Capítulo XXIX - La verdadera cara de la moneda.

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"Por lo visto el profe de Inglés es un rompecorazones, ¿sabían que el Sr. Berry y la Srta. Miller tuvieron sexo? Sí, nosotros también creíamos que el profe ya salía con alguien, pero en fin, ¿quién los entiende? Hoy no hay foto porque no somos noticiero pornográfico, para eso tienen la imaginación. Hasta la próxima, bye".

Hasta la última letra fue un infierno. Me embargó una sensación de hastío. Todo esto me produce asco, repulsión.

La psicóloga estaba sorprendida, no entendía ni un poquito lo que sus ojos veían. Estaba absorta mirando la nota una y otra vez.

Chris se acercó a mi y me susurró: —Cariño, ¿todo está bien?
—Nada de esto está bien, tú no estás bien. Confié en ti y resultó que un grupo de gente fue más honesta que tú.
—¿Entonces les crees? Te aseguro que...
—Cállate, no me asegures nada. No quiero saber nada de ti. Ya estoy harta de todo esto. Se terminó. —Intentaba no alterarme ni gritar, aunque casi no lo conseguía. La gente nos quedaba mirando.
—Pero Sandra, mi amor..
—No soy tu amor. Más bien, agradecería que fueras sincero y me dijeras en mi cara que te acostaste con Alice.
—Está bien. Lo admito, fuimos a cenar y la llevé a la cama. ¿Contenta? —Le volteé la cara de una cachetada. Casi cae al suelo. Ha sido la cachetada aplicada con más fuerza en toda mi vida.

Alice se acercó a nosotros. Saludó.
—Yo me voy. Los voy a dejar solos —dije irónicamente. La psicóloga esperó a que me fuera para hablar.
—¿Qué es esto? ¿Sabes algo al respecto? —le preguntó a Chris, señalando la nota que antes no había podido dejar de leer.
—Es algo que no puede seguir pasando.
—Estoy de acuerdo contigo, pero ¿sabes quién es el responsable?
—No, pero lo averiguaré —aseguró.

Ambos estaban tan ocupados en su charla que no vieron al Sr. Peeg leyendo las notas de las paredes. Con severa cara de preocupación, el director se acercó a ellos.

—Necesito que ustedes dos me acompañen a mi oficina enseguida —ordenó sin más. Cumplimos su orden, una vez dentro y luego de ofrecernos asiento, no dejaba de tener esa expresión de seriedad.

—¿Alguno de ustedes me explica por qué esta nota dice que un profesor se acostó con la psicóloga de mi internado? —preguntó con énfasis en 'mi'.
—Sr. Peeg, con todo respeto, esto es un asunto personal —defendió Alice.
—Sí, el problema es cuando se ventila su asunto personal en los pasillos del Internado —contraatacó "Pig".
—Señor director, se nos ha sometido a la humillación pública, así que nosotros también estamos perjudicados —opinó Chris.
—Por eso tiene que haber un responsable que pague por esas notas —dijo el director desde su escritorio.
—Responsables, sí. Pero nosotros somos las víctimas aquí. Por lo que le pido que reconsidere alguna amonestación contra nosotros y nos deje al márgen de castigos —pidió Chris.
—Está bien. Ustedes se pueden ir, pero voy a tomar cartas en el asunto.

Mientras tanto yo... Lloré en mi habitación desconsoladamente, pero dije: ¡Basta! No tengo por qué llorar por él, no se merece mis lágrimas. Para sentirme mejor fui a respirar aire fresco en el jardín, allí me encontré con Jeremy.

—¡Oye! ¿te enteraste lo del profesor y la psicóloga? ¡Qué loco!
—Sí, muy loco. ¿Podemos hablar de otra cosa?
—¿Por qué te molesta?
—Ese profesor no me cae bien.
—A mi tampoco. Si quieres te invito a tomar algo, te he extrañado ¿sabes? Aunque creo que este tiempo separados nos ha hecho bien.
—Yo también lo creo así.
—Eres muy linda, Sandie. —Su comentario me hizo sonreir. Jeremy logró transformar mi día, me cambió el ánimo. Hizo posible que dejara a un lado la tristeza y decepción que sentía.

Después de estar con él, continué mi libro de fantasía en la intimidad de mi habitación. Leí unas cuantas páginas del libro de terror antes de dormir.

* * *

Cuando desperté me fijé que Britney no estaba en su cama. Hayley no quería despertar, luchaba con sus sábanas, hasta que se decidió a ir a la ducha. Me fui a desayunar con mi amiga y como era temprano, regresamos a la habitación a charlar un rato hasta que tocara ir a clases.

—Amiga, estoy triste, necesito distraerme, olvidarme del estúpido de Chris. Ayúdame, please —suplico.
—Con mucho gusto lo haría, pero me parece mejor que le digas a Britney.
—¿Por qué dices eso?
—Porque últimamente te la pasas con ella, para todo es Britney y yo he quedado de lado.
—Hayley, no digas eso, no es verdad. Lo que he compartido con ella es la investigación de las notas y te recuerdo que tú misma dijiste que no querías participar.
—Sí, pero no solo es eso. Casi no hablas conmigo, no sé..
—Amiga, estás equivocada. A mi me parece que es Brit la que ha estado extraña últimamente. Hasta podría decir que nos está ocultando algo.
—Ahora que lo mencionas, yo también lo he notado.

Asistimos a las clases: Amé Literatura el día de hoy, le mostré el progreso de mi historia de fantasía a la profesora y me felicitó. Biología fue algo común y corriente, lo de siempre. De nuevo tuve que ir a cambiarme el uniforme por ensuciarme en la clase de Arte.

Cuando acabaron las clases por el día de hoy, fuimos a almorzar para luego ir a la Sala de Estudios a hacer tareas. Después de una tarde intensa de estudios quisimos ir por una merecida merienda. Compartimos y charlamos hasta que Hayley se fue a la habitación a descansar.

Quería distraerme en algo, para no pensar en nada de lo que estaba pasando, estaba aburrida pero no quería irme a la cama, sabía que me sería casi imposible conciliar el sueño.

Iba sola caminando por el pasillo, noté que había una puerta estaba entreabierta: era la de la oficina de la psicóloga. No sé por qué sentí curiosidad de lo que ocurría dentro. Había cierto ruido que no podría describir y que no sabía lo que significaba hasta que abrí la puerta. Era el sonido de un beso. Un beso entre Alice Miller y Chris Berry que me daba la razón en no querer saber nada de él.

Quería salir sin ser descubierta pero no lo logré, tropecé con un cesto de basura hecho de metal, (¡menudo golpe!)

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Quería salir sin ser descubierta pero no lo logré, tropecé con un cesto de basura hecho de metal, (¡menudo golpe!).

Ambos quedaron petrificados mirándome. Nadie decía nada. Aún estaban tan pegados que a lo lejos parecería que se mezclaban. No soporté más la tensión y rompí el silencio.

Triángulo Amoroso ⚠ Juego Peligroso © No terminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora