Con el reloj de pared marcando las once en punto, una muchacha de singular cabello color rosa yacía plácidamente recostada de espaldas sobre el sofá, permitiendo, además, que sus ojos se perdiesen en el estrellado cielo que alcanzaba a contemplar a través de la ventana que yacía no muy lejos de ella, era una posición bastante favorecedora. Estaba exhausta, su cuerpo parecía no tener las energías necesarias para realizar cualquier tipo de movimiento que implicase levantarse y no le extrañaba, pues había dedicado todo su día a trabajar en el hospital de la aldea, cuando no se le era asignada alguna misión allí era donde invertía su tiempo.
Dos años habían pasado desde que la Gran Cuarta Guerra Ninja fue dada por finalizada, así como también los perversos planes de Madara Uchiha de tomar el control absoluto del mundo ninja al someterlos a todos al Tsukuyomi Infinito. Luego de que la paz varias cosas habían cambiado, de entre las cuales destacaba su ascenso a rango Jounin e inclusive su independización del hogar en el que había crecido al lado de sus padres, ahora tenía un departamento bastante acogedor en el cual estaba a gusto, no podía quejarse al respecto.
–Ah... está tomándose su tiempo en regresar. –Pensó Sakura, liberando un suspiro de agotamiento a través de sus labios.
No obstante, en aquella oportunidad el espacio en que yacía y cuyo embriagador silencio disfrutaba sin mayor preocupación no era de su pertenencia, en absoluto, el departamento en que ahora descansaba con tal libertad era de su rubio compañero de equipo, Naruto Uzumaki.
Sin duda alguna, aquel había sido uno de los hechos que la culminación de la guerra había traído consigo, que ya no tuviesen que preocuparse de ninguna inminente catástrofe que amenazase a las cinco grandes naciones y ahora con Sasuke de regreso con ellos una vez más como en los viejos tiempos... fue capaz de darse cuenta de la clase de sentimientos que había estado desarrollando por el rubio y extrovertido shinobi, sentimientos que estuvieron viéndose eclipsados por aquel manojo de preocupaciones, pero con todo ello fuera del camino no fue demasiado el tiempo que transcurrió para que ambas acabasen entablando oficialmente una relación.
Naruto se encontraba a las afueras de la aldea desempeñando una misión a los interiores de la Aldea de la Arena, él no le dio detalles al respecto, pero el punto era que su ausencia llevaba prolongándose ya una semana y de vez en cuando se pasaba por su departamento esperando verlo ahí frente a ella, dándole a entender que las responsabilidades que lo mantenían alejado habían terminado, el mismo Naruto le había entregado una copia de sus llaves, así que podía entrar sin ningún problema.
No es que quisiese invadir su privacidad de ninguna manera, esa en absoluto era su intención, pero pasarse por ahí y esperar a su regreso durante un determinado periodo de tiempo es una actividad a la cual inició partir del quinto día de ausencia del susodicho, una vez que acababa con sus respectivas labores ahí es donde iba a parar, era algo casi inconsciente.
–Tal parece que hoy tampoco será... –Comentó para sí misma.
No solo estaba decepcionada por finalizar un día más con las manos vacías, sino que también yacía exhausta, el cansancio que en su cuerpo estuvo manifestándose los últimos minutos estaba empezando a ganarle, por lo que era cuestión de tiempo para que acabara completamente dormida sobre el sofá. Intentó poner resistencia, pero sus ojos poco a poco comenzaron a cerrarse hasta que todo rastro de luz quedó fuera de su alcance, pero apenas pudo mantener descansar la vista unos segundos cuando el sonido de la puerta cerrándose la hizo respingarse en su lugar a causa del susto, por lo que, en un acto inconsciente, se volteó a mirar hacia la entrada de la habitación.
–¿Sakura-chan? ¿Qué haces aquí? –El autor de aquel repentino sonido no fue nadie más que el dueño del departamento en que se encontraba, Naruto, quien se encontraba de pie desde el umbral de la puerta aparentemente sorprendido de verla ahí.
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Solo cinco minutos
RomanceLa rutina diaria para un ninja no es algo que pueda tomarse a la ligera y mucho menos considerarse sencilla. Después de un largo día de trabajo un pequeño descanso no le vendría mal a nadie, ¿no?