CAPÍTULO 36: ¿YA NO TE ACUERDAS?

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POV ANASTASIA

Veo que son las seis de la tarde en mi reloj. Sostengo con fuerza el volante del Saab y escucho en el autoestereo a Donna y Bárbara.

Si, es suficiente.

Basta es basta es basta
No puedo seguir así, no puedo, ya no más
Basta es basta es basta
Le quiero fuera, quiero que salga por esa puerta
Basta es basta
Siempre soñé que encontraba al amante perfecto, Pero resultó ser como cualquier otro
Nuestro amor (falló desde el principio)
Nuestro amor (debí haber escuchado a mi corazón) Nuestro amor (nos alejaba)
Basta es basta es basta
No puedo seguir así, no puedo, ya no más
Basta es basta es basta
Le quiero fuera, quiero que salga por esa puerta...

La que se va, soy yo. Pero con todas mis cosas.

Doy un suspiro y salgo del auto, voy al maletero y saco los cartones para armar mis cajas y empacar.

Entro con la copia de la llave que Christian me dio y miro el entorno. Sólo he estado fuera de este departamento cuatro días y siento como si hubieran sido años.

Christian parece que no está, vuelvo a suspirar y llevo dos cartones al dormitorio y al baño. Armo la caja y comienzo a acomodar mis cosas de higiene personal y ropa de baño que tenía aquí. Al terminar salgo al dormitorio y saco mi ropa interior y ropa deportiva para comenzar a empacar. Sin sacar la ropa de las perchas arrojo las prendas al cartón hasta que se llena. Salgo con el al salón y tomo otros dos cartones.

Ya vacié el armario y sólo están sus cosas, que parecen pocas en ese lugar, pero si hago memoria, lo mejor y en mayores cantidades lo tiene en su lujoso Penthouse del edificio Escala.

Armo otros tres cartones y tomo del escritorio del salón y acomodo mis marcatextos, bolígrafos, blocks de notas, mi MacBook y su cargador, saco de los cajones mi papelería y ya retiré de aquí eso. Lo único que queda sobre la mesa es un portaretratos con una foto de nosotros dos que imprimió él. Nos la tomó en la casa del sound. En ella estamos desnudos y tumbados sobre una tumbona que da a la alberca, el cubre mi cuerpo con el suyo y solo estuvimos ahí besandonos, tocandonos, amandonos...

-Ana...- esucho tras de mi. Ha llegado.
-Te dije que vendría por mis cosas- le digo tratando de contener mis lágrimas y dejo la foto en el escritorio.
-No te vayas, Ana. Por favor... sólo escúchame.
-No quiero oirte. Suficiente tuve con lo que vi ese día en SIP y lo que me mostró tu noviecita la delincuente con la que también me engañó el otro imbécil de Paul.
- Por favor, te lo súplico...
-¡Dije que no! ¡¿En que idioma quieres que te diga que ya no quiero saber nada de ti?! ¡No te soporto!¡Te odio!- Le grito con rabia.

Christian queda viéndome sorprendido y dolido.

- Yo te amo... nunca antes amé una mujer, y ahora estoy locamente enamorado de ti.

Me río sin ganas.

-Deja de actuar ¿Quieres? Un hombre como tú no tiene ni idea lo que es el amor. No sabe lo que es amar ni ser amado- se queda pálido y abre los ojos como platos visiblemente heridos- compadezco lo que te quieren porque la verdad es que tú no mereces nada.
-Ah si... ¿eso crees?- me dice en un susurro.
-A ellos también les haz de mentir igual que a mi- arremeto furiosa.
-Mira que eres una hipócrita entonces...

¿Qué carajo ha dicho?

-¡A mi no me hables así, maldito embustero!- le grito fuera de mi.
-¡Yo te hablo como me da la gana, hipócrita de mierda!- ahora se ve cabreado. Mucho.
-No tengo por que oirte- mascullo y me doy la vuelta para comenzar a tomar mis libros de las repisas.
-Eres una cobarde, lo sabía- gruñe desde la puerta, hasta que lo siento tras de mi, y me gira sujetandome con fuerza del brazo -Lo supe desde que te volviste loca en el gimasio. Y te escondes en tus malditos libros. Eres tan estúpida que no me recuerdas...
-¡Cierra la boca!- ya no quiero oírlo. Me suelto de su agarre y vuelvo a mi tarea.
-Te voy a refrescar la memoria: te vi llegar a Savannah hace seis meses en la terminal de primera clase del Sardy Field, ibas con tu amiga, la bruja Kavanagh- me giro al oír esto y continua; -Después te volví a ver en el ascensor al siguiente día, en el hotel. Subias del bar y estabas leyendo El Guardián Invisible. Te vi de nuevo en la terminal cuando Kate te quitó tu libro y estaba fastidiada de que sólo te la pasas leyendo. Y antes de todo eso, ¡YO FUI QUIEN TE ENTREGÓ TU TÍTULO Y EN LA GRADUACIÓN. Y si recuerdo eso, es por que en el Anuario de la Universidad está la foto que nos tomaron cuando sucedió- me dice eso y me arroja desde la puerta el Anuario.

TE QUIERO SOLO A TÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora