Te anhelaba.

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Para los miembros las vacaciones habían pasado de manera lenta y relajada, justo como debían ser.

Pero para dos personas en especial estas se habían vuelto un tanto tortuosas y largas, de hecho, bastante largas para su gusto.

Hacía ya casi un mes que la empresa les había dado luz verde a los chicos para que pudieran tomar cada quien sus respectivos aviones he irse con sus familias, relajarse y tomarse el tiempo que merecían y necesitaban después de un año tan duro y lleno de tantos éxitos.

El año que podrían denominar como el comienzo de BTS a nivel mundial.

No habían tenido ni siquiera tempo para respirar, apenas terminaban una actividad la otra les conseguía, y las cosas mientras más mejoraban para ellos, crecían mucho más sus horarios. Es por eso, que cuando vieron aquella oportunidad para poder ver a quienes más amaban, ni siquiera lo pensaron mucho, viajando casi que al día siguiente.

Taehyung y Jungkook no es como si tuvieran desesperados por verse. Ah no espera, ¿qué no estaban desesperados decían? Tenían los días, las horas, minutos y hasta segundos contados, siendo exactamente veintidós días, con tres horas, cuarenta minutos, y once segundos, desde que se habían despedido en el aeropuerto con más besos de lo que deberían y con un abrazo tan largo que casi los deja el avión, pero bueno después pudiendo viajar a sus respectivos pueblos de origen.

Y justo en ese momento se sentían desfallecer, y con la necesidad el uno del otro, solo querían tomar un jodido avión y poderse encontrar, es decir, no los malinterpreten no es como si quisieran librarse de su familia, ambos amaban a sus padres y pasar tiempo con ellos, pero cuando estas 24/7 con un persona, viviendo, haciendo todo juntos y básicamente siguiendo sus pasos, el que te alejes por cierto tiempo resulta un tanto extraño, lo anhelas a tu alrededor y te martirizas, porque no puedes tenerlo.

Claro, extrañaban a los demás miembros, pero ni un cuarto de lo que lo hacían entre ellos, eso era algo más fuerte, más necesitado, más especial.

Es por eso que cuando apenas tenían oportunidad, FaceTime aparecía, y llamadas por horas y horas se desarrollaban.

Y esta no era la excepción, cuando el pequeño Maknae se vio libre del juego de básquet que veía su padre y de la charla de su madre con la vecina y el té, corrió a su cuarto con la excusa de estar cansado, solo para tomar su teléfono y poder llamar a su chico.

—¿Por qué no contestas? —preguntó frustrado mirando a la pantalla en negro de su celular, hacía ya varios minutos que estaba llamando a Tae, pero luego de varios intentos la llamada caía sin ser atendida—. ¿Y si salió con alguien? Oh dios ¿y se encontró con el viejo amor de su pueblo? No, no, no —revolvió su cabello con nerviosismo—. Creo que estoy sacando conclusiones sin saber, ¡AH! —Gritó, desesperado—. Me volveré loco, estoy paranoico. —Desbloqueo de nuevo su celular sonriendo al instante al observar su fondo de pantalla, Taehyung y Yeontan posaban felices a la cámara, deslizo su dedo acariciando la misma—. Los extraños tanto.

Pero, antes de que pudiera hacer otra acción y como si lo hubiera llamada con el pensamiento la foto de Taehyung apareció revolviéndole los nervios, con aquel aviso de llamada entrante que lo hizo deslizar su dedo con nerviosismo por la pantalla atendiendo al instante.

—Bebé... —fue lo primero que soltó el mayor en cuanto la imagen de Jungkook apareció ante él—. Bebé... —volvió a repetir, haciendo reír al menor.

—Hola amor —saludo sonriendo, percatándose de la apariencia de su novio, desparramado en una cama, intentando mantener los ojos abiertos y solo con un bóxer puesto—. ¿Estabas dormido?

El Reencuentro. VkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora