El inicio de una aventura que nadie recordará.

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Como ya es costumbre cuando está en el pueblo, Simón se despierta puntual a las 9:00, tiene un nutritivo desayuno y se lava los dientes. Mientras se viste a las 9:30 escucha como sus padres se desperezan en la habitación contigua a la suya. Termina de atarse los zapatos y sale a despedirse.

-¡Ahí va, Simón! Que pronto te levantas siempre... Quién diría que tienes 8 años- Dice su padre mientras da un abrazo lleno de amor a su querido hijo.

-¡Papá, a los 8 años ya soy mayor!- Replica con recelo Simón.

-Tienes razón hijo mío.- Dice María, la madre de Simón, mientras le frota el pelo- ¿Vas a salir con tus amigos de nuevo?

-¡Claro mamá! Las aventuras nunca esperan.

-Tienes toda la razón cariño, pero prométeme una cosa, no hagas nada que no quieras solo porque los demás lo están haciendo, que sean un poco más mayores que tú no significa que todo lo que hagan esté bien, recuerda siempre lo que te hemos enseñado.

-Vale mamá...- Responde Simón cansado, tiene que prometérselo todas las mañanas, y como es una promesa, no puede romperla.

A continuación corre por el salón, coge su mochila llena de material para aventureros, en concreto una pala, una botella de agua, linternas, una cuerda, agua oxigenada y vendas y sale por la puerta.

Al salir por la puerta, el aire frío le pone los pelos de punta y, a la vez, le despierta por completo. Coge la bicicleta del garaje y sale pedaleando de su calle. 5 minutos más tarde llega al Parque del Cabezón, que obtuvo su nombre cuando un hombre sucio empezó a pasar las noches ahí y siempre que Simón le preguntaba por qué hacía eso, él le respondía que el motivo era que había sido un cabezota toda su vida.

En el parque le estaban esperando sus amigos, Alfons, Jakob, Fabian, Markus y Astoria. Todos ellos tenían 10 años, menos Astoria, que tenía 11 años.

-Por fin llegas ,Simón.- Le dice Markus, que, irónicamente, es el que siempre llega tarde.

-Bueno, es que ayer me acosté muy tarde porque vi una película de miedo.

-Bueno, no pasa nada.-Dice Astoria, el mayor y el "líder" del grupo.- Te pongo al día Simón, hoy vamos a ir a explorar hasta dónde llega una raíz enorme que vio Jakob ayer en el coche.

-¡Sí! Era enorme, probablemente más alta que yo, y no pude ver ni dónde acababa ni donde empezaba, pero sí vi que se metía muy adentro en el bosque.- Añade Jakob con ilusión.- Ah, y chicos, Lorenz no puede venir hoy con nosotros porque está mala.

-Ya decía yo que no la veía... Bueno, mejor, que siempre nos ahoga la fiesta.- Dice Fabian, aunque en el fondo todos saben que está tan enamorado de Lorenz como un niño puede estarlo.

Después de una charla informal sobre su desayuno y su serie de TV favorita, deciden comenzar la aventura del día. Mientras se dirigen al bosque divagan sobre la raíz y de qué árbol puede venir, siendo la aportación más interesante la de que podría ser uno de los pelos de la nariz de un gigante de tierra.

Al cabo de 20 minutos de caminata Jakob hace su señal.

-Ahí está chicos. ¿La veis? A que es como os decía, enorme y super larga.

-Aaalaaaa...- Exclaman los demás, con los ojos relucientes de entusiasmo por lo que han encontrado. 

Delante suyo se podía observar una raíz que podría pasarse por alto perfectamente de no ser porque medía 50 centímetros de radio y, además, si te fijabas, daba la sensación de que salía del la espesura del bosque en busca de luz, y no de agua, como es común en las raíces.

-Jakob, esta vez, te has superado.- Le dice Alfons, acompañando su halago con una cálida palmada en la espalda.

Todos asintieron de acuerdo.

Una vez comenzada la expedición, fue sorpresa tras sorpresa, la raíz se adentraba muchísimo en el bosque, siempre a ras de suelo, como si fuese una cuerda gigante que alguien había dejado tirada. Siguiéndola les llevó hasta la zona montañosa del bosque, por lo que se vieron obligados a escalar en más de una ocasión, pero eso no les bajó la moral en ningún momento, y es que, como sus padres solían decir, cuanto mayor es el esfuerzo, mayor la recompensa.

A la hora de expedición, se encontraron con que la raíz se metía, o más bien, salía, ya que era relativamente más grande que donde la encontraron, de una cueva en la montaña.

-¿Qué hacemos ahora?- Pregunta Markus indeciso.

-¿No vamos a meternos? Yo traigo linternas.- Responde Simón, que, aunque no quiere admitirlo, está bastante asustado de entrar a la cueva, pero sabe que superar los miedos de uno es una parte muy importante de la vida.

-Claro que vamos a meternos Simón.- Declara Fabian con seguridad.- ¿Tienes miedo de algo, Markus?

-¿Yo? Claro que no, ¿Por qué pones esa cara?, ¿No me crees?, pues vas a ver.- Dice Markus indignado y rojo a la vez.- Simón, dame una linterna, gracias. Bien chicos, como solo tenemos dos linternas, yo alumbro por delante y Simón por atrás. ¡A la aventura! -Grita con nerviosismo mientras se mete en la cueva.

-¿No crees que te has pasado, Fabian?- Le reprocha Astoria.

-Tal vez, pero admite que ha sido divertido.- Dice mientras se le escapa una de estas risas que van en forma de ráfagas cortas de aire.

-Ay por favor, nunca aprendes Fabian, bueno, vamos a entrar nosotros también, que él ya está dentro.

-Vale, Simón, tú entras el último, ¿Vale?

-Entendido.

Después de escuchar la respuesta entró Fabian, seguido por Alfons, Jakob y Astoria. Simón  encendió la linterna y les siguió. 

La cueva tenía dos características destacables. La primera era que tenía un tamaño medio, ni lo suficientemente pequeña como para que nadie pudiese pasar, pero tampoco lo suficientemente grande como para que un adulto pudiese pasar,  aunque para ellos, unos niños, tenía el tamaño perfecto, tal vez un poco angosto, pero soportable. La segunda característica es que la cueva seguía la trayectoria de la raíz casi a la perfección, bajando por la montaña.

Nunca habían hecho nada parecido, y Simón no sabía si sus padres le habrían dejado hacer algo así, por lo que en más de una ocasión tuvo la tentación de dar marcha atrás, pero ya habían avanzado demasiado como para parar ahora. Hubo un momento crítico en el que la cueva empezó a hacerse más estrecha y tuvieron que ponerse a gatas para poder pasar. Todos tenían la moral baja y se susurraban cosas como "Qué seco está el aire, no me gusta.", o " Ya me he raspado la mano tres veces.". Pero inmediatamente pasaron esa parte tan estrecha, la cueva empezó a agrandarse, y el grito de Markus les puso una sonrisa a todos en la cara.

-¡Chicos! ¡He sentido una corriente de aire fresco!

No se lo podían creer, todos empezaron a andar más rápido, y a medida que lo permitía la cueva, empezaron a levantarse uno a uno, andando más rápido a cada paso que daban. Poco a poco un rayo de luz empezó a reflejarse en sus ojos con más intensidad, hasta que, cuando la cueva ya tenía el tamaño para meter un coche, dieron un largo giro de casi 90º y ante ellos se presentó la vista más increíble que unos ojos humanos habían visto en mucho tiempo.

Delante suyo, se extendía un prado enorme, casi infinito, acompañado a su vez con infinitas colinas verdes salpicadas con bosques, a lo lejos se podían observar montañas de todos los colores y tamaños, algunas llegaban hasta las nubes, nubes que eran retenidas por una enorme cúpula de color celeste que ocupaba todo lo que los humanos llaman el cielo y que brillaba como si fuese uno. Pero sin duda, lo más increíble de aquella vista, no eran ni las colinas de verde perfecto, en las cuales la hierba se mecía por inercia del suave viento que habitaba el lugar, ni las montañas de formas imposibles que llegaban hasta el mismísimo "cielo" de ese sitio. No, lo más increíble era un árbol, un árbol gigante que se erguía imponente en el centro de ese maravilloso lugar, y que desplegaba sus ramas con hojas azules y verdes por todo el cielo, dando la sensación de que te invitaba a recostarte en su seno, dejarte acariciar por su sombra y disfrutar de su cobijo.

Ante tal espectáculo, Alfons, Jakob, Fabian, Markus, Astoria y Simón, no pudieron hacer más que mirar maravillados, reír y llorar juntos.

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⏰ Last updated: Jun 09, 2018 ⏰

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El Cuento del Niño y la Tierra más ExtrañaWhere stories live. Discover now