Prólogo

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"Dicen que de la muerte nadie se escapa, y que del infierno, no hay retorno ¿no? Pues entonces la muerte está haciendo muy mal su trabajo o el infierno está rebasado de muertos, porque lo que hoy camina por el nuestra tierra les puedo asegurar que están tan vivo como muerto, y no volvieron del más allá con buenas intenciones".

Hoy, martes 8 de diciembre de 2027, se cumple una semana desde que este virus, peste, bacteria o lo que sea, da igual, se expandió por gran parte del planeta infestando a millones de personas y rechazando a otras, pero esto no quiere decir que se salven, ya que los infestados los utilizan como alimento y en el peor de los casos, lo convierten en uno de ellos. Ahí cientos de rumores sobre el origen de esta pandemia, se dice que se produjo por una falla en un laboratorio biológico, donde experimentaban con seres humano y uno de estos logro escapar y así contagiar a los demás. Otros culpan al calentamiento global, aunque no sé yo como podría producir tal salvajismo en las personas; y otra teoría habla de una guerra biológica entre países, que el país sembrador del virus no lo pudo controlar y se les fue de las manos. Si quería eliminar a un país, puede quedarse tranquilo que así lo hizo. En fin, haya ellos, cada quien cree lo que quiere creer, lo único que me interesa: sobrevivir y escapar de todo esto.

El primer día que el virus apareció en Estados Unidos las autoridades intentaron ocultarlo, pero no pasaron más de dos horas que ya no lo pudieron controlar y éste comenzó a expandirse. El noticiero local era testigo de la masacre que ocurría en el centro de las ciudades, era una película de terror en carne y hueso, lamentablemente yo no estaba en la ciudad, me encontraba a varios kilómetros realizando una entrega como los demás camioneros, digo lamentablemente porque al enterarme de lo que pasaba volví inmediatamente a buscar a mi familia, a la cual encontré sin vida en la casa donde pasé los mejores momentos de mi vida, me mudé por primera vez allí con mi esposa, la cual encontré en el patio en un charco de sangre a su alrededor, era tal la manera en la que la habían atacado que me fue difícil reconocer su rostro, la habían matado en nuestro hogar, el mismo en el que había visto dar los primeros pasos a mi hijo, un niño de cuatro años que hora también estaba muerto a causa de estas malditas criaturas. Cuando lo vi quede devastado, estaba en su cama cuando los zombis llegaron, sus brazos estaban extendidos hacia los lados, su mirada apuntaba al techo y sus piernas, o por dios, no tenía piernas. No pude contener un llanto cuando lo vi allí de tal manera, destrozado en su totalidad. Como pudieron hacerle eso a un niño tan bueno e inocente, no podre borrarme de mi mente jamás esa imagen recordando los buenos momentos que pase y que ya no podre recuperar, sentía que ya no valía de nada vivir, desearía haber estado allí para evitar que pasara, o haber muerto con ellos.

La culpa me consume poco a poco, los días se hacen eternos y cada vez me siento con menos fuerzas, si no me matan los zombis moriré de cansancio, llevo dos días sin dormir. Luego de salir de mi vieja casa, me dirigí a la calle para que alguna de esas criaturas me comiera, yo no me importaba, y entonces, paso una camioneta con sobrevivientes y me recogieron, me dieron agua y alimentos, no podía digerir la comida y el agua la tomaba de a sorbos recordando la escena que me traumara de por vida haciendo que mi cuerpo lo rechace por completo, así que lo guarde todo en una mochila que llevo conmigo siempre para cuando necesite. Pase cuatro días con ellos hasta que una gran horda apareció durante la noche y mató a todos los que me habían salvado en un principio, me levante de repente y corrí lo más rápido que pude sin voltear a mirar si alguien me seguía. Luego de horas y horas caminando, cerca de la medianoche llegue a un pueblucho abandonado, parecía que no hubiese habido vida por años allí, eran escombros y cenizas por todos lados. Me basto con una casa con una gran puerta de roble ennegrecida y un techo en perfectas condiciones para refugiarme.

Ahora solo estoy yo y mis pensamientos en la misma casa, sin saber qué hacer ni a donde ir, no tengo armas con las cuales defenderme ni vehículo con el cual moverme, tengo hambre, sueño y creo que estoy enfermando, si no me muevo de seguro moriré. Así que decidí seguir avanzando en medio de la noche sin rumbo alguno con la esperanza de encontrar alimento o algo que me sirva. Era una noche sin estrellas, muy fría y la escarcha estaba empezando a cubrir el césped de color blanco. De repente vi algo que se movía entre los árboles, por un momento temí que fuera un zombi; me quede en completo silencio mirando lo que fuera que sea que estaba allí. Entonces,la figura miró en mi dirección, dejando al descubierto su rostro, era un sobreviviente, del grupo de personas que me habían rescatado. Sentí que por fin el destino jugó a mi favor, pero me equivoque, cuando me acerque a él tenía el rostro demacrado, los ojos de un rojo intenso y una gran herida en el cuello, me dí cuenta que mi temor se volvió realidad, intente correr, pero mi estado no me ayudó...él se movió mas rápido.

♣Esta es la primera parte de un gran libro, espero que les guste y estén atentos a las actualizaciones♣ Gracias!!

Biohazard: Sobreviviendo A La Pandemia💀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora