Capítulo 18

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La madre de Jimin nunca había fardado tanto como su padre. La expresión «soltero de oro» no era suficiente. Park Jimin debería haber sido portada de alguna revista femenina; arrebatadoramente guapo, rico y divertido.

—¿Y por qué sigues soltero, Jimin?

—Tú mismo lo has dicho, Jungkook. A las mujeres les gusta jugar, y a mí me gusta jugar con ellas. Jungkook pensó que por lo menos era sincero.

—Pero esto no es real, Jimin. Esto es sólo una farsa, ¿verdad?

—Por supuesto. Será todo un espectáculo —se apoyó en la pared del fondo del ascensor, junto a el, y sonrió. Jungkook se sintió como si lo hubieran golpeado en la cabeza y tuviera una contusión importante.

¿Era por eso que se estaba comportando de una manera tan extraña?








Jimin lo vio entrar en el despacho de Max. ¿Qué estaba haciendo? Acababa de tomar las riendas de esa empresa y tenía un contrato importante con el hotel. Sólo pasaría cinco semanas allí y su trabajo era supervisar la obra y encontrar un gerente antes de volver a Auckland.

¿Cómo había podido entrar en semejante juego adolescente? Había visto la mirada de la recepcionista. El lo había mirado con lujuria al verlo llegar con Thomas. Sabía que lo había reconocido, y él conocía muy bien a las de su calaña; capaces de arrebatarle un hombre a otra mujer por pura diversión.

Un hombre así jamás vería la luz ardiente que se escondía bajo los sobrios trajes y la actitud profesional de Jungkook. En realidad, él tampoco había sido capaz de verlo hasta ese momento.

Pero esa vez las cosas iban a ser diferentes. Cuando terminara con el, todos la verían como el seductor que podía llegar a ser; la clase de hombre que volvía locos a los hombres y les rompía el corazón sin piedad.

Jimin sabía que era posible, a juzgar por cómo lo había besado la noche anterior.

El lo había sorprendido fuera de guardia, y desde entonces Jimin estaba deseando que llegara el próximo asalto. Sintiendo una punzada de culpa, no tuvo más remedio que reconocer que ése era el motivo de todo aquello.

Sólo quería volver a acariciarlo una vez más; probar aquella explosiva reacción química. Sin embargo, el se había mostrado muy incómodo esa mañana cuando se habían encontrado, y no podía llegar a nada si el seguía con esa actitud tan fría.

Tenía que reavivar la curiosidad; hacerlo pasárselo bien. Y él era el mejor siempre que se lo proponía.
Apretó el botón de la planta baja y volvió la vista. Un día antes el había estado de pie justo ahí, en el ascensor.

Jimin sonrió al recordar aquellos ojos color noche. Habían echado chispas cuando había criticado su forma de vestir. Era sorprendente. La mayoría de los hombres que él conocía llevaban trajes carísimos, y todo muy apretado al cuerpo.

El, en cambio, a pesar de su corta estatura, prefería estar cómodo.

Pero eso a él no le importaba. En realidad disfrutaba teniendo que inclinarse para alcanzar aquella boca de fresa. Le encantaba saber que podía poner las manos alrededor de su cintura y casi tocarse los dedos. Jeon Jungkook.

Llevaba muchos años sin acordarse de el, pero en las doce horas que habían transcurrido desde su fortuito reencuentro no había hecho otra que pensar en el.

Gracia natural, belleza y talento... Y sin embargo, siempre había trabajado muy duro. Hiciera lo que hiciera, las metas que se fijaba nunca eran suficientes, no para su padre.

Una tentadora propuesta | JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora