Tu y yo (Free! One-shots)

Nitori Aiichiro 7

4 años después

La vergüenza que sentía la (cdp) en ese momento era monumental y, sin poder evitarlo rompió en llanto mientras su hermano intentaba consolarla.

- Ay (T/N) no llores, son cosas que le pasan hasta a los mejores. - Y era verdad, pero no había forma de detener sus lagrimas.

Tomo se fue en busca de un poco de agua y ella aprovecho el momento para huir antes de que su querido novio llegara y la viera, no soportaría verlo en ese momento. Nitori se había tomado tantas molestias para poder estar ahí y ella le había defraudado, en su esmero por dar su mejor esfuerzo termino por lograr que una pequeña falla le arruinara toda la velada.

Asegurándose de que su costoso vestido no tocara el suelo, dejo su instrumento en el suelo y salio corriendo por la puerta trasera del teatro, allí ya había un par de paparazzi, por no decir buitres carroñeros, esperando para que diera una declaración.

Sus dos hermanos tenían la idea de que fue el abucheo colectivo lo que había herido sus sentimientos y, aunque eso también era verdad, hacia ya varios días que cargaba una carga enorme en sus hombros.

Con las lagrimas nublandole el camino tuvo que abrirse paso entre los reporteros que la acosaban con preguntas sobre su apenas finalizada función en el teatro, gracias al ingles que había sido forzada a aprender, lograba comprenderlos, sin embargo, deseaba no hacerlo. Corrió lo mas rápido que los tacones le permitieron y, mientras era perseguida por aquellos reporteros, entro en una diminuta cafetería que ya estaba por cerrar, con la intención de escapar de ellos, y suspiro cuando lo logro, escondida contra el muro de la puerta de entrada del mismo, con la cabeza escondida entre sus manos.

- Miss, we are closed now. - Dijo un joven que se le acerco y ella le miro avergonzada. 

- I am really sorry, I am just trying to escape from the press. - Murmuro con la voz entre cortada y un acento un poco extraño.

- Espere ¿Es usted (t/n)(t/a)? - pregunto de repente con un fluido Japones, algo que penso no encontraria en su estadia en Nueva York, ella se limito a asentir un poco incomoda por la situación.

- Es una larga historia. - Murmuro, al borde de volver a llorar. El chico castaño le sonrió con empatia, como si esperase que le contase todos sus problemas.

- ¿Cuales son las posibilidades de que mi idola entre en mi cafetería cuando hace unos momentos estaba enojado por no haber conseguido entrada? - Dijo con un toque burlesco. - Nada me haría mas feliz que hacerte de consejero. Soy Ethan por cierto.- Hablo tan rapido que parecía que en cualquier momento explotaría de la emoción.

Hacia tanto tiempo que no hablaba con un fan sin gritos o prensa de por medio que de alguna forma le recordó a sus inicios, mucho antes de tener que ir escondida para poder tener una tarde sin preguntas o flashes. Sintió su corazón ceder ante la emoción, recordando a Gou animando a los chicos durante cualquiera de sus competencias o incluso en los entrenamientos. Ethan accedió amablemente a esconderla en su local hasta que todo se calmara.

Encontró en el una persona agradable compañía y luego de hablar amenamente durante unos minutos se encontró a si misma desahogándose sobre todo el estrés que había cargado los últimos días de su tour.

El crecimiento de su carrera musical el los últimos años era demencial, desde el momento que Nami descubrió que su hermanita no solo era talentosa con el violín sino que también poseía una increíble voz su fama se disparo por los aires cuando su representante sugirió comenzar una banda de música melódica.

 Hace ya un par de meses ella y sus dos hermanos habían comenzado un tour por todo Estados unidos y a donde quiera que fuera la gente la reconocía. El trio de hermanos había estado en mas entrevistas de las que podían recordar y mas aun ahora que habían comenzado a cambiar el estilo de su música, intentando seguir el ritmo que ahora comenzaba a escucharse. Incluso si todos sus temas musicales seguian conteniendo esa suavidad y dulzura que su voz expresaba.

Ethan no pudo evitar soltar un chillido ante la confesion de la (cdp).

A solo dos calles del lugar un agitado Nitori se encontraba recorriendo las calles con expresión descompuesta.

Si bien Tomo y Nami debieron quedarse a terminar la función de alguna forma luego del escape de la (cdo) el salio en su búsqueda el segundo después de que ella saliera apresurada del escenario.

Sabia, al igual que todos, que su amada era muy fácil de dejarse guiar por los nervios, pero jamas al llegar al extremo de vomitar frente a un publico tan grande, mas aun cuando se encontraba cantando una de las ultimas canciones. Era muy impropio de ella huir de esa forma y temía lo peor. Sabia que había estado resfriada durante la gira y, aunque era la primera vez que lograba salir de Japón para verla en un escenario internacional, estaba al tanto de que no se encontraba en las mejores condiciones.

Con el frió de Nueva York y lo poco abrigado que se veía el vestido que llevaba esa noche temía que su estado pudiera empeorar. Se sentía un poco herido al ver que ella no le cogía el teléfono y por un momento se pregunto si debía posponer su propuesta de esa noche, después de todo para eso había hecho tan largo viaje, incluso si solo había conseguido la bendición de Nami.

Casi pegó el grito en el cielo al ver que después de intentar localizarla por casi una hora era ella quien le estaba llamando, ni siquiera termino el primer tono de la llamada cuando el ya tenia el teléfono junto a su oreja, anelando oír su voz.

- ¿Estas bien? ¿Donde estas? ¿Quieres ir al hospital? - Se apresuro a decir, pregunta tras pregunta con un tono nervioso y preocupado que logro ablandar el corazón de la (cdp) después de todo el mas que nadie merecía saber.

- E-estoy bien. - Hablo ella, pero su voz dejaba entre ver que había estado llorando. - Solo necesitaba pensar un poco.

- ¿Donde estas? Voy a por ti, solo quédate quieta lo que sea que pasé lo podemos hablar, solo no me asustes así. - Murmuro el peligris con todo el cariño que pudo imprimir.

- Tengo algo que confesarte. - Admitió con terror su amada y el trago duro ante las posibilidades. -Estoy en la cafetería ¨The old Joe¨ 

Con los nervios apretándole el estomago Nitori se apresuro a buscar la dichosa cafetería, teniendo que pedir indicaciones a un par de extraños, cosa que fue realmente difícil debido a la barrera del idioma, pero una vez allí supo que el mar de emociones de esa noche había valido la pena. Ni siquiera tuvo tiempo de sentir celos de aquel chico que se encontraba junto a ella dándole un abrazo consolador, apenas sus ojos conectaron corrió hacia ella inspeccionando lo que sus palabras juraban, necesitando estar seguro de que realmente estaba bien, sintiendo como su alma volvía a su cuerpo al confirmarlo.

Esa noche ambos lloraron. La propuesta de matrimonio que Nitori había preparado tan romanticamente se había echado a perder, pero nada que se pudiera comprar con dinero podría arrebatarles esa felicidad  de estar juntos. Por mas que pretendieran ser adultos seguían pareciendo esos niños que estaban terriblemente enamorados del otra pero eran demasiado tímidos para admitirlo.

Cuando el hermoso y sencillo anillo se encontró en el dedo de su ahora prometida se dieron un beso tan largo y cargado de sentimientos que hicieron sentir tremendamente incomodo al pobre dueño de la cafetería donde todo eso se estaba llevando acabo y ya con eso fuera del camino era hora de la segunda gran confesión de la noche.

- Nitori-chan- Susurro en su oído con dulzura, enviando una serie de descargas eléctricas a la columna del mencionado. - Estoy embarazada.

La felicidad lleno el cuerpo del futuro padre, pero antes de que pudiera reaccionar como a el le hubiese gustado su cuerpo le jugo una mala pasada y en menos de lo que canta un gallo se encontraba desplomado en el suelo por las fuertes emociones de su pecho, asustando a la madre primeriza, quien luego se hecho a reír tras comprender lo que acababa de pasar.

- ¿De verdad se acá de desmayar al saber que va a ser padre? - Dijo Ethan con tono burlesco. - No me quiero imaginar que va a pasar cuando le digas que son tres.