Introducción

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Día 183, aún sigo con ella. Ésta es la última función del día, por suerte Manuel se retrasó y no pudo venir a recogerla, lo cual quiere decir que podremos estar solos. El telón bajo y me puse de pie, había venido varias veces a ver la obra, aunque lo único que hacía era verla a ella, camine entre la multitud hasta llegar a los camerinos, me sabía el camino de memoria

Toqué la puerta del camerino tres veces antes de que Carolina abriera, se veía hermosa como siempre, se había quitado el vestuario, pero aún conservaba el peinado, sonreí y ella me devolvió el gesto invitándome a pasar. Le entregue la rosa blanca que había comprado pensando en ella, después de cada función hacia lo mismo, incluso cuando no podía ir a verla se la enviaba hasta su camerino, Carolina sonrió viendo la flor y después se lanzó a mis labios

La rosa paso a segundo plano, lo único que importaba en estos momentos era ese delicioso sabor a ella, esa maravillosa sensación de sus labios rozando los míos, esa magia que parecía borrar todo alrededor y dejarnos solos flotando entre nubes. Pase un brazo por su cintura atrayéndola a mi pecho mientras la otra sostenía firmemente su rostro acariciando su mejilla, aunque estuviera con otro sabía que me seguía amando, me pertenecía y siempre sería así, ella comenzó a acariciar mi espalda haciendo que una corriente eléctrica me recorriera todo el cuerpo, quería más

Me aleje de sus labios y comencé a besar su cuello, ella sólo inclino la cabeza para darme mayor acceso, amaba la reacción de su cuerpo cada vez que la tocaba, Carolina estrujo mi camisa entre sus dedos disfrutando de mis besos que descendían cada vez más, podría pasar la noche entera entre sus brazos, sólo éramos nosotros dos y el resto del mundo carecía de importancia

Alguien toco la puerta y ambos nos separamos al instante, intentando arreglarnos un poco. La puerta se abrió dejando ver a un Manuel sonriente, apreté la mandíbula intentando contener mi enojo, él podía estar con ella cualquier día de la semana, ir al cine y besarla, podía tomar su mano en público sin necesidad de esconderse, ¿y justo tenía que llegar y arruinar nuestro momento? Me aleje de ellos y me dispuse a contemplar la escena, odiaba verlos juntos por eso trataba de evitarlo, cuando él llegaba sabía que era el momento de marcharme, pero esta vez no estaba dispuesto a hacerlo

Manuel entro al camerino y abrazo a Carolina, en sus manos traía un regalo con una enorme cinta roja, de seguro era su forma de pedirle disculpas por no haber podido llegar a tiempo, desvié la mirada justo a tiempo para evitar ver como se besaban, cerré mis puños e intente pensar en cualquier otra cosa

– Feliz aniversario – Dijo Manuel besándola

¿Escuche bien? ¿Era su aniversario? Carolina sonrió y volvió a abrazarlo. No pude evitar sentirme mal por él, hoy era su aniversario y le había traído un regalo a Caro para demostrarle su amor, mientras ella estaba conmigo, pobre idiota, creía que ella lo amaba y no era así. Ella podía estar con él, besarlo y decirle que lo quiere, pero al final siempre vuelve a mí

– ¿Te gusto mi regalo? – Pregunto contenta. Fruncí el ceño

– Me encanto – Dijo mirando la caja que llevaba con él – Debo admitir que fue una linda sorpresa llegar a la oficina y encontrarme con este regalo

Idiota. Había sido un completo idiota al pensar que aquel regalo era para ella, sentí como la rabia y el dolor se apoderaban de mí, le había enviado un regalo a su oficina por su aniversario mientras me besaba en su camerino, quizá pensaba en él mientras lo hacía. Me di la vuelta sintiéndome incapaz de seguir aquí, no soportaba saber que estaba con él, me negaba a aceptar que yo solo era su amor a ratos

Quería acercarme a ellos y destruir este momento, decirle a Manuel que ella era mía, quería que supiera que, aunque ella fuera su novia, me pertenecía, bastaba con ver la reacción de su cuerpo cuando la tocaba. Quería que sintiera lo que yo sentía cuando los veía juntos

– Te amo – Los mire de nuevo

– Y yo a ti – Dijo ella con una sonrisa

Si ella en verdad te amara habría cumplido su promesa, las palabras de mis amigos resonaron en mi cabeza una y otra vez. Me obligue a mirarlos mientras se besaban, ella sonrió y acaricio su mejilla, quizá tenían razón. Él tomo su mano y ambos se dirigieron hacía la puerta, se despidieron de mí y salieron, sentí como si me hubiesen quitado una venda de los ojos y finalmente podía ver la realidad, mi realidad. Ella estaba con él y no iba a dejarlo, por más promesas que me hiciera al fin comprendía que no lo haría, yo siempre estaría en las sombras esperando un momento para poder estar con ella, no podría llevarla al cine o ir a una fiesta juntos, no podría besarla cada vez que quisiera, ni siquiera podría tomar su mano y caminar por el parque

No podría hacer nada de eso y no porque no quisiera, sino porque ella no se atrevía a luchar por lo nuestro, era inútil seguir esperando el momento en que ella lo dejara porque jamás llegaría. Deje que mis lágrimas escaparan, sin importarme que alguien pudiera verme, golpee la pared con mi puño cerrado intentando aliviar un poco el dolor que sentía en el pecho, ¿cómo pude estar tan ciego? Me amaba, pero también lo amaba a él. No podía seguir dándolo todo y recibiendo sólo la mitad

Ya no más


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21 Cartas al olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora