II

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Corrí durante una hora, encontré un lago hermoso, la luna llena se reflejaba en él, cuando me mire en el agua me di cuenta que no me había limpiado su sangre, así que decidí quitarme la ropa y entrar al agua. Seguramente la gente de Ethan estaría encontrando su cuerpo inerte, con eso se distraerán un par de horas, me daba tiempo de limpiarme y seguir mi camino incierto.

El agua era fría, la noche estaba acompañada por el sonido de algunos grillos, me relaje por un momento, luego concebí todo lo que había hecho, había matado a el líder de los Scorpions, un grupo de personas sanguinarias, mercenarios, astutos, delincuentes y asesinos, personas que jamás iban a descansar hasta matar a la persona que mato a su líder, "la sangre se paga con sangre" era una de sus tantas filosofías.

Salí del agua un poco asustada me vestí y seguí caminando hacia el norte encontré un árbol, con ramas gruesas, lo bastante gruesas como para dormir en ellas sin que nadie me viera, me dispuse a escalar, llegue a una rama alta, lo suficientemente alta para no morir si caía, me senté y me dispuse a dormir.

Estaba en una de las favelas de Brasil, deambulaba hambrienta, al doblar una esquina había un grupo de personas apuntándose con armas las unas a las otras, retrocedí para irme, pero mi curiosidad me gano, me oculte en uno de los muros de una casa medio abandonada y seguí mirando. Esa curiosidad me iba costar, pero yo no lo sabía.

Un hombre alto de tez oscura dijo

- Les perdone sus traiciones, los deje vivir, con la única condición de que no volvieran. Y aquí están, desafiando mi autoridad y quebrantando mi poco paciencia.- su expresión era dura y fría

- Venimos a decirle mi señor, los Scorpions se acercan, no están muy contentos por la ruptura de la unión y le mandan un mensaje- dijo un joven manudo de ojos verdes, se sentía su sarcasmo, luego disparo.

Pegue un grito pero sonó más como un chillido, ellos voltearon y me vieron, estaban caminando directamente hacia mí y yo no podía moverme. Habían matado a 8 personas aproximadamente, un grupo de tan solo 4 no muy prometedor en cuanto a mí respecta, unos jovencitos con armas. El joven de ojos verdes se puso frente a mí

- Ya sabes que te haremos.

Trate de mantener la compostura pero caí, me resbale, todos ellos rieron.

- Llevémosla, el jefe se divertirá con ella, ya sabes que le encantan las torpes - dijo uno con un tono de burla.

- Pero para que llevarla, para que la disfrute él solo, mejor disfrutémosla nosotros, ya estoy cansado de las migajas casi muertas que nos deja el jefe- dijo uno de ellos, él era alto y fornido, parecido a un gorila.

- ¡Cállense todos! - ordeno el de ojos verdes - la llevaremos ante el jefe como dijo Lucas y por favor Gabriel - miro al gorila - deja de desear todo lo que se mueve, quien te escuchara diría que si te gustan las mujeres, cuando todos sabemos lo contrario - Gabriel enrojeció, no sé si de vergüenza o de rabia, tal vez eran los dos. Todos los demás se echaron a reír, incluso se me escapo una risita.

Caí del árbol, estaba soñando, no era cualquier sueño, eran recuerdos, recuerdos de como inicio todo, de cómo termine con los Scorpions. Me recorrió un frio por toda la espalda al recordar como conocí a ese grupo de cuatro chicos que para mí eran bastante peligrosos, pero no eran nada comparado con los demás, ellos eran novatos.

Habían una jerarquía en los Scorpions, uñ: los novatos, eran jóvenes que acababan de terminar su primera etapa de entrenamiento, todo lo que tenía que ver con manejo de armas y puntería, también les decían novicios, eran carne de cañón. Luego estaban los primados, sabían no solo el uso de armas sino también combate mano a mano y construcción de bombas. Los generales, sabían todo lo anterior, también espionaje e inteligencia; muchos se especializaban en algo, bombas, armas, guerra, hackers, estrategia entre otras habilidades muy útiles, en si eran los profesores de los novatos y primados, algunos eran la mano derecha del jefe, (solo los mejores) que era la máxima autoridad, él era Ethan.

Me di cuenta que había amanecido, acto seguido correr. Llegue a un pueblo un poco grande, llamado Slepway. Entre a una tienda, robe ropa, no podía seguir con la misma si me estaban buscando.

Di una vuelta por aquel pueblo y sentía que me seguían entre a un callejón mugriento, me escondí detrás de un bote de basura, vi cómo se adentraba una sombra, supuse que sería mi fin, pero no fue así un hombre moreno alto con unos ojos grises con verde me extendió la mano.

- No te hare daño - dijo con amabilidad - sé que estas huyendo, también se porque lo estás haciendo, te ofrezco mi ayuda - esbozo una tierna sonrisa.

- No necesito su ayuda, ni la de nadie, puedo arreglármelas sola - me levante del suelo ignorando su mano extendida y lo que el sabía que yo había hecho.

- Dudo que puedas. A caso ¿tienes dinero o por lo menos un aliado? Te ofrezco la oportunidad de vivir si te unes a nosotros, no tendrás que robar ropa por cierto - su tono era demasiado serio, no había ni rastro de su amabilidad. Me ruborice un poco por el ultimo comentario.

- ¿Nosotros? ¿Quiénes? - trate de sonar firme, pero más bien sonaba desesperada.

- Somos una organización no gubernamental, ya sabes estados unidos tiene la CIA, Alemania tiene GSG9, argentina tiene GEOF, así cada país, pero la ONU necesita un equipo, protegerá y ayudara a todos los países de la ONU, ellos nos dejaran actuar sin restricción, no obedeceremos a ningún país, solo a la ONU - lo decía tan serio, casi podía decir que me estaba dando una clase de algún tipo.

- Si solo responde a la ONU entonces deben responder a más de 193 países relativamente - a mi casi me parecía obvio, su cara seguía inexpresiva - ¿porque usted me está diciendo todas estas cosas? ¿a mí que me va a interesar la ONU o su nuevo equipo?

- Pensé que era obvio - había burla en su voz - si te unes a nuestro equipo te protegeremos, necesitamos tu ayuda, en esa cabecita hay mucha información que es útil para nosotros - sonrió, debo admitirlo su sonrisa era hermosa, era un distractor.

En ese instante llego un auto, disparando en dirección a nosotros, el salto encima de mí protegiéndome y mi cabeza reboto contra el asfalto, aun no entendía mucho lo que estaba pasando.

Él dijo algo, pero yo no lo escuche estaba un poco aturdida por el golpe y los disparos, solo escuchaba un prolongado pitido, llego otro auto me agarro a toda prisa del brazo y entramos. El auto era nuevo, olía a nuevo, las sillas eran de cuero negro.

Sentí un dolor punzante en la pierna, lo mire, el estaba quitándose el cinturón, yo solo pensé, <<excelente me van a violar cuando me acaban de disparar, que caballero. >> Después todo se volvió negro.

Sarah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora