomo a Hanzo en brazos y lo llevo hasta el fondo de uno de los pasillos, donde mientras mas se adentraba yo le perdía de vista.

Me quede en alerta sobre mi mismo lugar esperando que algo pasara, sin embargo no ocurrió, no podía contar los minutos con certeza pero juraría que había pasado media hora, mi cuerpo inconscientemente comenzó a relajarse.

Cuando iba a retirarme para encontrarme con Hanzo, escuche un estruendoso ruido detrás de mi, espere lo peor.

Voltee lentamente solo para encontrarme con un Meka de un tamaño incalculable apuntándome con un cañón de fusión, no estaba seguro de si mis balas le harían algo pero del igual forma dispare.

Como sospechaba, no mostró ninguna debilidad, estaba perdido.

Disparo y yo no tarde en comenzar a correr intentando esquivar los proyectiles, por suerte logre que estos no me causaran ningún daño.

Uno de los brazos del Meka se dirigió hasta mi, intentando pegarme, mas no lo logro, repitió el movimiento varias veces y por suerte me quedaba energía para esquivar. Espero a que yo me cansara para dar su golpe final, uno que yo ya no podía esquivar.

Cerré los ojos mientras ponía mis brazos sobre mi, cubriéndome como un escudo que claramente era inútil, en esos pequeños instantes, me arrepentí de casi toda mi vida entera, de no poder ser capaz de proteger a nadie, de no haberle dicho a mi arquero cuanto le amaba...

-Oh vamos, no habrás pensado que te deje solo ¿Verdad forastero?

No sentí ningún impacto cuando escuche la voz de Hana, sorprendido abrí mis ojos y me encontré con ella, sosteniendo con una sola de sus manos el Meka de Talon.

Sobre ella llevaba un traje de combate y un Exo algo voluminoso, pero se veía resistente y potente. Como me había dicho antes, en la parte de los brazos del Exo se encontraban sus cañones de fusión, mientras que en la parte de la espalda tenia propulsores, lo cual le ayudaba a mantenerse en el aire.

-Ve con Hanzo, yo me encargare de este tipo.

-Pero...

-Anda, ya tuviste mucha diversión, ahora me toca a mi...

Asentí, corriendo en dirección el pasillo donde vi antes a Genji irse con mi arquero.

Escuche la balacera detrás de mi acompañada con la risa de Hana, nunca debí dudar de la mujer mas fuerte de toda Corea.

De entre todas las puertas del pasillo, di con una que indicaba el centro médico del lugar. Entre sin pensarlo y vi como Genji esperaba sentado.

-¿Que paso con el? - Pregunte preocupado.

-Nada grabe, estará bien ¿Que hay de ti?

-Bueno, Hana esta algo ocupada allá afuera, no creo que necesite ayuda...

Me senté junto a Genji, mientras afuera, se escucho como algo horriblemente pesado caía al suelo y lo destrozaba, Hana había ganado.

-Bueno, al fin puedo... Relajarme... -Mi vista se nublaba, las pocas balas que me dieron empezaban a doler, y a quitarme, fuerza, los colores se esfumaron y el sonido con ellos.


Nieve (McHanzo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora